Es conocida la aceptación que tuvo el discurso de Gustavo Petro en diversos países del mundo. Sin embargo, es bueno hacer algunas consideraciones. No existe una conciencia general encarnada en una élite mundial interesada en el ambiente, la paz, la drogadicción como enfermedad, la democracia, el hambre, la soberanía de las naciones; su poder se enfoca hacia las ganancias, sin límites éticos ni morales.
No en vano, los políticos traicionales de Colombia calificaron sus palabras como incoherentes y llenas de estupideces. Ellos sí saben cómo se mueve el negocio. Por eso, la intervención tiene eco es en los pueblos del mundo y en la intelectualidad interesada en conservar la especie humana sobre la tierra.
El escritor Eduardo Galeano decía que la organización mundial del comercio, OMC, era la mejor muestra del crimen organizado. En Colombia, y tal vez en otros países, se vive el flagelo diario de la vacuna -microextorsión- y del gota a gota (pequeños préstamos que hacen las bandas a altos intereses), cuyos cobros van acompañados de amenazas, sicariato y hasta expropiaciones.
El acuerdo de bretton woods y el sistema Swift permiten endeudar países; a los que se alejen de sus políticas, se les manda un diplomático para recordarles las condiciones, se amenaza, se sanciona, se expropian bienes, divisas y cuentas bancarias, se hacen atentados, se envían mercenarios y se declaran guerras. Es lo más parecido al sistema gota a gota, pero a nivel mundial de las naciones.
No es de esperar que a los poderes que oprimen a la humanidad les interese el contenido del discurso; corresponde a los pueblos que luchan por su libertad y a sus gobiernos, hacer realidad las propuestas allí incluidas. Con todos los mecanismos y soberanía que las hagan posibles, para alcanzar un futuro luminoso para todos los seres vivos sobre la tierra.
Septiembre 26 de 2022