La alcaldía de Villavicencio está promoviendo la organización de una amplia red de veedurías ciudadanas para que haga la vigilancia ambiental al proyecto que tiene como objetivo principal la construcción del Parque Metropolitano Alma Viva, sobre un área de 23 hectáreas, ubicadas en el corazón mismo de la ciudad, que con toda seguridad va a mejorar la calidad de vida de la ciudadanía.
El hecho mismo de que el gobierno municipal, en cabeza de un destacado líder alternativo como Harman, se proponga estimular una sana relación entre el Estado local y la sociedad civil es algo plausible que merece el reconocimiento del campo político progresista.
Sin embargo, conviene tener todo el cuidado para que la soberanía y autonomía de las organizaciones comunitarias se ejerza plenamente, obviamente, con la participación técnica de las instituciones gubernamentales cuya misión se enfoca en promover la participación ciudadana.
En todo caso, no sobra advertir la necesidad de la mayor tolerancia y respeto de los funcionarios por los lideres ambientales que expresan con mucha convicción ética sus preocupaciones e interrogantes, que muchas veces irritan o molestan a ciertas burocracias, mismas que responden estigmatizando y propiciando tragedias que al día de hoy han convertido a Colombia en el país campeón mundial en materia de asesinato de líderes sociales, como lo acaba de informar una red global ambiental.
Entrando en materia, la obra del parque Metropolitano demanda la mayor precaución ambiental para impedir daños en los bosques, arboles, flora, fauna, aguas y demás recursos naturales que puedan verse afectados directamente por las obras civiles que demanda un proyecto que inicialmente requerirá una inversión cercana a los 40 mil millones de pesos.
Obviamente, una precaución ambiental inteligente debe mirar las “externalidades negativas” de esta megaobra, como por decir los eventuales daños en el Caño de Arroz, ubicado en las cercanías del Parque, como cuerpo de agua que favorece la urbanización los Centauros.
Por lo pronto, el debate en curso ha llamado la atención sobre la población animal del área que será afectada por los múltiples procesos antrópicos de las obras civiles.
Hay en Villavicencio una Junta protectora de animales que ha levantado unas alertas a tener en cuenta. Hay algunas voces que menosprecian estas advertencias, sin embargo, dados los recientes llamados globales y de la ONU sobre el rápido agotamiento de los recursos naturales globales, es necesario que muchas voces se levanten en la capital del Meta para proteger los derechos de los animales como seres vivientes, especialmente los que puedan ser lesionados por la construcción del parque Metropolitano.
Construir el parque metropolitano supone traer al presente y a nuestro territorio otras experiencias en esa materia. Al respecto conviene recordar que los Nukak Makuk (el pueblo que camina del Guaviare) construyeron a lo largo de 22 mil años el parque más grande y hermoso que conoce el planeta como la Amazonia, sin afectar un milímetro la madre tierra.
Concluyo diciendo que el debate ambiental suscitado a propósito de la obra mencionada no debe hacernos olvidar otros temas de cardinal sensibilidad para Villavicencio. Me refiero a la necesidad de adelantar una vigorosa movilización social para hacer que las cortes judiciales emitan un fallo con el que se protejan los derechos de los ríos de Villavicencio, que son los que bajan del páramo de Sumapaz. En Colombia, cuencas el Atrato, el Cauca y el Quindío, han sido protegidas recientemente por fallos trascendentales de los tribunales y de la Corte Constitucional para que se garanticen los derechos de los cuerpos de agua, más si se tiene en cuenta que en 15 años Villavicencio perderá el 56% de su patrimonio hídrico.
Horacio Duque