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Si el Presidente dice que va a asumir las funciones de la CREG (Comisión de regulación de la energía y el gas), la respuesta de los gremios es: se va a producir un apagón en el país; si presenta una reforma a la salud, se dice que se va a acabar el sistema de salud en Colombia; si se propone una reforma laboral, que entonces, se van a acabar las empresas y se va a disparar el desempleo; si se busca una reforma pensional, es porque se va a acabar con los ahorros de la población y se va a desmejorar la remuneración de los pensionados; si se quiere impulsar las energías limpias, se pone en riesgo la matriz energética y la confianza en el país; si el Presidente anuncia que va a vaciar el sanitario en la Casa de Nariño -y bien lleno que estaba- entonces, se advierte que se va a desbordar el río Bogotá. 

Las advertencias de los gremios no son simples consejos bondadosos; suenan más a amenazas; actúan según el mismo formato del capo extorsionista que, desde la cárcel, anuncia castigos de muerte a quienes no cumplan sus condiciones. Hacen uso del chantaje; es como si dijeran: "tenemos la suficiente fuerza para que consideren lo que les puede pasar si nos controlan y dañan el negocio". 

Cuando advierten que nos vamos a volver como Venezuela, quieren decir que van a hacer los mismos sabotajes, bloqueos, atentados y guarimbas que han hecho allá. Alardean de su experiencia en los ataques al estilo del bajo mundo. Es otra presentación de las "vacunas" y del "gota a gota", pero esta vez, de frac. Si el mundo como lo ven ellos, cambia, la única opción es la catástrofe. Igual pensaban los señores feudales cuando les llegó su fin, que la vida sin ellos no podría existir. Pero la sociedad se transformó y siguió. 

Es la forma en que procede la derecha ante un mundo en efervescencia; están dispuestos a hacer lo que sea para evitar el más mínimo cambio; hasta echar mano de la superstición. Por eso es que son paramilitares y camanduleros a morir; no encuentran contradicción alguna entre el asesinato y el amor fraternal al prójimo, que tanto reza la doctrina del cristianismo. 

Esa es su característica, capacidad y forma de razonamiento. Por eso, son difíciles para el diálogo objetivo. Son dueños hasta de su dios, al cual usan como un muñequito al que manipulan según sus conveniencias de dinero o muerte. Pero la luz de la sabiduría abre una esperanza para colocarlos de frente, confundidos, al asombro de lo real. 

Otro mundo es posible. El pueblo colombiano debe estar alerta para construirlo y para que no se frustren sus esperanzas. 

Abril 6 de 2023 

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