¿Estamos obligados a hacernos esta pregunta?
A medida que transcurre el exterminio sin piedad contra el pueblo palestino por la banda sionista de okupación llamada “Estado de Israel”, crecen con igual intensidad la tragedia y soledad de ese pueblo, la inquietud por su futuro y la repulsa y el asco mundial contra esa organización de psicópatas de Israel al mando de Netanyahu, comandante supremo del crimen organizado en Oriente Medio. Con sus soldados, sus apoyos diplomáticos en Europa y EEUU y las armas que recibe de este último país y de su propio comandante supremo de la guerra internacional, se cierra el círculo opresor al indefenso pueblo palestino, Dentro de ese círculo se quema a bombazos con especial tino a los niños y niñas para evitar que siga multiplicándose la población. Asesinarles sistemáticamente, premeditadamente, como en el holocausto nazi o el genocidio indio, es propio de criminales de la peor especie. Y estos lo son.
Los pueblos de la antigüedad preferían tener esclavos en lugar de tumbas infantiles, lo que mostraba algo de inteligencia práctica dentro de la maldad. Lo que ocurre con los niños y niñas palestinas es algo incalificable que va más allá de conceptos como infanticidio sistemático o el de crímenes contra la humanidad. Bajeza moral, abominación, asesinato, injusticia y asco deberían encontrar en el diccionario, una palabra, una expresión, que abarcara todo en una sola expresión, y que al ser pronunciada en voz alta sacudiera a la vez como descarga eléctrica al que la emite y al que la escucha.
A pesar de la indignación de los pueblos de la Tierra, Netanyahu se siente apoyado por el silencio cómplice de casi todos sus gobiernos, y, envalentonado, amenaza con encender otras guerras que les salgan gratis.
El silencio de la llamada “Comunidad Internacional” ante estos hechos merece ser destacado, porque es de tal naturaleza que justifica con creces su cambio de nombre por el verdadero: Conjura fascista Internacional.
La historia se repite por las mismas razones
El genocidio que hoy vemos producirse en Palestina es idéntico en el fondo al sufrido por los habitantes de Norteamérica a manos de los colonizadores europeos que dieron origen a los EEUU. Con el mismo propósito con que hoy actúan los soldados nazisionistas de Israel, los indios norteamericanos fueron masacrados sin piedad como lo son hoy los niños, ancianos, mujeres y hombres palestinos.
Aquellos desaprensivos colonos mataban a tiros a los indios y a los búfalos que los alimentaban. Así se aseguraban el genocidio, como Netanyahu y su banda se aseguran el genocidio impidiendo la ayuda humanitaria y matando de hambre y sed literalmente a sus víctimas, aunque eso sea ilegal, inhumano, cruel y propio de seres de conciencia de pedernal, pero ¿quién puede aplicar la ley, si tan siquiera el Tribunal Penal Internacional se atreve de frente con Netanyahu y sus ministros?
¿Qué va a ser de Palestina?
Esta pregunta es preciso contestarla. ¿ Será su destino final como el de los indios norteamericanos? Porque parece que los sionistas, igualmente colonialistas, supremacistas y violentos, igual o más deshumanizados que aquellos colonos norteamericanos, beben de la misma fuente envenenada. Por eso coinciden en tantas cosas. Mientras los yanquis en aquel tiempo exterminaban a la población original norteamericana, iban recluyendo a los supervivientes en las famosas “Reservas”, gobernadas por jefes indios del agrado del okupante, obligados a someter a los suyos cuando se resistían. Desde 1948, la Palestina original venía siendo diezmada a cuentagotas y arrinconada en esas dos “Reservas”- Gaza y Cisjordania –enfrentadas entre sí y gobernada esta última por la llamada “Autoridad Palestina”, semejante a la autoridad delegada y subordinada de un jefe indio en una “Reserva”. Primero se roban las tierras y luego se expropian hasta las Reservas, como ahora en Cisjordania poco a poco, llenándolas de colonos y arrojando a sus habitantes a un futuro incierto.
¿Acaso no recuerda todo esto, punto por punto, una repetición de la misma tragedia llevada a cabo en tierra palestina con las armas, el dinero y el apoyo incondicional de los EEUU como fieles sucesores de sus abuelos exterminadores? Sin arrepentimiento y sin reparación de aquellos crímenes hacia el pueblo indio, siguen haciendo lo mismo -vía Netanyahu- para tener una cuña incrustada en el corazón de Oriente Medio. Y lo terrible es que pueden volver a salirse con la suya. Porque ¿qué puede impedirlo?… ¿El “Orden Internacional”?..¿ La ONU?…Debe darles risa. ¿Quién puede creer ya en un mundo con reglas?
