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Hay gran revuelo nacional en Colombia a raíz del último Consejo de Ministros que se desarrolló con el registro directo y en vivo, por las grandes cadenas nacionales de televisión.

Es la primera vez que eso ocurre en la historia del Estado colombiano. Desde hace 200 años este espacio colegiado del ejecutivo funcionó dentro de la mayor reserva y sigilo, descartando la transparencia, la participación y el control ciudadano. Prácticas de un Estado oligárquico excluyente y autoritario, por más que se auto nombre como una democracia liberal abierta o estado de la democracia participativa, como quedó consagrado en la Constitución política de 1991.

La reunión ministerial fue convocada por el Jefe de la Casa de Nariño para hacer un balance de las ejecuciones de cada uno de los funcionarios y sus carteras correspondientes. Sin embargo, de manera fortuita, la deliberación de los participantes se recargó hacia una confrontación de opiniones con cuestionamientos de altos cargos a otros funcionarios del entorno más cercano al presidente Petro como Armando Benedetti y Laura Saravia.

En un ambiente de absoluto respeto, acompañado, eso sí, de argumentos no tan solidos de los malquerientes, la ciudadanía pudo constatar directamente como se da y transcurre la operación de este dispositivo de la gobernanza popular que toma decisiones estratégicas, de gran impacto en la vida de una sociedad con más de 52 millones de seres humanos.

Son procesos deliberativos que igual los observamos en las corporaciones legislativas (Senado, Cámara, Asambleas y Concejos municipales) y en los órganos judiciales, sin que tal forma sea motivo de escándalo, descalificaciones, demandas judiciales o señalamiento como hipócritamente lo hace la gran prensa, la ultraderecha y cierta “izquierda” delirante con pulsiones de canibalismo político.

En este Consejo de Ministros, abierto y de cara al público, se escuchó la queja de la vicepresidenta Francia Márquez contra la corrupción en el gobierno (lo que más bien sonó como una autocrítica), contra la violencia en el departamento del Cauca y su malestar contra la Canciller y Benedetti. En términos más teatrales se dio la disertación de la Ministra Muhammad de Medio Ambiente, sin percatarse de su descomunal incoherencia neoliberal en la gestión de las políticas de transición energética, reforestación y protección de los recursos naturales adelantadas de la mano de poderosas Ongs ambientalistas con un aberrante monopolio de los dineros públicos del Fondo para la Vida y la Biodiversidad, objeto del despojo y la depredación crematística. El Ministro de Educación quedo retratado como una ficha desubicada al máximo en este contexto de manejo del gobierno, su intervención la vi un tanto desafiante de la autoridad del presidente; a lo mejor sería bueno que se hiciera aun lado porque las cosas no es que marchen muy bien en la cartera que mal gerencia hoy, especialmente en el sector de la educación universitaria secuestrada por grandes conglomerados empresariales. Un tanto más brusco en sus modales se comportó el ex director del Dapre al cortar en seco al presidente Petro en sus importantes reflexiones. Creo que el funcionario perdió el sentido de las proporciones, lo que propicio su salida acelerada del gabinete con una renuncia irrevocable.

El presidente de la república, con la agudeza que lo caracteriza, rápidamente captó el curso dañino del debate y advirtió que lo que se estaba dando era un canibalismo “izquierdista” con graves daños a la coalición de gobierno. Cierto extremismo de fundamentalismo moral presionaba de manera desbocada la fractura de la alianza política liderada por el jefe del estado, sirviendo a la ultraderecha en bandeja de plata las cosas para erosionar y debilitar el gobierno que ha sido hostigado, día y noche, durante los últimos 30 meses con planes e intentos de golpes blandos y duros.

Por fortuna, Petro capoteo bien todo y los dislates “izquierdistas” tendrán sus consecuencias en una inevitable recomposición del gabinete.

Para quienes en su candor e ingenuidad política tachan el evento de descomposición política, de espectáculo circense y de bochinche politiquero, les sugiero que pidan las actas de los Consejos de Ministros de los gobiernos de Uribe donde, en el más absoluto secreto, se ordenaron las peores bestialidades como los “falsos positivos” y las masacres de campesinos; los Consejos de Ministros del gobierno de Ivan Duque, donde se autorizaron los onerosos préstamos con la banca internacional, los subsidios a banqueros y tracto muleros que hoy tienen en aprietos fiscales al gobierno y los bombardeos a niños, indígenas y campesinos en el Caqueta, Putumayo y Arauca, ejecutados por los ministros de defensa Botero y Molano; o los Consejos de Ministros de Santos con sus escandalosos procesos de corrupción y clientelismo.

Total, no hay que hacerle el juego a la ultraderecha que está detrás de todos estos grotescos escándalos como ocurrió la semana pasada con el Tweet del presidente en que le canto la tabla al señor Trump a raíz de la guerra desatada contra los migrantes en los Estados Unidos.

Mi sugerencia es que se sigan realizando estas reuniones ministeriales de cara a la ciudadanía para informarle al pueblo sobre el cumplimiento de los compromisos incluidos en el Plan de Desarrollo y los planes de acción correspondientes.