Aviso

 

Llegamos a Santander de Quilichao. Miradas furtivas caían sobre los bolsos, los zapatos, las botas y los rostros. Ojos provenientes de las motos, taxis, buses y chivas que en su caos por la carretera, buscaban clientes potenciales en el grupo que llegó al parque.

Llegó la camioneta. Mercado, bolsas y pasajeros hicimos espacio atrás. Ibamos dejando casas y calles para ser recibidos por el polvo, zancudos y montañas. Los abrazos se recibían con las viejas amistades.

Luego, se armaron las carpas de todos los colores. De manera atenta, se organizaron los turnos de guardia nocturna y quienes serían los voluntarios que arrancarían esa labor. De esta forma se dió inicio al encuentro de la Guardia Campesina en el norte del Cauca. La tranquilidad y silencio que armoniza el centro Los Tigres, equilibró los ánimos de l@s guardias. La programación se socializó para ordenar los tiempos de las actividades y quehaceres de cada guardia.

 

Para nadie es un secreto el enorme peso de la Iglesia católica en el último ciclo de negociaciones entre las insurgencias y el Gobierno nacional. Es más, se podría decir que la Iglesia ha sido un actor permanente en los diferentes momentos de negociación política en el país, por lo menos desde la década de los ochenta.

Para Periodismo de Verdad* A pesar de sus pujas internas, la variable correlación de fuerzas o la menor apertura frente a ciertos temas abordados en los acuerdos de paz con las FARC-EP, sería imposible para cualquiera desconocer los aportes de la institucionalidad católica en materia de Derechos Humanos, alivio humanitario y acercamiento entre las partes militarmente enfrentadas.

 

Los analistas venezolanos, colombianos e internacionales coinciden en que ven como muy remota la posibilidad de un enfrentamiento militar entre Colombia y Venezuela, aunque el tono guerrero de algunos altos funcionarios colombianos y el reciente anuncio de Nicolás Maduro de desplegar un sistema de misiles antiaéreos y ordenar ejercicios militares en la frontera, dan lugar a temer por la paz regional.

Las amenazas de guerra no son nuevas en la historia de ambos países, surgidos de la misma raíz de la Gran Colombia. Muchas veces sirvieron para distraer la atención de los problemas internos.

Por un lado sirve para invisibilizar las conversaciones entre gobierno y oposición venezolanos que adelantan con auspicio noruego y por el otro, ocultar el juicio que se le sigue al expresidente  colombiano Álvaro Uribe, en momentos en que se larga la campaña electoral para gobernadores y alcaldes.

 

De las contrataciones y nominas paralelas de siempre… de eso no hablan las candidaturas…

Las candidaturas del régimen municipal, PARA ALCALDÍA Y CONCEJO, entre otros cargos de representación popular a “elegir”, lo más seguro es que sigan de VACACIONES MORALES. Los clanes políticos-familiares, están en pie de lucha.

El régimen y sus representantes:
Este régimen pro-oligárquico y/o oportunista, que, en la ciudad está representado por los candidatos del clan del Cesar, GNECCO CERCHAR; del delfín políco de castas VARGAS LLERAS; del manzanillo SERPA URIBE y otrora lugarteniente ANDRADE y del marzista de marzo PULECIO PÉREZ, entre otros, jamás de los jamases nos plantearán a través de propuestas ideológicas y programáticas, cómo es que hay que tumbar el régimen. Sin estas propuestas, es imposible restaurar moral y democráticamente a la bella hija de Yarima y Pipatón.

 

La «Revista Latina de Comunicación Social» ha difundido el trabajo de investigación titulado Radio comunitaria y construcción de paz en Colombia. Comunicación, interacción y planeación participativa para el posconflicto. El mismo ha sido realizado por los profesores Jair Vega Casanova y Camilo Ernesto Pérez Quintero del Departamento de Comunicación de la Universidad del Norte de Colombia y César Augusto Tapias Hernández, estudiante del Doctorado en Comunicación en la misma universidad.

Tras la exposición pormenorizada de los hechos estos investigadores ahondan sobre la influencia de los medios comunitarios en la consolidación del proceso de pacificación de Colombia y concluyen:

“Resulta positivo constatar que con dificultades y todo, en la radio comunitaria colombiana existen espacios para construir la paz. Las JP y los CTL, como espacios para el encuentro de la diversidad social y, plataformas para lanzar sus voces a través de la radio, son en tanto escenarios de la comunicación interpersonal, la base de la comunicación para la paz y, por lo tanto, la radio comunitaria que quiere contribuir en su consolidación debe comenzar por fortalecer esos espacios desde las fases de preproducción o diseño de contenidos específicos.