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Acorralado por la presión de la ciudadanía que se ha volcado al espacio público con manifestaciones, huelgas y bloqueos de los grandes centros urbanos para exigir respuestas concretas del gobierno a los mas graves problemas que afectan a millones de colombianos y luego de varios días de movilizaciones afectadas por la violencia de los aparatos policiales y armados del Estado, el Presidente de Colombia ha convocado nuevamente unos diálogos supuestamente para identificar el malestar de la sociedad y concertar soluciones que atiendan los pliegos de peticiones de los sindicatos y demás organizaciones sociales.

Sin embargo, ese llamado al dialogo no tiene credibilidad dado los antecedentes con tales propuestas, pues ese recurso ha sido utilizado en el pasado reciente por Duque para aplacar los ánimos, dilatar las soluciones y desmovilizar la ciudadanía que ha visto frustrados sus propósitos cuando se ha colocado en disposición de lucha.

Han transcurrido mas de 16 meses en que por las circunstancias de la pandemia el movimiento social se aplaco, sin embargo, los problemas que propiciaron la acción de masas del 2019 se complicaron aun mas debido a la caída de la economía, la generalización del desempleo, el incremento de la pobreza, la corrupción con el manejo de la pandemia y la manipulación con el proceso de vacunación, lo que hizo que el desespero y la indignación crecieran entre la ciudadanía, misma que reventó con el infame proyecto de

reforma tributaria que cayo como un baldado de agua fría sobre la gente angustiada, empujándola a volcarse a las calles y a la huelga para frenar el esperpento del Ministro de Hacienda y su equipo neoliberal, cebado en el despojo de los dineros públicos, como se pudo confirmar en el debate sobre los contratos sobre el agua en mas de 300 municipios del país, donde Carrasquilla monto el gran negociado que le permitió embolsillarse más de 700 mil millones de pesos para el agua que fueron a parar a los paraísos fiscales del Caribe, asunto que está pendiente de ser aclarado por las autoridades judiciales internacionales pues en Colombia la impunidad es absoluta.

Desde el 28 de abril Colombia esta en un movimiento permanente el que incluso ha levantado la bandera de la salida de Duque de la Presidencia y de sus patrocinadores del Centro Democrático uribista.

La mayor responsabilidad política y criminal por lo que está ocurriendo en los actuales momentos en Colombia recae en el criminal ex presidente Uribe, en su partido Centro Democrático y en el gobierno de Duque.

Esa rosca asesina siente pasos de animal grande con el levantamiento en curso y para sortear la crisis ha construido una estratagema política en la que tienen previsto el uso de la violencia, el desabastecimiento de los mercados, la adopción de la conmoción interior con facultades dictatoriales para Duque y el famoso dialogo para debilitar el bloque que impulsa el paro y el pliego de demandas.

No hay que caer en el juego del uribismo y por el contrario se debe actuar para aislarlo y desalojarlo del poder en un proceso que implique una transición hacia un gobierno que recoja las principales demandas de los trabajadores y de la ciudadanía en general.

Hay que saber que ese dialogo es una gran mentira y en esos términos debe descartarse para priorizar e incrementar la movilización social con eventos como la marcha de un millón de bogotanos el próximo 19 de mayo y con la organización de Asambleas ciudadanas en todos los 32 departamentos del país, para desenmascarar el plan uribista de las Mesas departamentales de diálogos en donde Uribe pretende descargar la responsabilidad de su marioneta presidencial.

Horacio Duque

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