«Duque  ya no podrá lavarse las salpicaduras de la sangre derramada,

pues su despotismo se descubre en la chaqueta de los victimarios»

Matiz

“No tiene importancia lo que yo pienso sobre Mafalda. Lo importante es lo que Mafalda piensa sobre mí”. Así dicen que dijo un día Julio Cortázar al ser entrevistado sobre la entrañable niña pacifista, contestataria, beatlemaníaca y revolucionaria que aunque nació hace cinco décadas y media, siempre ha tenido seis años y es fruto de la imaginación del dibujante argentino Joaquín Lavado “Quino”. El caricaturista, que falleció este miércoles 30 de septiembre a los 88 años de edad en Buenos Aires, trascendió a la inmortalidad con sus historias gráficas protagonizadas por Mafalda y su universo, con las cuales, en la efervescencia de los 60 tuvo la osadía de decirle al mundo unas cuantas verdades. 

Quienes conocen a Mafalda entienden cabalmente la perla de Cortázar. Entre 1964 y 1973, en 1.928 historietas, la pequeña rebelde opinó sobre todo y sobre todos. No hubo tema de actualidad o dilema humano que no fuera abordado por ella desde su perspectiva infantil, femenina e inconforme, bien sea desde la dureza de lo frontal, o peor, desde metáforas aún más lacerantes. Su homilía fue mordaz y descarnada, pero, niña al fin, eso no le privó de su cualidad principal: la ternura.