Aviso

 

El más potente movimiento social después de las revueltas del 9 de abril de 1948, cuando la criminal oligarquía colombiana asesino al caudillo Jorge Eliecer Gaitán, completa casi 12 días de sostenidas acciones en los principales centros urbanos del país. Aunque sometido a la más cruel campaña de violento exterminio por los aparatos armados del gobierno de Duque (Esmad, policía militar y grupos neo paramilitares), que se ha cobrado docenas de victimas jóvenes, cientos de detenidos y desaparecidos, su acción, en vez de caer o atenuarse, arrecia al día 13 de las manifestaciones y bloqueos que no ceden en los principales centros urbanos del país como Cali y Medellín.

A pesar de la maniobra del llamado al dialogo hecho desde la Casa de Nariño y las toldas del uribismo, al que han acudido un grupo de parlamentarios y fichas del reformismo conciliador del llamado Pacto de la Esperanza, coordinado por el ex gobernador paisa Sergio Fajardo (responsable directo del mayor descalabro de la represa de Hidroituango donde se robaron casi 10 billones de pesos) y al que parece también atenderá el Comité Nacional del paro en reunión prevista para este lunes 10 de mayo, para lo que se ha proyectado la cortina de humo de una supuesta negociación del Pliego elaborado desde noviembre del 2019, el levantamiento y la rebelión se extienden por los espacios urbanos de mayor concentración demográfica.

 

Latinoamérica y la zona del Caribe constituyen la reserva de la geopolítica expansionista de la clase dominante de Estados Unidos. Desde la tristemente célebre Doctrina Monroe, formulada en 1823, la voracidad del capitalismo estadounidense ha hecho de esta región del planeta su obligado patio trasero. En todos los países de esta gran zona geográfica, desde el momento mismo del nacimiento de las aristocracias criollas, el proyecto de nación fue siempre muy débil. Estas oligarquías y “sus” países no nacieron -distintamente a las potencias europeas, o al propio Estados Unidos- al calor de un genuino proyecto de nación sostenible, con vida propia, con vocación expansionista; por el contrario, volcadas desde su génesis a la producción agroexportadora primaria para mercados externos (materias primas con muy poco o ningún valor agregado), su historia está marcada por la dependencia. Oligarquías con complejo de inferioridad, buscando siempre por fuera de sus países los puntos de referencia, racistas y discriminadoras con respecto a los pueblos originarios -de los que, claro está, nunca dejaron de valerse para su acumulación como clase explotadora-, toda su historia como segmento social y, por tanto, la de los países donde ejercieron su poder, va de la mano de potencias externas (España o Portugal primero, luego Gran Bretaña, y desde la doctrina Monroe en adelante, de Estados Unidos).

 

Desde hace 10 años el Estado español mantiene millonarias ventas de productos militares a Colombio. Hoy, sus relaciones son más que sólidas.

A pesar de las reiteradas advertencias de distintas organizaciones sobre el elevado riesgo de violaciones a los derechos humanos, el Reino de España continúa con su lucrativo negocio de venta de armamento para la guerra. Además de venderles a AustraliaSingapur, Turquía (que está involucrada en acciones militares en Siria, Libia y el genocidio en el Kurdistán), Arabia Saudí (socio de España en el genocido del pueblo yemení), Egipto y Qatar, desde hace 10 años también ha encontrado terreno férril en Colombia,

Tras realizar millonarias compras en España durante estos años, hoy, el Ejército y demás fuerzas de seguridad colombianas está en la calle, siguiendo las órdenes del presidente Iván Duque, para reprimir y asesinar a mas de 35 ciudadanxs en el marco de las protestas contra el Régimen.

 

Ya aparecieron los que buscan lavarle la cara al régimen genocida del uribismo, montarse en la farsa de un “diálogo” interminable y mentiroso del que ahora habla la dictadura de Iván Duque, después de asesinar a más de 40 colombianos, de herir, torturar, detener y desaparecer a miles de ciudadanos, en incontables actos de represión y violación de los derechos humanos contra el Paro Nacional, que llega a su décimo día.

Quienes así hablan no leen el querer del pueblo en las calles, que todos los días se moviliza de manera multitudinaria, pacífica y espontánea, y resiste con rabia y valor contra la oligarquía, culpable de la violencia y la exclusión social a lo largo de la historia de nuestro país.

¿Ahora resulta que tenemos que salir a “salvar” a Duque para evitar que siga “secuestrado” por Uribe, cuando todos sabemos que es un fiel mandadero del Matarife y cumple a pie juntillas sus órdenes infames?

Ojo, señores: el pueblo está en las calles, más allá de muchos dirigentes, construyendo en la movilización y la protesta la agenda de exigencias, que complementa las del paro iniciado el 21 de noviembre de 2019 e interrumpido por el confinamiento de la pandemia en 2020.

Las manifestaciones en Colombia llegan a su décima jornada y ya se confirman muertes a manos de la policía. 

 

El presidente argentino declaró que “con preocupación observo la represión desatada ante las protestas sociales". 

El presidente argentino ha expresado este jueves desde su cuenta oficial de Twitter su preocupación por la represión en Colombia, a la que se refirió como violencia institucional.

“Con preocupación observo la represión desatada ante las protestas sociales ocurridas en Colombia. Ruego por que el pueblo colombiano retome la paz social” tuiteó el  mandatario, y añadió una alusión directa al gobierno del país, instándole a detener la violencia institucional.

De este modo, Fernández se une a la lista de líderes y entidades internacionales que se pronuncian por la crisis de derechos humanos que se vive hoy en Colombia, con el enfrentamiento de las fuerzas policiales contra los manifestantes en paro nacional contra la reforma tributaria.