Aviso

Archivo:Pacto Historico,Logo Oficial.jpg 

Los partidos políticos han estado muy agitados: en el presente mes de diciembre de 2021 han presentado las listas que competirán por el favor de los electores, de cara a las elecciones legislativas de marzo de 2022.

En el abanico de organizaciones políticas aparece una alianza de grupos de izquierda: el Pacto Histórico. Surgida en febrero de 2021 es la suma de varias fuerzas y movimientos políticos y sociales, entre los que sobresale Colombia Humana, Unión Patriótica, Polo Democrático Alternativo, el Partido Comunista Colombiano, etc.

Su propósito es el de unir fuerzas para derrotar al uribismo en las elecciones legislativas de marzo y en las presidenciales de mayo, ambas en 2022. La unidad de la izquierda, objetivo casi siempre quimérico, promete concretarse esta vez para sacar a Colombia del oscuro laberinto en que la ha sumido el establecimiento.

Pero tan loable meta recientemente ha tenido un traspiés: la elaboración de las listas que consignan las personas que recibirán el voto del pueblo para que los represente en el poder legislativo. En no pocas regiones se quejan de que en su confección no se consultó el sentir mayoritario de las bases, es decir, que fueron escogidos a dedo desde conciliábulos a espaldas de la militancia o simplemente acudiendo representantes locales de dudosa legitimidad, pues supuestamente accedieron a dichas responsabilidades ejerciendo prácticas antidemocráticas, a veces amparadas en la virtualidad.

Un poco de historia

Múltiples pueden ser las miradas para interpretar esta situación, la histórica puede servirnos como antesala para entender lo que ocurre hoy. La izquierda electoral tiene tras de sí un pasado lleno de decisiones que, en su momento, en incluso hoy, pudieran calificarse como traiciones al pueblo. El Partido Socialista Revolucionario (PSR), fundado en 1926 teniendo como telón la realización del III Congreso Obrero, fue protagónico en las huelgas de aquella década; además, de un lado, ante la arremetida del gobierno conservador de Miguel Abadía Méndez, que no dudó en masacrar a miles de obreros en la madrugada del 6 de diciembre de 1928 Ciénaga (Magdalena), y de otro lado, ante la sistemática persecución política de que fuera víctima el Partido, la organización promovió un levantamiento armado a fines de julio de 1929; dicha iniciativa insurreccional fue desmontada en último momento, pero la orientación no llegó a algunas regiones, en el Líbano (Tolima) los insurrectos cumplieron lo pactado, luego de varios días de combate serían derrotados, fueron los famosos “Bolcheviques del Líbano”. 

En un evento del PSR a mediados de 1930, Guillermo Hernández, Felipe Lleras (hermano de Alberto Lleras, futuro presidente de Colombia), entre otros, cuestionaron agriamente a los “putchistas”, extremo izquierdistas que habían promovido el levantamiento insurreccional de julio de 1929: fueron excluidos del PSR Tomás Uribe Márquez, Luis Eduardo Mahecha y María Cano. Esta contradicción fue el crisol del que surgió el Partido Comunista de Colombia (PCC). Pocos años después, estos dos primigenios comunistas colombianos militaban en las toldas del Partido Liberal.

A lo largo del siglo XX los militantes comunistas transitaron por singulares posturas políticas: desde el browderismo (conciliación entre los Estados Unidos y la Unión Soviética), pasando por el respaldo al candidato liberal Gabriel Turbay en 1946 dándole la espalda al otro candidato liberal, Jorge Eliécer Gaitán, por considerarlo fascista, y terminando con el apoyo a los focos de resistencia armada campesina (que más tarde constituirían las FARC), pero, paradójicamente, asumiendo la más absoluta animadversión a la lucha armada en las ciudades, lo que conllevó a la expulsión de connotados cuadros del Partido, tales como Pedro Vásquez Rendón, Libardo Mora Toro, Pedro León Arboleda, entre otros, los cuales fundarían en 1965 el Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista) y posteriormente el Ejército Popular de Liberación (EPL) en 1967.

En la década de los setenta el PCC y el MOIR, entre otros, ensayaron la unidad en la Unión Nacional de Oposición con la que alcanzaron lograron algunos parlamentarios, pero divergencias en torno a la combinación de todas las formas de lucha, por ejemplo, diluyeron la tan ansiada unidad, en un contexto de sectarismo que en ocasiones desencadenó agresiones personales.

Con las negociaciones de paz de los noventa y al amparo de la Carta Constitucional de 1991 fueron surgiendo nuevas organizaciones o movimientos como el Polo Democrático Independiente, Alternativa Democrática, el Frente Social y Político, entre otros, los cuales se fusionaron en diciembre de 2005 dando origen al Polo Democrático Alternativo (PDA): su ideario de unidad fue el gran cohesionador de esta nueva fuerza política. 

