«Han abandonado la táctica del miedo y terror empleada durante la campaña presidencial, optando en su lugar por generar una opinión negativa sobre las acciones del presidente y fomentar el rechazo a las reformas que los partidos de oposición sistemáticamente bloquean en el Congreso. Están allanando el camino para recuperar la presidencia en 2026 y restaurar su modelo de gestión de privilegios y subordinación de lo público a favor de intereses privados (...) ¡La guerra sucia se intensificará!».
Leyendo el editorial del periódico El Colombiano, «El libreto de Petro», se confirma una vez más la estrategia que siguen los medios corporativos opositores en la campaña de desprestigio del presidente. Sin descanso, sin tregua, se ataca, y se ataca y ataca. En esta pieza retórica de oposición, se acusa al presidente de populista, creador de rencores y enemigos, sembrador de odio, incoherente, polarizador, que divide «al mundo entre buenos y malos para poder encarnar el papel del supuesto salvador».
No ocultan la intención de generar indignación en la gente, contrariar la opinión pública y hacer ataques al presidente.
En su supuesta preocupación por las consecuencias de las actuaciones del presidente, se pregunta el editorialista: ¿Qué hacer?, y llama a la gente a no dejarse envolver en una espiral de odio y a vencer la narrativa de las imaginadas emociones tristes que provoca Petro. ¡Asombroso el nivel de cinismo!
Sí, muchos colombianos no son bobos. Es innegable que muchos colombianos no caen en ingenuidades. Cada vez comprendemos con mayor claridad la estrategia orquestada por la oposición y medios como El Colombiano: fomentar la aversión hacia el presidente. Resulta cada vez más evidente su intento de sembrar odio y forjar un rechazo sistemático contra Petro. Los objetivos de esta narrativa son transparentes: movilizar y manipular a los incautos mediante emociones negativas para socavar y desmantelar el proceso de cambio social y político que pretende adelantar el actual gobierno.
Como se aviva el fuego con gasolina, así, algunos medios de comunicación alimentan el odio visceral de un tipo de audiencia con artículos de opinión y editoriales como ese de El Colombiano contra Petro; similares a titulares sensacionalistas y camorreros, como los de Semana, tipo: «¿Los disturbios en la Universidad Nacional obedecen a que el nuevo rector no es petrista?». O, los de Noticias RCN, con una imagen de Petro diluída de manera intencional —como acusándolo de responsabilidad en esa citación—, para comunicar el resultado de una encuesta del día: ¿Está de acuerdo con que la Fiscalía llame a juicio al expresidente Uribe por presuntamente haber sobornado a testigos?; con resultados que no eran los que esperaban: 69 %, sí y 31 %, no.
Y, en todos los medios enemigos del cambio, el formato es el mismo y la intención convergente: desprestigiar a Petro.
Ese tipo de artículo, que explota afirmaciones desafortunadas de Petro, hace parte del libreto para llegar a «sus masas», gente vulnerable y manipulable, con mensajes que apelan a la emoción en lugar de la razón, para generar odio visceral y demonizar a quien está promoviendo las reformas sociales que requiere este país. El propósito es sembrar cizaña, hostilidad, irritar a la gente, así como se indispuso a muchos colombianos para que salieran a rechazar «emberracados» el Acuerdo de Paz con las Farc, en el plebiscito realizado en 2016.
Han abandonado la táctica del miedo y terror empleada durante la campaña presidencial, optando en su lugar por generar una opinión negativa sobre las acciones del presidente y fomentar el rechazo a las reformas que los partidos de oposición sistemáticamente bloquean en el Congreso. Están allanando el camino para recuperar la presidencia en 2026 y restaurar su modelo de gestión de privilegios y subordinación de lo público a favor de intereses privados, en lugar de promover y proponer cambios esenciales hacia una sociedad más equitativa y sostenible, como anhelamos todos. ¡La guerra sucia se intensificará!