El anillo de seguridad de la narcoderecha en Colombia, tiene cuatro niveles: las fuerzas armadas, las empresas de vigilancia privada, los paramilitares y los combos barriales.
Su anillo ideológico y político es más variado; va desde los "magnates" de los estratos bajos y medios, hasta los más furibundos y recalcitrantes de las clases altas; uno muy particular es el sector religioso, en el que toda suerte de pastores avivatos encuentra su negocio; este garantiza de sus ciegos y fieles seguidores, dos millones de votos amarrados para la derecha.
No es extraño ver que sus dirigentes políticos convoquen a rosarios a la virgen y a misas en los parques públicos, mientras que a la población manifestante se le atiende con rosarios de balas y batallas en las plazas, para que vivan su propio calvario. Es la lógica expresada en el libro "La virgen de los sicarios", que convierte a la religión en brujería, las ceremonias en misas negras y en ritos de guarda. Pero la doctrina queda ausente.
Dice el evangelio de san juan, capítulo 4, versículo 20: "Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?"
Falsos ruegos los de los piadosos narco-fascistas que oprimen y acribillan a los ciudadanos, sus semejantes. Esto hace recordar el libro "Oro, evangelio y reino" en el que se recopilan algunas atrocidades de la colonización de Abya Yala. Desde entonces, se escuchan los fervorosos llamados a "cazar indios", gritos que hoy entonan algunos miembros de la clase alta en Cali y Colombia.
La lucha del pueblo colombiano es muy parecida a la del Pueblo Palestino; ambos enfrentan enemigos que buscan exterminarlos. No pasan en vano el entrenamiento y la asesoría sionistas. Si hay que desaparecer a ocho millones de votantes de Colombia Human, lo intentarán; los narcos y genocidas no se andan con escrúpulos.
Es difícil entender qué anima a los policías para atacar con tanta saña a otros seres humanos, hundiéndose cada día más en la criminalidad. Los pueblos sólo tienen una forma de quitarse la opresión de encima: quitándose la opresión de encima. No hay paso atrás. La vieja normalidad no volverá nunca más.
La población construye en la calle la nueva historia de Colombia, sus cantos retumbarán victoriosos.
Mayo 18 de 2021