El imperialismo es una máquina infernal de neocolonialismo, de subordinación de los Estados/ naciones y un poder implacable que no respeta ningún principio democrático, ninguna división de poderes, ningún derecho humano (menos los naturales), ninguna libertad. Le da igual una dictadura, una satrapía o una pseudo democracia liberal.
El imperialismo es la quintaesencia del fascismo y de la violencia como forma de sometimiento de los pueblos, de los trabajadores, de los campesinos y de los pobres.
Para quienes en la izquierda han olvidado estas cosas elementales es bueno que regresen a los textos clásicos de Lenin y de otros pensadores marxistas sobre los orígenes y la esencia del imperialismo como otra de las formas del capitalismo expoliador financiero y territorial, apoyado en la guerra, la agresión y la invasión de naciones para saquearlas y esclavizarlas.
Venezuela está hoy en el centro de las tensiones políticas regionales y globales. Todos los imperialismos (el gringo, el canadiense, el europeo y el anglosajón) se han volcado en una arremetida violenta contra la revolución bolivariana y contra el triunfo electoral del presidente Nicolás Maduro, reelegido para un nuevo periodo gubernamental hasta el 2031, con el objetivo estratégico de profundizar la soberanía y las transformaciones estructurales de la sociedad venezolana.
Bloomberg, un artefacto financiero, tecnológico y periodístico, propiedad de un pez gordo del partido demócrata gringo y del establecimiento judío, está filtrando un dato del agónico gobierno de Biden para indicar que se viene una nueva oleada de retaliaciones en contra de la administración del presidente Nicolás Maduro.
Así, se indica que Estados Unidos está sentando las bases para nuevas sanciones a funcionarios del gobierno venezolano en respuesta a la disputada reelección de Nicolás Maduro en julio.
“El Departamento del Tesoro está cerca de anunciar 15 sanciones individuales contra funcionarios afiliados a Maduro que, según afirma, “obstruyeron la celebración de elecciones presidenciales libres y justas”, según documentos vistos por Bloomberg, o más bien reportes del pentágono y la CIA.
Las medidas, según ese papel financiero, apuntan a líderes clave que, según Estados Unidos, colaboraron con Maduro para socavar la votación del 28 de julio, una lista que incluye a miembros de la autoridad electoral, el máximo tribunal de Venezuela, la Asamblea Nacional y la policía de inteligencia y de inteligencia militar, conocida como SEBIN y DGCIM. Los planes podrían anunciarse tan pronto como esta semana y podrían cambiar antes de que se finalicen.
Nada nuevo en este esquema de amenazas y atropellos. Acaban de secuestrar el avión de la presidencia de la república de Venezuela, está en pleno auge la guerra cibernética contra el Estado y las centrales eléctricas de Venezuela.
Se dibuja un cuadro muy grave que, seguramente, será asumido con mayor entereza y fortaleza por el liderazgo que encabeza el presidente Nicolás Maduro y por todo el movimiento popular bolivariano y por los pueblos de las naciones de la región.
Lamentable, reprochable y desafortunado es el comportamiento del presidente del Brasil, el señor Lula. Ha mostrado una faceta muy negativa hasta el punto de favorecer con sus movidas el repugnante y corrupto régimen de la señora Boluarte en el Perú, responsable de masacres y de acciones de atropello contra los campesinos y los indígenas de esa nación.
Toca cantarle la tabla a este desteñido y oportunista dirigente que en algún momento fue acogido con cariño por nuestros pueblos. Pero esa es la vida. No faltan los tránsfugas que se le apuntan al transformismo para abandonar los intereses de los trabajadores y asumir los de las clases explotadoras.