Hace unos días, tras leer el Programa de las Jornadas para “Construir autonomía frente a la crisis global” y considerarlas absolutamente pertinentes, escribí y publiqué en varias webs un texto, “Por un anarquismo resueltamente ecosolidario“, con el que intenté poner de relieve la urgencia existencial para todos los seres humanos de rechazar el modelo civilizacional en vigor y de cambiarlo por otro resueltamente ecosolidario.

Mi texto fue pues la forma de manifestar mi rechazo a este modelo de civilización basado en el principio capitalista de la apropiación individual del esfuerzo colectivo y de los recursos naturales a través de la competición y el expolio. No solo por lo injusto de este principio sino también por lo irracional de ser su desarrollo una amenaza para la supervivencia de todo lo vivo en nuestro planeta. Pero sobre todo para contribuir, aunque fuese tan modestamente (tengo casi 97 años) al objetivo de las Jornadas: “Construir autonomía frente a la crisis global”. Pues, aun sabiendo la limitada eficacia de tales textos y encuentros ante el reto que nos plantea la crisis climática y el irresponsable comportamiento de los que gobiernan el mundo, es obvio que estas iniciativas y las luchas en las calles contribuyen a la concienciación ecológica de nuestros congéneres en el mundo y a obligar a los poderosos de gobiernos y corporaciones a utilizar las herramientas disponibles para detener la carrera hacia el colapso y hacer posible un mundo ecosolidario sostenible.

En ningún otro momento de la historia el colapso ha sido una amenaza tan planetaria como lo es ahora. Ella concierne a todos los seres humanos. Todos deberíamos ser pues conscientes de ello y reaccionar consecuentemente cambiando el comportamiento que nos está conduciendo a él. Pero, como dijo Chomsky en 2022, “pese a existir una comprensión generalizada de las medidas que pueden tomarse de forma realista, para evitar el desastre inminente y avanzar hacia un mundo mejor, no hay grandes cambios y prevalecen los intereses a corto plazo” de los gobiernos y las corporaciones. No podemos pues “tener fe en las estructuras de poder y en lo que harán, a menos que un público informado prefiera la supervivencia al beneficio a corto plazo de los ‘amos del universo’ y presione con fuerza”.

De ahí la necesidad y la urgencia de seguir concienciando ecológicamente y de seguir construyendo autonomía frente a la crisis global.

Octavio Alberola, Perpiñán, agosto de 2024