La participación electoral daba frutos trascendentales: el Polo Democrático Independiente, en 2004, obtuvo la Alcaldía de Bogotá, el segundo cargo de elección popular más importante del país, en cabeza de Luis Eduardo (Lucho) Garzón, como detalle “sin importancia” la afición de Lucho por el licor y su mal genio. En las elecciones presidenciales de 2006 el magistrado Carlos Gaviria, por el PDA, obtuvo 2’600.000 votos: era la primera vez que una candidatura de izquierda llegara a ese nivel. En 2008, también por el PDA, llegó a la Alcaldía de Bogotá Samuel Moreno Rojas (nieto del general y expresidente Gustavo Rojas Pinilla, apodado “uñilargo” en el Ejército), en esta ocasión las críticas fueron mayúsculas: la corrupción a gran escala empañó su gestión, por tal motivo está preso en la actualidad, junto con su hermano Iván. 

Este escándalo golpeó severamente al PDA, no obstante, otro líder de izquierda, Gustavo Petro, por fuera del PDA, alcanzó la Alcaldía de Bogotá en 2012. No lo tuvo fácil, la derecha lo destituyó de su cargo en marzo de 2014 con base en dudosos argumentos de la Procuraduría General, en manos del uribismo: la Comisión Interamericana de Derechos Humanos intervino y ordenó un mes después que el Alcalde fuera restituido.

Un modo de funcionamiento burgués

Surge una inquietud, qué hay en común entre los comunistas de 1930 que expulsaron a los dirigentes obreros del PSR, pasando por los avatares del siglo XX y los líderes de la izquierda actual: unas prácticas que reproducen las relaciones de clase burguesas.

En últimas, un modo de funcionamiento burgués. Esta categoría la creó Louis Althusser en su trabajo titulado “Lo que no puede durar en el Partido Comunista”, elaborado a partir de la estrepitosa derrota electoral de los comunistas en las elecciones francesas de 1978. Dice el filósofo que al interior del Partido ocurre un divorcio entre la dirección y la base, es decir, que entre las células y el pueblo se vive una democracia dinámica y permanente, pero cuando se llega a las direcciones la ausencia de democracia se impone, ello con fundamento en la compartimentación y el mando unipersonal, típico de lo que ocurre en el  modo de producción capitalista en el que el burgués es el amo y señor del proceso productivo; en este caso son las direcciones, más particularmente el presidente o líder máximo de la organización, quien lo define casi todo. Es así como el programa, los estatutos, las definiciones colectivas, son reemplazadas con “acabo de hablar con el máximo, es que tengo línea directa con el máximo y él quiere que…”. Es en ese contexto en el que aparecen los grupos de amigos, las componendas, los manejos, las mentiras o verdades a medias, todo un escenario en el que la base y el pueblo son vistos como herramientas electorales para conquistar unos cargos y no como la esencia de la futura democracia popular que sacará a Colombia adelante.

¿Qué era el “mal genio de Lucho”? era la expresión de un estilo burgués de administración, y ni que hablar de los miles de millones que se embolsillaron los hermanos Moreno en el “Carrusel de la contratación en Bogotá”: los alternativos robando a manos llenas.

Lo anterior corrobora una realidad objetiva: prácticas de clase burguesas, produce burgueses, así inicialmente sólo se tenga su mentalidad y se enmascare con la más pura defensa del pueblo o de los obreros (que bien pudo ocurrir en el pasado), en fin, que la platica o la genuflexión a la derecha llegarán después…

¿Qué ha pasado en el Pacto Histórico?

Sencillo, que el modo de funcionamiento burgués tiene colonizado a la mayoría de las organizaciones que lo componen, máxime que sus programas son abiertamente socialdemócratas. Pero, si la izquierda electoral funciona de manera burguesa ¿cuál es el miedo de la derecha? Primero que la alianza de banqueros, burócratas (corrupción), terratenientes y mafiosos podría perder su hegemonía y tendría que competir con nuevos sectores de la burguesía (industriales y quizás comerciantes), a más de que las rentas del Estado no estarían a su total disposición como ocurre actualmente. Pero hay un segundo factor, quizás más decisivo estratégicamente, es el de que los sectores populares podrían alcanzar niveles de organización inusitados, de tal forma que a mediano plazo sean auténticas fuerzas populares las que construyan un verdadero poder alternativo, por fuera de los dictámenes del capital y de los gringos, y hasta allá la derecha no aguanta.

¿Qué hacer dentro del Pacto Histórico (PH)?

Algunos de los que no quedaron en las listas están pensando en irse para otra organización, es más, en Medellín un candidato a la Cámara ya tiene un número dentro del Verde. Esa decisión puede que no sea la más indicada, pues queda el Pacto Histórico como una simple alianza electoral que se rompe por la confección de una lista, “como no quedé yo, entonces me salgo”. No tiene presentación.

El ambiente de optimismo frente a una muy posible victoria de Gustavo Petro en las presidenciales de 2022 quizás nos haga perder el norte en cuanto a lo singular que constituye las elecciones legislativas de marzo. De cualquier forma los retos que vienen son enormes, la derecha no se quedará cruzada de brazos, conocemos su comportamiento defendiendo el poder, pero también conocemos de lo que son capaces si llegan a perder el control del Estado, es ahí donde aparecerá el pueblo organizado apoyando con acciones las reglas de juego de la democracia, qué paradoja, el pueblo movilizado en las calles defendiendo un establecimiento que por primera vez pondrá su dignidad en primer plano, ya veremos qué hacen los honorables parlamentarios del PH y sus funcionarios de las UTLs cuando el desafío implique el todo o el nada.

Additional information