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La situación se hace más profunda si tomamos en consideración la capacidad de los Estados Unidos para imponer su agenda geoestratégica. 

Con respecto a Haití y República Dominicana, el objetivo estratégico de Estados Unidos es generar un clima de inseguridad y desestabilización que profundice la diáspora haitiana en el mundo y en República Dominicana.

Indudablemente que los Estados Unidos han contemplado incluir a la República Dominicana y Haití en su estrategia de seguridad nacional, lo cual se puede observar en los acontecimientos recientes ocurridos en la realidad social haitiana.

El país del norte elaboró una Estrategia de Seguridad Nacional en el año 2017 y una Estrategia de Defensa Nacional en el año 2018, y en ambas se vislumbra con claridad que asume la competencia estratégica para imponer una agenda geoestratégica contra las potencias emergentes y contra algunas naciones del Caribe como Venezuela, Cuba y Nicaragua.

 

El urbanismo es una característica y una condición del capitalismo. En las ciudades se hacinan, como consumidores, millones de personas, violentadas en sus anteriores condiciones de propietarios, así como en lo social y cultural; esa concentración tiene como propósito, que sus necesidades se conviertan en negocio. 

La ciudad se desarrolla como verdugo del campo. A la industrialización de la agricultura, desarrollada para atender la demanda citadina, le estorban los minifundios autosuficientes y la naturaleza; la gran hacienda encuentra sus enemigos en el campesino libre, los bosques, los pantanos, los insectos, los pájaros, las zarigüeyas, los osos, los felinos; las fuentes de agua son apropiadas por particulares, quienes las desvían, las usufructúan, las contaminan y así las devuelven a la naturaleza y a las comunidades. 

Para optimizar la cosecha en cantidad, tiempo y tamaño, se usan químicos que envenenan las tierras, el aire y los ríos. Con la tala de árboles, se genera la erosión y la sedimentación, con consecuencias lamentables para los habitantes aguas abajo, y para su economía de cultivo, cría y pesca. 

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La invasión de Ucrania dura ya más de cinco meses y las hostilidades pueden continuar durante algún tiempo. En términos militares, el resultado es todavía incierto, pero lo que ya está claro es quiénes son los grandes ganadores y perdedores de este conflicto.

Los ganadores
Para los fabricantes de armas esta guerra es como un regalo del cielo. Ante la insistencia de la OTAN los países europeos aumentarán su esfuerzo armamentístico en cientos de billones en los próximos años. En Europa Central podemos esperar una nueva carrera armamentística, basta con pensar en la amenaza de la instalación de armas nucleares en Bielorrusia.

En la región del Ártico seguramente pase lo mismo con la adhesión de Finlandia y Suecia a la Alianza Atlántica. El impulso de la llamada «OTAN global» amenaza con una nueva y peligrosa carrera armamentística también en Asia.

La construcción de un poder popular en Colombia, después de 203 años de soledad, ha comenzado. Por lo menos, ese es el noble objetivo. Pero el camino es largo y pedregoso. 

Aunque las pretensiones golpistas de lunáticos y fanáticos del viejo establecimiento no se pueden desestimar, hay factores que se deben tener en cuenta para identificar su fracaso:
La contundencia del triunfo de Petro, el inmenso respaldo popular que conserva, la desactivación de las tensiones propiciada por sus diálogos con líderes políticos.

El gobierno del presidente Gustavo Petro tiene ante sí una compleja coyuntura en la que busca consolidar gobernabilidad, iniciar sus reformas sociales estratégicas y alcanzar la paz.
Su gestión comenzó desde mucho antes del multitudinario acto del 7 de agosto en Bogotá, cuando un pueblo esperanzado inundó las calles, le renovó su apoyo y se posesionó con él.

Asumió el nuevo gobierno en Colombia, una gran oportunidad para la paz 

La célebre canción de John Lennon “Give peace a chance” recorrió el mundo desde su grabación en 1969, coreada por millones de voces como un himno a favor de la paz. En Colombia, la muerte todavía tronaría durante décadas, incluso luego de haberse firmado solemnemente un Acuerdo de Paz entre el Estado y la principal guerrilla beligerante en 2016.

Aún hoy como ayer, los EEUU, cuyo rol central en la mayoría de los conflictos bélicos del siglo XX es indisimulable, invierte todos sus esfuerzos en sostener una guerra permanente en contra de la voluntad de autodeterminación los pueblos.