Aviso

 

Una de las consignas principales del Frente para la Liberación de Vietnam durante la penosa, sangrienta y larga agresión Imperial a ese laborioso y heroico pueblo asiático, fue: “Negociar y combatir, combatir y negociar”.  Por esta razón cuando en abril de 1954 se instalaron las primeras negociaciones entre la potencia imperial de Francia y el Vietminh en Ginebra, Suiza; la delegación Imperial se alojó en el mas lujoso hotel de esa ciudad, mientras la delegación vietnamita compró una austera pero consistente casa en un lugar estratégico de la ciudad donde alojó a su delegación, y que 20 años después la victoriosa república socialista de Vietnam convertiría en su embajada.

¿Por qué los dirigentes vietnamitas actuaron así, sorprendiendo al Mundo globalizado? Sencillamente porque en la mentalidad de ese sufrido pueblo, además de la famosa y citada “paciencia asiática”, existía un cabal conocimiento del enemigo que los estaba bombardeando y exterminando y de sus pérfidas intenciones futuras. Y como su fueran unos excelentes médicos además del diagnóstico de la enfermedad y del adecuado tratamiento, poseían la claridad y visión de largo plazo para prospectar el futuro basados en los indicios reales del presente. Es decir tenían prospección.

 

Como parte de las diversas expresiones que en estos 30 días de Paro Nacional, de confrontación al gobierno de Iván Duque y al régimen genocida uribista, indignados-as, hemos comprobado el colapso ético y político de los partidos de las derechas y la “gente de bien”; participando en el levantamiento del pueblo contra el hambre, la miseria y la represión brutal, constatando el rechazo general a las imposiciones económicas y sociales del capital imperialista, dictadas a través de los organismos multilaterales:

Llamamos al país y al pueblo:

A instalar la Asamblea Nacional Popular – ANP, en Bogotá los próximos días 6, 7 y 8 de junio, del presente año, como un mecanismo amplio y democrático de articulación y proyección de las luchas populares, territoriales, sectoriales y poblacionales.

A partir de la resistencia todos y cada uno de los procesos, puntos y acciones de movilización y lucha, la Asamblea Popular será un espacio de encuentro de las asambleas comunitarias, cabildos, las primeras líneas, las comunidades étnicas, las organizaciones de los pueblos, afros, negros, campesinos e indígenas, congregaciones religiosas, de fe y espirituales; organizaciones comunitarias, sociales y políticas, de trabajadores-as, de mujeres, feministas, obreras, obreros y sindicales, de profesores, barriales, juveniles, estudiantiles, barristas y artistas, colectivos LGBTIQ+, de la diáspora, ambientalistas, animalistas; académicos e intelectuales del pensamiento crítico, todos y todas comprometidas con la democracia y las reivindicaciones de las mayorías.

 

La Red de Derechos Humanos Francisco Javier Ocampo Cepeda denuncia ante la comunidad nacional e internacional que, pese al decreto acordado con las primeras líneas y la Administración Distrital para ofrecer garantías a la movilización y jornada del Paro Nacional, este 4 de junio, desde las 6 am se presentan operativos combinados de la fuerza pública (Ejército, ESMAD y policía) en el sector conocido como Paso del Aguante, en la Carrera con calle 70. La represión estatal deja como resultado parcial seis personas detenidas, un manifestante desaparecido en la madrugada y varios heridos; la biblioteca Nicolás Guerrero allanada y ultrajada.  Y allanadas las casas de manifestantes y de la señora que prepara las ollas comunitarias sin orden judicial, amedrantando toda la población.

Estos hechos se presentan al conmemorarse ayer el primer mes del asesinato del joven Nicolás Guerrero en el mismo sector. Responsabilizamos al Gobierno de Iván Duque por los sucesos sistemáticos de violación a los derechos humanos.

La radicalidad de Duque aviva la inconformidad 

Las manifestaciones que dan solidez al Paro Nacional siguen creciendo en participación y beligerancia, sin que dejen su distintivo original: ser pacíficas. Ahora, ¿por qué persisten estas marchas? La respuesta es una sola, la negligencia del gobierno del presidente Iván Duque a sentarse a negociar.

El más reciente comunicado de los organizadores, es claro. “El gobierno nacional presentó un nuevo documento sobre garantías que deshace el preacuerdo logrado el pasado 24 de mayo, insiste en militarizar las protestas y no acepta cumplir lo establecido en la normatividad, la jurisprudencia y los estándares internacionales.” Sobre esa base, resulta imposible que cesen las manifestaciones por las calles de Cali y de Colombia.

Lea el texto completo del Comunicado haciendo Clic Aquí

Esos cinco puntos sintetizan la fundamentación para que se sigan desarrollando actividades que reflejan la inconformidad de diferentes expresiones populares. De hecho, el próximo 9 de junio nos aprestamos a una nueva jornada de protesta masiva y organizada.

 

Sin duda alguna, hay por lo menos tres retos, para ese movimiento amplio, emancipador, contestatario y de resistencia ahora, que se ha venido gestando en los pueblos y calles de Colombia, que es vencer al Neoliberalismo y sus politicas internas en el país; que les ha hecho daño a todos los sectores de la sociedad colombiana: empresarios del campo, pequeños productores campesinos, la clase media, estudiantes, sectores proletarios urbanos, mujeres, y muchos otros, y que se reflejan en el cumulo de medidas fiscales que recargan los impuestos y que han afectado al pueblo por decadas.

Se está dando, en estas manifestaciones, como lo señala el escritor Santiago Alarcón, el encuentro de dos elementos: el objetivo-económico y el subjetivo-ético. Lo que hay es un deslinde con los representantes políticos tradicionales y sus difusores ideológicos (la población colombiana también le está pasando factura a los medios de comunicación y a ciertos artistas por su tibieza e indiferencia con el país). Incluso amplios sectores de las clases medias, que por tanto tiempo se movieron en favor de las ideas del uribismo, han virado hacia su impugnación.

A su vez, se está dando la irrupción de la subalternidad, que es el conjunto heterogéneo de grupos y clases sociales que amplía la denominación clásica de proletariado o asalariado aludiendo a esos actores que, sin estar necesariamente ligados a una organización política, en determinado momento se rebelan contra un régimen, cosa que en la visión gramsciana constituye “un hecho de inestimable valor”. Jóvenes, estudiantes, asalariados, campesinos, indígenas, camioneros, taxistas, agrupaciones de mujeres, disidencias sexuales, entre otros. Todos actores subalternos haciéndose presentes en las calles expresando su descontento.