Aviso

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El secretario de Estado Rex Tillerson desmintió, el 17 de enero de 2018, las declaraciones formuladas el 23 de diciembre por el jefe del CentCom –general Joseph Votel– y las que había hecho el 13 de enero el coronel Thomas Veale, vocero de la coalición estadounidense de lucha contra el Emirato Islámico (Daesh).

El desmentido de Tillerson sembró la confusión pero no satisfizo a Turquía, que, luego de advertir el 10 de enero al encargado de negocios estadounidense en Ankara, Philip Kosnett, y preparar una operación militar contra Afrin y Manbij, en suelo sirio, efectivamente inició dicha operación el 20 de enero.

 

Ni Una Menos, huelgas generales, movilizaciones de los pueblos originarios, sublevaciones, luchas anti-extractivistas, denuncias contra trasnacionales y sus organismos como la OMC. Se han organizados cientos y miles de concentraciones en solidaridad, apoyo y respaldo a las diversas causas populares.

Los Pueblos de América Latina quieren autonomía, quieren libertad e independencia de las clases dominantes, de la burocracia carroñera y corrupta. Se quiere una conexión con el resto del mundo, pero no desde la globalización capitalista-patriarcal, sino que desde las diferentes expresiones comunitarias y que albergan una potencialidad de salir del descarrilamiento al que nos llevan frenéticamente las grandes corporaciones y magnates de todo el mundo. No solo

 

Como lo advertíamos en el artículo pasado,  este año será definitorio y la batalla por la autodeterminación nacional será librada con intensidad en el frente interno y en el internacional.

Esta semana que pasó vimos el despliegue del imperialismo más agresivo que nunca, como consecuencia de la soberbia supremacista y la incultura política de quien lo dirige. Vaya por cierto nuestro abrazo bolivariano a los dignos pueblos hermanos de Haití y El Salvador víctima de agresiones xenófobas y racistas por parte de Donald Trump. Que nuestra indignación se convierta en aliento para reimpulsar los esfuerzos de unión latinoamericana y caribeña.

1-Últimamente he estado conversando con personas interesadas en el tema de la traición en su expresión más despreciable: la traición a la patria. Es decir, de aquella conducta personal -o grupal-, de carácter político, que consiste en colocarse al servicio de un Estado o potencia extranjera en contra del país en que se ha nacido. Durante el desarrollo de los acontecimientos que se desataron en fechas previas y durante la Segunda Guerra Mundial, se dieron numerosos casos en Europa de grupos políticos o de dirigentes que colaboraron abiertamente con el ocupante alemán: Polonia, Noruega, Países Bajos, Francia y otros. Los colaboradores con el invasor se convirtieron en feroces represores de las fuerzas de la resistencia que defendían la libertad en sus respectivas patrias. Los colaboracionistas, vale decir, los traidores a la patria, pasaron a ser símbolos de oprobio al término de la guerra y fueron perseguidos por la justicia popular y la institucional. Muchos fueron ahorcados, ejecutados o condenados a severas penas de prisión.

En el esquema clásico de periodización de la mal llamada “historia universal”, la Edad Contemporánea arrancó con la Revolución Francesa (1789); pero en América Latina el proceso correspondiente constituye la Independencia, aunque con sustanciales diferencias: mientras en Europa se instaura el capitalismo y ascienden las burguesías, acá no hubo revolución industrial; y la independencia, aunque tuvo participación y hasta intereses populares (liberar esclavos, redimir a los indígenas, instaurar democracias republicanas) impuso el poder de los criollos.

Durante el siglo XIX y hasta bien entrado el XX, en América Latina rigieron sistemas oligárquicos, de base terrateniente, comercial y hasta bancaria, pero con ausencia de capitalismo, pese a la constitución de reducidos núcleos de burguesías.