Por: Heberto Tapias García. Profesor de Ingeniería Química de la UdeA
«Algunos analistas señalan que su discurso dejó perplejos a los asistentes, generando respuestas desconcertadas y tímidos aplausos. Afirmaciones polémicas, como su negación del cambio climático y críticas al papel regulador del Estado, han provocado reacciones variadas».
Algunos críticos consideran el discurso de Milei en Davos como una repetición de las ideas libertarias, catalogándolo como una charlatanería vacía empaquetada como pensamiento destacado y con afirmaciones que desafían conceptos económicos, especialmente en relación con el mercado y sus imperfecciones.
Resulta intrigante que atribuya a la intervención del Estado todas las distorsiones del mercado, que perturban el funcionamiento regulador de «la mano invisible» de Adam Smith. Esta postura contradice a reconocidos investigadores como Mariana Mazzucato, quien aboga por una intervención activa del Estado en la economía; argumentando que este debe desempeñar un papel estratégico en la inversión y la innovación para abordar desafíos sociales y fomentar el crecimiento económico sostenible. Mazzucato considera que el Estado no solo debe corregir fallas reales del mercado, sino también ser un actor emprendedor que impulse la inversión en áreas claves para el desarrollo a largo plazo.
Algunos analistas señalan que su discurso dejó perplejos a los asistentes, generando respuestas desconcertadas y tímidos aplausos. Afirmaciones polémicas, como su negación del cambio climático y críticas al papel regulador del Estado, han provocado reacciones variadas.
Un analista sentenció: «El discurso del presidente Milei en el Foro de Davos resultó vergonzoso. Fue misógino, contrario a la justicia social, negando el cambio climático y cuestionando el rol del Estado como regulador de los diversos intereses sectoriales». Y para un argentino, el discurso «estuvo cargado de soberbia irracional, que no distingue la barricada de campaña con la reunión de los líderes del mundo, que no entiende la democracia y el progreso social, nos avergüenza como país».
Otros, afirman que muchos asistentes de las potencias mundiales lo miraban atónitos. Y que respondieron desconcertados y con tímidos aplausos, frente a su intervención. Igual, aseguran que muchos medios acreditados declaran que el auditorio lo escuchó con «estupor y sorpresa».
Milei ha recibido críticas por su llamado a combatir el socialismo en un periodo de aparente prosperidad, cuestionándose su comprensión histórica y su consistencia lógica. Su visión parece obviar la Guerra Fría y atribuir la desintegración de la Unión Soviética al empobrecimiento que genera el modelo socialista, según sus afirmaciones.
Considero, que la actitud de Milei en su discurso en Davos fue más que soberbia. Notable fue su arrogancia, manifiesta en su autopercepción que se colige de sus afirmaciones frente a los líderes mundiales, representantes de gobiernos, empresarios y académicos.
A los líderes del mundo occidental, prácticamente, los trató de miopes y manipulados con ideas nocivas. Afirmó que: «se encuentran cooptados por una visión del mundo que —inexorablemente— conduce al socialismo, y en consecuencia a la pobreza». Que han confundido las causas con la solución de los problemas del mundo occidental. Que el capitalismo de libre empresa no es la causa de los problemas que viven los ciudadanos del mundo. Según él, «es la única herramienta que permite terminar con el hambre, la pobreza y la indigencia a lo largo y a lo ancho de todo el planeta».
Y a los economistas teóricos, no les fue mejor. Los acusa de no comprender qué es el mercado. Que si comprendieran el mercado como «un mecanismo de cooperación social donde se intercambian voluntariamente derechos de propiedad», no postularían la existencia de fallas de mercado, en las que sustentan las regulaciones que resultan siendo las causas de las perturbaciones en el sistema económico.
En su discurso, Milei se presenta, prácticamente, como un mesías, sustentado por las «fuerzas del cielo», con la tarea de librar con sus ideas al mundo del socialismo. Con su propuesta en contra del «colectivismo», como redefine el socialismo, podrá liberar al mundo de la debacle a la que inexorablemente llegará occidente, si no se acoge la libertad económica, el gobierno limitado y el respeto irrestricto de la propiedad privada. Según algunos críticos, esta narrativa revela su desconexión con la realidad histórica y la complejidad geopolítica.
Milei, en su rol de salvador de los problemas del mundo, con el privilegio de tener el verdadero conocimiento sobre el modelo económico perfecto para acabar con la pobreza, no estaría solo; estaría acompañado de los empresarios capitalistas justos, heroicos, moralmente superiores, benefactores sociales, y constructores de bienestar general. Su propuesta se sintetiza en: ¡Destrucción del Estado y glorificación del mercado!
Finalmente, diversas son las interpretaciones y posiciones que reflejan la controversia que rodea el discurso del actual presidente de Argentina. El tiempo será el juez de su impacto en la geopolítica actual y su legado en la historia.