Aviso

 

Sobradas razones existen para exigir al gobierno colombiano que se ocupe de sus problemas internos, en lugar de entrometerse con los asuntos de Venezuela, como su presidente Duque lo hace por mandato de Washington. Atendiendo sus intereses le ha mostrado a Trump su voluntad y decisión de contribuir mediante el pretexto de la “ayuda humanitaria”, y con el manejo de los falsos positivos en los cuales son maestros, a generar una provocación militar. Por supuesto, no parece que tuvieran previsto encontrar a nuestros servicios de inteligencia, a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, la PNB y las milicias y a un pueblo consciente y organizado preparados para repeler esos intentos, como ocurrió ayer por la mañana en el puente Simón Bolívar.

 

 En estas circunstancias sólo se puede estar a favor o en contra de la paz o a favor o en contra de la guerra, dijo el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez durante una conferencia de prensael pasado 20 de febrero al mencionar el momento crucial que está viviendo la región ante la amenaza de Estados Unidos de invadir Venezuela.

   Y por lo tanto son momentos en que ''se deciden la observancia, la vigencia de los principios del Derecho Internacional, de la Carta de las Naciones Unidas; se decide que la razón de legitimidad de un gobierno reside en el apoyo y en el voto de su pueblo; donde se decide que ninguna presión foránea puede sustituir el ejercicio soberano de la libre determinación''. Esto lo dijo Rodríguez seis días después de que el gobierno revolucionario de Cuba advirtiera el pasado 13 de febrero las intenciones intervencionistas de Estados Unidos y entre otros elementos mencionó el movimiento de aviones de transporte militar desde bases estadounidenses donde están las fuerzas especiales y las de

 

Es difícil responder algunas preguntas en la Venezuela de hoy. Creo que ni el gobierno de Venezuela ni el de Estados Unidos (los únicos actores verdaderos en este conflicto tienen todas las respuestas), sobre todo porque lo ocurrido es una situación inédita, en Venezuela, en América Latina y posiblemente en el mundo.

Es decir, estamos ante un golpe de Estado que se planifica, organiza y dirige desde el exterior, lo cual es normal desde que Estados Unidos existe como potencia, pero en este caso también se ejecuta en el exterior, lo cual es una novedad. El resto de participantes de este drama, incluyendo la oposición venezolana y los 10 países del Grupo de Lima más Ecuador —que se plegó a este para ajustar el comportamiento del traidor que ostenta la presidencia, al de sus colegas de la región— son meras fichas de relleno para la consumación de los planes imperiales.

 

Con la victoria de Bolsonaro y su toma de posesión como nuevo presidente de la República de Brasil, la bolsa sube. Estamos viendo en los últimos acontecimientos como el discurso del “outsider” en contra del establishment, corrupción y su adyacente erupción de sentimientos nostálgicos nacionales mueve a una parte de la ciudadanía a buscar enemigos donde antes no los había. Sin embargo, cuando nos referimos a ciertos actores políticos como “outsiders” en verdad debemos concretar que estos individuos son en realidad “insiders”. Este hecho se ejemplifica con personajes como Bolsonaro que ha sido diputado durante treinta años o el líder de VOX, en España, cobrando ochenta mil euros en asociaciones que ni él mismo sabía la labor que acontecían.

 

Los líderes de la derecha le arrogan al “reino español” un paternalismo frente a las naciones soberanas del otro lado del Atlántico a las que considera menores de edad que recuerda a la época colonial. Es una actitud que contrasta con la idea del Estado como sujeto de derecho internacional público, dominante en las relaciones internacionales contemporánea.

Por si alguien hoy no se ha dado cuenta, Venezuela vive la mayor crisis de gobernabilidad de los últimos 17 años. ¿Qué está pasando en Venezuela y por qué hay dos presidentes de la República? Sencilla respuesta a un problema público complejo en todos los ámbitos: porque hay una crisis de legitimidad amparada por una crisis económica sin parangón. Esa legitimidad se ha ido desvinculando del marco legal para trasladarse a las calles e incluso a otros países