El Papa Francisco arremetió contra el proceso neoliberal del «mercado que solo no puede resolver todo», cuya brecha se acentuó con el nuevo coronavirus, indica en su encíclica Hermanos todos (Fratelli tutti, en italiano).
El Pontífice se mete de lleno en la definición de conceptos como populismo o neoliberalismo, que rechaza abiertamente, y defiende una suerte de mirada del mundo que bien podría redefinir los valores del socialismo actual, refiere El País de España.
La crisis del covid-19, marco en el que sitúa sus 98 folios de análisis, es al final solo un marco para concretar un extenso y directo programa dividido en ocho capítulos que ha ido mostrando desde que fue nombrado en 2013, y que le ha convertido en uno de los enemigos de las corrientes soberanistas, populistas o de ultraderecha actuales.
En Hermanos todos, en el fondo, funciona como síntesis del programa político de uno de los líderes que representan los grandes bloques actuales. El Papa arremete contra el consumismo, la globalización despiadada, el liberalismo económico, la tiranía de la propiedad privada y sobre el derecho a los bienes comunes.
Un pensamiento radicalmente social que revisita los postulados de san Francisco de Asís, una de las grandes referencias del Papa.
La apuesta para construir puentes entre distintos mundos ―también en los ambientes laicos y no católicos, donde a veces es mejor recibido― ha sido arriesgada y a menudo infructuosa. La encíclica aporta algunos elementos para entender mejor su hoja de ruta de todos estos años, menciona El País.
“Más allá de las diversas respuestas que dieron los distintos países, se evidenció la incapacidad de actuar conjuntamente. A pesar de estar hiperconectados, existía una fragmentación que volvía más difícil resolver los problemas que nos afectan a todos (…)», puntualiza parte del escrito por el Papa.
Prosiguió acotando sobre «ese mundo que avanzaba de manera implacable hacia una economía que, utilizando los avances tecnológicos, procuraba reducir los ‘costos humanos’, y algunos pretendían hacernos creer que bastaba la libertad de mercado para que todo estuviera asegurado. Pero el golpe duro e inesperado de esta pandemia fuera de control obligó por la fuerza a volver a pensar en los seres humanos, en todos, más que en el beneficio de algunos”.
También la falta de aprendizaje tras la última crisis económica, donde no se reguló “la actividad financiera especulativa y de la riqueza ficticia”. “El mercado solo no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal», enfatizó el Pontífice.
Francisco cree que la vertiente negativa de esta corriente política brota paralelamente a los nacionalismos y soberanismos que recorren el mundo, ante lo cual, la solución, cree Francisco, no pasa tampoco por el sistema de globalización actual. El Papa alude a la expresión “abrirse al mundo”, que según él ha sido secuestrada por la economía y las finanzas. “Se refiere exclusivamente a la apertura a los intereses extranjeros o a la libertad de los poderes económicos para invertir sin trabas ni complicaciones en todos los países.
La encíclica apunta incluso hacia los viejos fantasmas políticos del socialismo, como la propiedad privada, que el Papa considera un derecho “natural secundario y derivado del principio del destino universal de los bienes creados que, con frecuencia, (…) se superpone a lo prioritario”.
Incluidos el de la propiedad privada y cualquier otro, no deben estorbar, antes al contrario, facilitar su realización, como afirmaba san Pablo VI, asevera finalmente.