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Inundaciones bíblicas, calor abrasador, sistema de red colapsado, animales que se desploman, aguas que suben, cosechas que se marchitan, economía al borde del abismo y millones de desplazados. Bienvenidos al futuro del cambio climático… Pakistán.

El calentamiento global ha escrito en Pakistán, un país poblado por millones de personas, los primeros capítulos de una historia de terror que no parece haber llegado a su fin. Pakistán ha pasado de un año (2022) de inundaciones bíblicas a otros de calor sin precedentes. La normalidad ha huido, perseguida por un ogro de un tenebroso apocalipsis en ciernes.

Por eso, Inside Climate News tiene una serie notable titulada Living on Earth, que el pasado 8 de junio entrevistó a Rafay Alam, abogado ambiental y miembro del Consejo del Cambio Climático de Pakistán. El título de la entrevista: As Temperatures in Pakistan Top 120 Degrees, There’s Nowhere to Run [Mientras las temperaturas en Pakistán superan los 120 grados Fahrenheit [48,9 oC], no hay a dónde huir]. Esa entrevista sirve de base a este artículo sobre un país de 240 millones de habitantes al borde del apocalipsis.

De la severa experiencia climática de Pakistán, Rafay Alam saca la siguiente conclusión, que es ampliamente compartida en todo el Sur Global: «Hay un negacionismo significativo sobre el cambio climático en lugares como Estados Unidos. Y me da rabia porque veo a la gente afectada por la crisis climática. Veo animales afectados. Y esta es una experiencia vivida por la mayoría global, el Sur Global. Es extremadamente exasperante ver que personas que han participado activamente en la producción de este calentamiento global lo niegan, niegan toda responsabilidad, intentan seguir adelante como si nada hubiera pasado y tratan de seguir ganando dinero y así prosiguen intensificando el calentamiento».

Hay un adagio de la década de los 50 «Ugly Americans» [americanos horribles] que perdura hasta el día de hoy fuera de las fronteras de Estados Unidos. En él se trata peyorativamente a los estadounidenses como ruidosos, arrogantes, centrados en sí mismos, denigrantes, desconsiderados, ignorantes, con un grosero comportamiento etnocéntrico, lo que también se aplica a los intereses corporativos de Estados Unidos a nivel internacional. Lamentablemente, el cambio climático está reviviendo a lo grande este dictamen degradante, 70 años después. Y las personas que piensan que la atmósfera sociopolítica actual está envenenada, dividida y preparada para causar problemas en los EE.UU., deberían mirar por encima del hombro, ya que la ira se fomenta en todo el mundo con los EE.UU. como objetivo. Los problemas son universales.

Rafay Alam reside en Lahore (13 millones de habitantes), conocida como la «Ciudad de los Jardines». Es el corazón cultural de Pakistán con exquisitos festivales de arte, gastronomía y música, famoso por la producción cinematográfica y ser el hogar reconocido de la intelectualidad. Lahore es una metrópolis sofisticada y un lugar seguro para vivir. Según el Índice Mundial de Criminalidad, la ciudad es más segura que Londres, Nueva York o Melbourne.

Sin embargo, la vida de millones de personas en Pakistán ha cambiado para peor, aparentemente de la noche a la mañana. Hoy en día, el país experimenta olas de calor persistentes de más de 120 °F [48,9 oC] en algunas ciudades, y ahora empieza el verano.

El ritmo normal de vida de las últimas décadas se ha visto arrollado de Pakistán por un cambio climático brutal y gravemente dañino. El país todavía se está recuperando de las inundaciones bíblicas de 2022, cuando las lluvias normales se intensificaron entre un 400% y un 800% más allá de lo que nunca se había experimentado, un aguacero torrencial que duró semanas en regiones del país que no desaguan en la cuenca del río Indo. Como resultado, se formó un lago artificial de 100 kilómetros (62 millas), desplazando a más de 10 millones de personas y afectando a más de 30 millones, provocando a su paso daños a la infraestructura por valor de más de 35.000 millones de dólares, carreteras arrasadas, escuelas y hospitales destruidos. La reconstrucción llevará una generación. El cambio climático está en plena ebullición.

Rafay Alam dijo: «Hemos visto temperaturas desde mediados de mayo hasta ahora, la primera semana de junio, que superan los 50 grados centígrados, excediendo con creces los 120 °F [48,9 oC]. Lahore, donde vivo, está hoy a 44 °C, aproximadamente 111 °F [43,9 oC] … Salgo a caminar por las tardes cuando se pone el sol. No es desagradable, pero observé que los animales y los pájaros se desplomaban en el suelo en busca de agua, perros a un lado de la carretera incapaces de levantarse… Recientemente, la temperatura alcanzó los 125 °F [51,7 °C] en el lugar más caluroso de la Tierra, Mohenjo-Daro, que es el hogar de una antigua civilización».

En consecuencia, Pakistán no solo está sufriendo una ola de calor abrasador, sino que está experimentando activamente la crisis climática en todas sus variantes en tiempo real. Y según los meteorólogos: «El calor va a seguir apretando».

El cambio climático ha provocado una pesadilla económica, ya que Pakistán ha buscado socorro por las inundaciones en forma de préstamos, no mediante donaciones o ayudas, lo que ha duplicado la deuda externa de Pakistán en solo dos años. Esto es devastador para un país que está tratando de recuperar su equilibrio y reconstruir una economía quebrantada por el cambio climático.

Sin embargo, el país está aprendiendo a vivir con temperaturas devastadoras al cambiar los patrones normales de vida. Las clases en las escuelas terminan a las 12:00 del mediodía, pero lo hacen antes si las temperaturas suben demasiado, lo cual es una experiencia común en los últimos tiempos.

