Aviso

 

La valerosa actitud de Ángel Zúñiga, patrullero de la Policía de Cali que el martes 9 de junio de 2020 se negó a participar en el desalojo y la represión de personas sencillas en el sector La Viga, corregimiento de Pance, zona rural del sur de la capital del Valle del Cauca, evidencia que aún en las fuerzas coercitivas del Estado colombiano hay seres con conciencia social.

El patrullero, que fue detenido de inmediato por uno de sus superiores, no puede ser violentado ahora judicialmente, pues está amparado nada menos y nada más que por la Constitución Política de Colombia, que en su Artículo 18 establece la libertad de conciencia, que consecuencialmente habilita a todo ciudadano, y Zúñiga lo es, a no obrar en contra de sus principios y valores supremos.

 

La Asociación de Trabajadores Informales de Facatativá en Cundinamarca; junto al gremio de Constructores Independientes, se movilizaron exigiendo el derecho al trabajo y un mínimo alimentario.

Por las calles de Facatativá, trabajadores informales y constructores, ondeaban banderas rojas, símbolo de la lucha y resistencia emprendida para hacer valer sus derechos. La movilización se realizó por la situación de vulnerabilidad; la poca acción de las autoridades del municipio; y el continuo abuso y atropello de la Policía.

El Ministerio de Salud y la Supersalud alertaron la semana pasada sobre la posibilidad de que hospitales y clínicas estén remitiendo indebidamente pacientes Covid a unidades de cuidado intensivo para cobrar más por atenderlos.

Aunque por ahora se trata solo de una advertencia, pues no mostraron pruebas, de ser cierto que hay un abuso en el uso de las UCI la capacidad del país para atender el pico de la pandemia, que según ha dicho el presidente Iván Duque podría darse en agosto, se vería en riesgo.

 

El día 8 de junio fue asesinado el líder social Edison León Pérez, de 57 años de edad, en la vereda El Bosque jurisdicción del municipio de San Miguel (Putumayo).

Taboola – Body
Era presidente de la Junta de Acción Comunal de la comunidad de San Juan Bosco, y por su liderazgo social había recibido amenazas.
Hace 8 meses la “Unidad Nacional de Protección” le asignó medidas materiales de protección con un vehículo blindado y dos escoltas, pero en el momento de ser atacado se encontraba solo.

 

A George Floyd de 46 años lo mataron el 25 de mayo en Minneapolis, Estados Unidos; 5 días antes habían asesinado a Anderson Arboleda de 19 años en Puerto Tejada, norte del Cauca. Ambos fueron ultimados por asesinos vestidos de policía, por el mismo delito: ser negros.

Hace 6 décadas el obispo de Buenaventura y Teólogo de la Liberación, Monseñor Gerardo Valencia Cano, recitaba el poema donde dice que “negro y malo no es lo mismo”; aguda crítica a lo que el supremacismo quiere imponer, que blanco y bueno es lo mismo.

El delito de no ser blanco lo tipificaron los supremacistas, al decir que la mayoría distinta a ellos somos salvajes, a quienes por designio divino ellos, los supuestamente superiores, deben civilizar. Este racismo engendró el esclavismo que secuestró a 12 millones de personas en África y las llevó esclavas a EEUU desde 1619.