Aviso

La razón de este texto es aportar algunas reflexiones sobre el posicionamiento de los y las anarquistas en los conflictos políticos actuales.

Comenzaré por recordar que el ideal y el objetivo del anarquismo es hacer posible la emergencia de una sociedad de libertad; igualdad y fraternidad/sororidad funcionando horizontalmente y practicando el apoyo mutuo con una perspectiva internacionalista.  Ideal y objetivo que no deben ser impuestos sino libremente asumidos por voluntad propia, para que esa sociedad sea el resultado de las decisiones  y acciones de todos y todas.

Añadiré que soy plenamente consciente de lo que es hoy la realidad del mundo y de lo alejada que está esta realidad de nuestro objetivo, por lo que no nos queda otra alternativa que existir y actuar en ella. Es decir: seguir defendiendo el ideal y actuar lo más consecuentemente posible para que esta realidad pueda evolucionar hacia una más próxima a la que deseamos.

Pues bien, siendo la realidad actual del mundo una mezcla de regímenes mas menos respetuosos de los llamados Derechos humanos y de regímenes que no los respetan, todos los conflictos políticos se enmarcan en el contexto de Democracia y Dictadura en que el Poder se ejerce siempre verticalmente. Pues es así  aunque en las Democracias se pretenda que se ejerce en nombre del Pueblo y en las Dictaduras (pretendidamente de izquierdas) se pretenda que es el Pueblo el que lo ejerce.

Es obvio pues que los y las anarquistas no podemos, (por consecuencia ideológica y pragmatismo) apoyar ninguno de esos regímenes, ni apoyar a sus promotores. Pero tampoco podemos resignarnos a ser simples testigos pasivos de sus conflictos; puesto que esa supuesta neutralidad siempre acaba beneficiando a unos u otros de esos regímenes.

Lo lógico es pues seguir defendiendo nuestras ideas y propuestas en los dos casos cuando ello sea posible. Porque lo lógico y consecuente no solo es aprovechar todas las posibilidades que se presenten sino también obrar para hacerlas posibles y tratar de  potenciarlas.

De ahí pues que, tanto por razones de utilidad como éticas, debamos valorar en cual de esos dos regímenes hay más grietas para hacer pasar nuestro mensaje y mejores condiciones para hacerles evolucionar en un sentido cada vez más democrático (con d minúscula). Es decir: cada vez más horizontalmente y, por consiguiente,  libremente e igualitariamente.

En este sentido, tanto por lo que la historia nos ha enseñando como por lo que vemos cada día, no creo que pueda haber duda alguna sobre las posibilidades que se pueden aprovechar en las Democracias frente a las nulas en Dictadura.

Efectivamente, dado que el capitalismo es hegemónico en el mundo y que no hay otra opción hoy que la de vivir en Democracia o en Dictadura, es lógico y consecuente preferir las Democracias, puesto que en ellas se pueden reclamar derechos sociales e inclusive humanos. Además de ser las Democracias más proclives que las Dictaduras para que se produzcan en ellas movimientos sociales con objetivos emancipadores. Y esto es válido para todos los países y todas las épocas. Lo fue para España, para salir de la Dictadura de Franco, y lo será también para Venezuela, para salir de la de Maduro.

Sabiendo que mientras haya Estados, los y las anarquistas tendremos que seguir luchando.

Octavio Alberola