Basado en un texto de Jonathan Cook – Counterpunch.- Julian Assange no solo desafió a la élite político-militar de EEUU, al poner ante los ojos del mundo sus asesinatos y crímenes de guerra.
Sobre todo desafió al periodismo corporativo, a los grandes medios, a su hipocresía y a su alianza con el poder.
Por eso, hoy, la vergüenza y el horror de su caso, la censura, la persecución política, la tortura y los diez años de confinamiento y cárcel de este periodista no son noticia ni tema de tertulia.
Durante años, la CIA grabó su vida y pinchó sus comunicaciones en la embajada que lo acogió, hasta conseguir comprar al gobierno de Ecuador su entrega.
El siguiente paso es obtener su extradición a EEUU y condenarlo allí a prisión de por vida.
Con un más que evidente objetivo: sentar ejemplo, castigar la osadía de cualquier periodista que desvele qué hacen los matones que, en nombre de la democracia, cercan, amenazan, roban, matan o invaden.
Mientras, los medios que hicieron negocio con sus revelaciones –The New York Times o El País, por ejemplo- no solo ignoran su caso, sino que colaboran a difundir las mentiras para desprestigiarlo.
Porque el periodista y preso político Julian Assange no es ruso, ni chino, ni cubano, ni bielorruso. Por eso su Gulag es permitido por quienes aún tienen la desvergüenza de hablar… de libertad de prensa.
https://www.youtube.com/watch?v=DCapD9a8miQ&feature=emb_title