El objetivo electoral para el 2022 es arrebatarle el país político a las mafias del narcotráfico, que tienen a todas las instituciones hundidas en la criminalidad; recuperarlo para que el pueblo colombiano pueda empezar a expresarse libre y democráticamente, sin ser perseguido, maltratado, asesinado y desaparecido.
Es que existe una especie de puerta giratoria entre las instituciones y la delincuencia. En Colombia, hoy, no se sabe si hablar de la legalidad de lo ilegal, de la ilegalidad de lo legal, o de ambas cosas. En ese entramado de jugaditas, se nombran descaradamente en la diplomacia y cargos públicos, a cuestionables personajes cargados de numerosas investigaciones por los más variados y vergonzosos delitos. Así también, desde las esferas jdiciales, los funcionarios corren prestos a precluir los procesos de dudosas y pestilentes figuras enquistadas en los poderes públicos.
Algunos datos explican los procederes. El gobierno colombiano reconoce que, en el 2020, existían 143.000 hectáreas sembradas de coca; pero los norteamericanos dicen que realmente eran 245,000. Lo cierto es que a Estados Unidos
entran, en promedio, 1.200 toneladas de cocaína al año. (Si se tiene en cuenta la producción de 6 kilos por tonelada, para las 1.200, se necesitarían 200.000 hectáreas)
No existe un dato preciso del costo de un kilogramo de cocaína en Estados Unidos; son valores sujetos al mercado; una cosa es la venta al por mayor; y otra, al menudeo, el cual se cotiza en gramos. Se obtienen datos en internet, de las agencias, con precios de 153 dólares el gramo y el kilo entre 28.000 y 32.000. En Europa, el kilo se cotiza en 40.000 dólares, pero también se conocen precios entre 262.500 y 112.500.
Una matemática simple muestra que esas 1.200 toneladas, representan entre 33.600 y 38.400 millones de dólares al año. Muy pocos tienen el privilegio de saberse la tabla del 1.200 para multiplicar y entender que cuando esas cifras se llevan a pesos, desaparece el delito. Es que se está hablando entre 124 y 142 billones de pesos, que mueve el negocio al año, el 70%, desde Colombia. Volumen de dinero, ya no se mueve en canecas ni en costales.
Por eso, cuando un ministro dice que la economía colombiana está blindada contra la crisis, se entiende lo que quiere decir. Es un negocio de élites globales. Lo ilícito siempre ha movido al capitalismo. No hay voluntad para acabar el narcotráfico. La juventud es formada en la desesperanza y a la vez se le vende la solución en alucinógenos; así, la población es enviada a los sótanos del infierno. Los policidas son felices requisando a marihuaneros de barrio, mientras el cartel de los soles, manda toneladas por el aire.
Esos dineros han sido empleados en la contra reforma agraria, en ejércitos privados, para comprar todo tipo de funcionarios y en otras inversiones. El poder político se soporta en el poder económico. Pero lo grave no está en el aspecto moral del negocio, sino en la opresión que se ejerce sobre el pueblo colombiano, con un absoluto deprecio por la vida de los ciudadanos y en el robo continuo de los recursos estatales, manejados con total corrupción y cinismo descarado.
De esta magnitud es el reto para el pueblo colombiano. Imperialismo, oligarquía y narcos, todos unidos en su contra.
Pero de la superación de las grandes dificultades, surge la gloria.
Septiembre 6 de 2021