Aún más preocupante, y posiblemente el escenario más peligroso de todos, es que la temporada de monzones llegará a finales de junio o principios de julio, lo que convertirá el calor seco en calor húmedo extremo con temperaturas de bulbo húmedo mortales. A 95 °F [35 °C] y 70 % de humedad, impactará el cuerpo humano como si fueran 120 °F [48,9 °C]. Eso es mortal porque a ese nivel el cuerpo humano no puede liberar calor mediante el sudor. Lo que hace es hornear los órganos internos. Llevamos ya algún tiempo con temperaturas de tres dígitos [en grados Fahrenheit, 100 °F (37,8 oC) o más], y las previsiones indican que se mantendrán hasta finales de junio, y probablemente más allá, en pleno verano.

La agricultura representa el 20 por ciento del PIB de Pakistán. Según Alam, uno de los principales periódicos ingleses publicó recientemente un artículo sobre los cultivos diezmados en Pakistán por el calor: el algodón está básicamente chisporroteando; al maíz, los mangos y otras verduras, y forraje para el ganado, les espera una disminución de la productividad. Casi la mitad de la fuerza laboral paquistaní se dedica a la agricultura, y están siendo empujados al umbral de la pobreza por el implacable cambio climático.

«Esta ola de calor es un evento provocado por el hombre debido a los gases de efecto invernadero producidos y arrojados a la atmósfera por el Norte Global [Europa, especialmente los países ricos, Canadá, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Corea del Sur e Israel] desde la revolución industrial», manifiesta Alam.

Dice que el país debe adaptarse lo antes posible a un sistema climático fuera de control, lo que ha sido provocado por motivos de lucro en el exterior de Pakistán. Sugiere cambios en la agricultura cultivando semillas resistentes al calor. En la actualidad, ningún cultivo puede soportar temperaturas de más de 50 grados centígrados. Y hay que aprender a economizar el agua, ya que el 90% del agua se destina a la agricultura, que proporciona el 20 % del PIB del país y emplea al 40% de la fuerza laboral que se encuentra en el umbral de la pobreza.

Ahora, es temporada de cosecha. Los trabajadores agrícolas se despiertan cuando sale el sol para trabajar solo un par de horas antes de que haga demasiado calor. Cuando el calor imposibilita seguir trabajando, la gente se cobija en el interior de las viviendas para protegerse del sol. Pero a los que residen cerca de los campos se les advierte que también las serpientes y los escorpiones buscan lugares más frescos, por lo que entran en masa en las casas en busca de refugio.

La mayor preocupación de Alam son los pakistaníes de la clase media, la clase trabajadora y los que están en el umbral de la pobreza, que integran la inmensa mayoría de la población, incapaces de resistir mucho más las alteraciones climáticas. Además, no hay muchos lugares seguros a los que puedan ir para escapar del calor global, a menos que tengan un amigo rico.

Incluso dirigirse a las montañas del Himalaya en busca de lugares más frescos podría tener malas consecuencias. Hay más de 3.000 glaciares que, debido al calentamiento global, forman lagunas glaciares en las montañas. A veces, estas lagunas se desmoronan súbitamente desencadenando un estallido de devastadoras inundaciones que provocan deslaves en las laderas de las montañas y el agua arrastra las carreteras y los puentes, dejando aislados a los que han buscado el aire fresco de la montaña. Según el Centro Internacional para el Desarrollo Integrado de las Montañas, el Hindu Kush Himalaya es un «punto caliente de riesgo» de inundaciones repentinas.

Lamentablemente, Pakistán se ha convertido en un campo de pruebas de lo que el cambio climático es capaz de hacer. Y no hay razón para esperar que eso quede confinado a las fronteras de Pakistán.

Rafay Alam percibió por primera vez el devastador impacto al que podría llegar el cambio climático hace casi 20 años, cuando vio el documental Una verdad incómoda (Paramount Classics, mayo de 2006), de Al Gore, que le abrió los ojos a la realidad. Sin embargo, las naciones del mundo no han hecho frente a la causa principal, la quema de combustibles fósiles, que alimenta el cambio climático radical que ha azotado el medio ambiente de Pakistán más allá de los límites.

Alam cree que los sistemas legales y el sistema internacional tal como están fundamentados no pueden hacer frente a una crisis existencial como el cambio climático: «Una de las peores formas de lidiar con algo como el cambio climático es dividir el mundo en 200 países diferentes y hacer que se enfrenten unos con otros». El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) es una prueba de ello, han transcurrido unos 30 años desde su fundación y las emisiones de CO2 siguen aumentando año tras año sin perder el ritmo, amenazando a Pakistán. Pero, sin duda, Pakistán no es un caso aislado.

Según Alam, en conclusión: «El ecosistema de la Tierra ha estado en equilibrio desde la última edad de hielo, un equilibrio que nos ha permitido desarrollar suficiente agricultura para crear una civilización humana, para que tú y yo podamos hablar así. Esa civilización se acabó. No quiero decir que los seres humanos se vayan a extinguir. Pero esta forma en que interactuamos entre nosotros: uso extremadamente intensivo de energía, uso extremadamente intensivo de agua, consumo increíble de recursos naturales, producción de gases de efecto invernadero para casi cualquier cosa… Hace poco leí que el éxito viral de YouTube Despacito alcanzó los 5.000 millones de visitas en tan solo unos años. En YouTube se gastó energía suficiente para abastecer a 40.000 hogares estadounidenses durante un año. Es este comportamiento, esta civilización, la que está en riesgo. Y sí, es en gran medida un apocalipsis».