Una inmensa soledad
Ni la ONU, ni el Tribunal Penal Internacional, ni los países árabes, ni China o Rusia, ni Irán, pueden o quieren, por una u otra razón. Así que la banda de genocidas se ríe también de todos ellos, de las protestas de millones de ciudadanos de todo el mundo, de los judíos que critican el sionismo, y hasta de sus propios colonos que ahora piden detener la guerra para que les devuelvan a sus hijos presos por Hamas.
Sin duda el asalto del 7 de Octubre por Hamas abrió las puertas del infierno en Gaza. Nunca sabremos si los servicios secretos sionistas sabían lo del 7 de Octubre o si lo dejaron suceder para justificar el genocidio sin hallar oposición en la opinión pública y en los gobiernos del mundo, incluidos los árabes. Nunca sabremos si eso fue planificado como lo fue la misma creación de Hamas para dividir a Palestina en dos partes enfrentadas. En cualquier caso, la violencia de la respuesta es tan cruel, inhumana y desproporcionada como intolerable: un programa de poder y destrucción sin límite a personas, bienes y territorio. Todo lo demás son excusas para sostenerlo como la del asalto criminal de Hamas y el estúpido argumento que ni un niño de teta podría creer, del derecho a defenderse del atacante mientras no cesa de asesinar y robar.
La perversión del relato
Siempre que un grupo de fanáticos violentos decide actuar necesita parecer presentable y para ello eligen palabras y principios basados por lo general en sus ideas de patria, raza, ley y orden, o religión con el fin de que sean percibidas como honorables y dignas del pueblo. Los nazis y afines- aunque sin despreciar a las otras- eligen especialmente la patria y el supremacismo blanco.
Netanyahu ha elegido una excusa bíblica: la defensa de la Luz contra la Oscuridad, representada por el pueblo palestino, lo que “le exige” restaurar la antigua Judea con su banda de “iluminados”, ignorando a sabiendas que Judea solo era una provincia de Palestina. Ya sabemos que la Biblia es una buena excusa de larga tradición para matar a los semejantes practicada por la Iglesia durante más de mil años, así que no esperemos que venga el Papa a desmentir a Netanyahu. Tampoco hay ya orden internacional que valga, ni conciencia social y ética mundial potente, como no hay respuesta de los países musulmanes capaz de impedir el exterminio palestino. No se podrá impedir la repetición de la historia norteamericana, por lo que una vez concluida la matanza solo se puede esperar la existencia de un solo Estado llamado Israel que habrá okupado todo el territorio y permitirá la existencia de “Reservas” palestinas bajo su autoridad, en la que los supervivientes que vendrán a ser equivalentes a los negros en EEUU, estarán estrechamente vigilados y sometidos a la autoridad sionista. Este sería un final injusto, inhumano, inaceptable para la conciencia y a la vez una imagen exacta de nuestro mundo llamado “civilizado” que como siempre termina por acostumbrarse a lo peor, se acostumbrará a ver que los sionistas han oKupado toda Palestina, con “Reservas” palestinas como fueron las de los indios, a un mundo con exiliados palestinos, y a ver la bandera sionista como si fuese la de un país democrático y con el reconocimiento mundial como tal. Y los criminales de guerra saldrán a las tribunas del mundo como personas honorables y de conductas intachables.
Cómo me gustaría equivocarme
Cómo me gustaría que el pueblo oKupante fuera capaz de rechazar a su gobierno, mandar a los tribunales a los responsables de la masacre y ponerse de acuerdo con el pueblo palestino superviviente y con los exiliados forzosos, para formar una nación donde pudieran convivir en paz y en igualdad israelíes, palestinos y cualquier otro pueblo. Y tengo la seguridad de que tal cosa será posible alguna vez, de lo contrario habría que dejar de creer en la capacidad de evolución del alma humana y de la misma humanidad como sujeto histórico y espiritual.
Tengo la seguridad de que durante muchos años se habrá de seguir hablando de este tremendo crimen que ha puesto a cada humano de esta generación –y ojala que pase la voz a las siguientes- ante el espejo de su propia conciencia. ¿Qué siente cuando ve lo que ve en los noticiarios donde se habla de todo esto? ¿Qué piensa? ¿Como lo cuenta a sus hijos y a sus nietos? Todos deben saber la verdad, tienen todo el derecho.
Imagen de portada: Viñeta de Emilio Morales Ruiz