Aviso

 

Al aproximarse el fin de las campañas políticas resulta oportuno reflexionar sobre la ausencia de propuestas palpables y sostenibles en términos de la política pública y de los recursos que genera la clase obrera y los sectores populares mediante su trabajo y el pago de impuestos, ¿por qué ninguno de los partidos políticos presentó una o varias acciones reales para revertir los efectos negativos de la crisis mundial que el capitalismo presenta? El aumento de la pobreza, el desempleo, la precariedad y la segregación no son únicamente reflejo de la pandemia del Covid-19, pues la acumulación en pocas manos de la riqueza generada por la fuerza de trabajo proletaria es una constante y uno de los sustentos del sistema. 

El capitalismo necesita del despojo y la acumulación a través de la explotación para existir, así que el aumento en estos padecimientos sociales es paulatino y constante bajo dicho modo de producción, y es por ello que en realidad ninguno de los candidatos-candidatas puede presentar medidas reales para poner fin a la angustiosa existencia de miles y millones de seres humanos en México y en particular en Yucatán, únicamente pueden reformar algunos aspectos según el interés y la correlación de fuerzas en el contexto de la lucha de clases. 

 

Es imposible no pensar en maquilas cuando se escucha hablar de Zonas Económicas Especiales (ZEE). Lo primero que se nos viene a la mente es mano de obra barata, violación de los derechos laborales, mayor explotación al trabajador, bajos o ningunos impuestos y exportaciones. Es lo que caracteriza a una ZEE según los manuales del Banco Mundial.

Hagámonos la siguiente pregunta: ¿Qué es lo que haría moverse a los grandes capitales extranjeros para que, en lugar de invertir en sus países, vengan a Venezuela o a cualquier otra Nación? Obviamente la maximización de su ganancia. En un sistema capitalista, dada la contradicción trabajo-capital, las ganancias serán mayores en la medida en que los salarios sean menores. 

Me preocupa la ingenuidad de quienes afirman que no habrá desmejoras laborales en las ZEE cuando es justamente este aspecto la garantía de las mayores ganancias del capital. En todo caso y ya que los diputados de la Asamblea Nacional (AN) aseguran que esta ley no violará los derechos constitucionales de los trabajadores venezolanos y que no habrá exenciones a la Ley Orgánica del Trabajo, la sugerencia, para que no quepa duda, es que lo expliciten en el proyecto de ley. Déjenlo por escrito. 

Dentro de la precariedad de la realidad centroamericana y caribeña, tenemos con qué defendernos y hemos acumulado un rico acervo de experiencias. 

La oligarquía todavía está en el país, pero ya no controla las alturas estratégicas de la sociedad y por más que lo intenta, no puede destruir el poder del pueblo.

En un reciente artículo “Washington: nuevo intento de derrocar al gobierno nicaragüense” Pablo Jofre Leal reconoce que Nicaragua, es blanco de la agresión imperialista de los Estados Unidos y sus peones regionales, más que nunca en este año electoral. También nota lo absurdo de la declaración yanqui de que Nicaragua es un peligro para la seguridad nacional de EE.UU. y observa cómo los medios de comunicación de manera rutinaria describen falsamente a Nicaragua como una dictadura, enfocando su campaña de odio más que todo en el Presidente Comandante Daniel Ortega. Jofre Leal resume de manera precisa y correcta que Nicaragua, igual que Bolivia, Cuba y Venezuela es objeto de una conspiración entre EE.UU. y sus aliados europeos para desestabilizar el país por medio de guerra económica, guerra psicológica, y el financiamiento de organizaciones y políticos opositores.

Las “Mamás de la Primera Línea”: guardianas de la resistencia colombiana 

Hasta hace algunas semanas eran típicas mujeres todoterreno que pasaban el día resolviendo quehaceres domésticos, deambulando entre trabajos precarios, criando solas a sus hijos, malabareando para lograr la hazaña de no pasar hambre. Mujeres anónimas. Madres, jóvenes, jefas de hogar, pobres. Mamás luchonas. De las cientos como ellas que viven en las barriadas populares del suroccidente de Bogotá, de las miles que habitan el territorio colombiano, de las millones que pueblan Latinoamérica.

Hasta hace algunas semanas eran típicas mujeres todoterreno que pasaban el día resolviendo quehaceres domésticos, deambulando entre trabajos precarios, criando solas a sus hijos, malabareando para lograr la hazaña de no pasar hambre. Mujeres anónimas. Madres, jóvenes, jefas de hogar, pobres. Mamás luchonas. De las cientos como ellas que viven en las barriadas populares del suroccidente de Bogotá, de las miles que habitan el territorio colombiano, de las millones que pueblan Latinoamérica.

Pero el estallido social las convocó a las calles y esa vasta experiencia en el trabajo de cuidados (no remunerado) la replicaron puertas afuera y la transformaron en identidad colectiva: hoy son las “Mamás de la Primera Línea”.

 

Más de 50 años de guerra revolucionaria en Colombia necesariamente han constituido de conjunto, una valiosa experiencia para las luchas de resistencia del pueblo colombiano. No obstante, en la actual coyuntura histórica, es necesario plantearse algunas otras estrategias de lucha.

A mas de un mes del Paro Nacional en Colombia, es hora de evaluar la lucha y la resistencia, y es hora de sentarse a discutir que sigue. Los compañeros/as que liderizan la resistencia, juntamente con los aliados, deben encauzar la beligerancia, hacia nuevos horizontes. Lo señalamos ya que hemos visto como las fuerzas represivas del sì régimen de Iván Duque, han recrudecido las matanzas, las desapariciones, correr de sangre especialmente de los jovenes.

Creemos que es hora, de dejar de estar mostrando en las redes y canales de comunicacion, las matanzas terribles, ya que es hacerle el juego a los represores, al maximizar y propiciar el psico-terror.