«... Es una pieza retórica de gran contenido político y una potente proclama que devela con coraje la hipocresía de los países del primer mundo frente al problema de la droga, el cambio climático y el modelo de desarrollo destructor del ambiente..»
¡Que gran discurso el de Petro en la ONU! Histórico, distinto y emotivo. Es una pieza retórica de gran contenido político y una potente proclama que devela con coraje la hipocresía de los países del primer mundo frente al problema de la droga, el cambio climático y modelo de desarrollo destructor del ambiente.
Discurso con un alto contenido ecologista y con muchas críticas al “poder”. Verdades en tono alto y vehemente para que resonara su eco en la conciencia de todos los líderes y dueños del poder mundial.
Petro construye su proclama basado en tres problemas orbitales que se vinculan con sendas adicciones y a los que se les ha dado tratamiento con lógicas distintas e incoherentes, a pesar de que están encadenados causalmente.
La adicción al petróleo y al carbón, causante del cambio de la química de la atmósfera con el consecuente cambio climático; debido a una competencia económica irracional, con la lógica de producir cada vez más como resultado de la otra adicción: la del consumo, la del poder, la del dinero. Adicción que cada vez produce más desastre climático.
Y, esa adicción al dinero, la avaricia, la compulsión ilimitada del tener y del consumir, según Petro, tiene otra cara: la adicción a las drogas en las personas perdedoras en la competencia, en una sociedad educada en el consumo sin fin, en la confusión estúpida entre el consumo y felicidad, que buscan refugio en las drogas para liberarse de sus tristezas y de la soledad del corazón.
De manera franca señala y condena la irracionalidad en el tratamiento de guerra que se le ha dado al narcotráfico, en el que se responsabiliza a los países productores sin enfrentar el consumo que genera la demanda y los eslabones de la cadena de distribución y comercialización que acumulan las jugosas ganancias del negocio. Tratamiento de guerra con sacrificio de la sostenibilidad del ambiente en los países productores de la droga, por envenenamiento de la selva y las aguas con glifosato y demonización del espacio de la coca y de los campesinos que la cultivan abandonados a su suerte de exclusión económica.
Lógica distinta, en la que radica parte de la hipocresía, a la que se aplica a la explotación y consumo de petróleo y carbón que envenena el ambiente con los gases de su combustión, para los que necesitan la selva como esponja para la descontaminación. En esta, a diferencia de la usada con la coca, declaran la guerra no al recurso, sino a los países productores para tener el control de sus reservas y economía.
La guerra en Ucrania, por el poder del mundo y control de los recursos, solo sería una muestra palpable, hoy, de la irracionalidad del poder mundial y de una sociedad imbuida por una profunda compulsión ilimitada de tener y consumir.
Lógica perversa en los dos consumos: el consumo de coca y el consumo de combustibles fósiles. Consumos desenfrenados… ambos. El de la droga, para excusar los vacíos y soledades de una sociedad que oculta sus problemas y desastres en las burbujas de alucinaciones de las drogas. Y, el otro, cada vez más creciente en una interminable espiral con la idea de un crecimiento infinito, que pide “más y más carbón, más y más petróleo, para calmar la otra adicción”… la del consumismo que alimenta la avaricia insaciable por el poder y el dinero.
Nada alentador le espera al mundo en las próximas décadas si no se cambia el paradigma frente al problema de las drogas y el relacionamiento de países. “Las relaciones de poder las azota la adicción al dinero, a perpetuarse, al petróleo, a la cocaína y a las drogas más duras para poder anestesiarse más”. He ahí el nudo del conflicto.
Basado en el tejido de relaciones de los problemas consumismo-cambio climático – drogas y los resultados fallidos en sus intervenciones, Petro sentencia que ha fracasado la guerra contra las drogas y la lucha contra el cambio climático y que, si no se cambia el paradigma, no sólo morirá la selva, sino la democracia y la vida de la humanidad en el planeta. Afirma que se llegó al límite de la sin razón en los discursos y las políticas. Invita a detener la guerra contra las drogas, y todas las guerras, y a detener el desastre climático; a acabar la adicción al poder irracional, a la ganancia y al dinero… la enorme maquinaria mortal que puede extinguir la humanidad. Llama a disminuir la voracidad por la acumulación, y al uso racional del poder.
Son varias las demandas que hace Petro a los países del Norte y a los latinoamericanos. Pide acabar con la irracional guerra contra las drogas. El enfrentamiento al narcotráfico ha fracasado, dice. Señala que para disminuir el consumo no se necesita de guerras. No se requiere enfrentarlo con armas, sino como lo que es, una enfermedad. “Disminuir el consumo de drogas no necesita de guerras, necesita que todos construyamos una mejor sociedad: una sociedad más solidaria, más afectuosa, donde la intensidad de la vida salve de las adicciones y de las nuevas esclavitudes”.
Y, finalmente, como no hay sinceridad de los países del norte con el compromiso de revertir el cambio climático, ni con la preservación del pulmón natural amazónico, convoca a salvar la selva amazónica sugiriendo reducir la deuda externa para que los deudores liberen espacios presupuestales y destinen esos recursos a la tarea de salvar la humanidad y la vida en el planeta. ¡Pide cambiar deuda por naturaleza!