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Coronavirus en Colombia en vivo: resumen de caso, muertes y últimas noticias  del 9 de mayo - AS Colombia

La reforma fiscal fue el florero de Llorente para reaccionar y expresar el descontento e indignación contra la pobreza y desigualdad en Colombia. Malestar que se ha traducido en movilizaciones masivas en todas las ciudades, en las que no sólo los estudiantes y maestros han expresado su inconformidad con gobernantes y la situación económica y social que vive el pueblo colombiano, sino también, obreros, dirigentes sindicales, camioneros, médicos, enfermeras, amas de casa, trabajadores informales y personas que nunca antes habían salido a las calles.

No son ningunos vándalos los que se expresan y convocan a las protestas como lo presentan y quieren reducir los medios de comunicación oficiales, el presidente Duque, los ministros, dirigentes de gremios económicos, activistas  y políticos del Centro Democrático y de otros partidos de gobierno. Narrativa que reproducen automáticamente personas desinformadas y atrapadas en la propaganda  de negacionistas de las condiciones precarias de un alto porcentaje de gente sumida en la pobreza, y otros con falta de conciencia política y social acomodados en un confort de una clase media vulnerable. 

No es solo en contra de una reforma tributaria regresiva que carga más impuestos a las rentas de trabajo y otorga exenciones a las rentas de capitales y patrimonios. Esto también es por la corrupción, la desigualdad, la pobreza, el desempleo, la privatización de la salud y la educación, y las escasas oportunidades para romper el círculo perverso y vicioso de la pobreza. 

 

Las causas no son simples y tampoco lo que se está viviendo sin precedentes es producto de la pandemia. Tiene herencia histórica la revuelta. No es un quiebre histórico que están provocando unos desadaptados, parte de un supuesto libreto de fuerzas comunistas internacionales, acciones de un gobierno vecino o una estrategia del ELN y las FARC en su nueva forma de hacer la guerra según una teoría de la "guerra molecular disipada" que viene difundiendo Uribe en su cuenta de  Tweeter. 

 

Las causas son históricas. Tienen raíces económicas, políticas y sociales. Y hemos vivido momentos delicados de violencia antes en nuestra historia cercana. Los más cercanos, los que siguieron al asesinato del candidato presidencial Jorge Eliécer Gaitán, en 1948, que dieron origen a las guerrillas y los que precedieron la firma de la Constitución de 1991.

 

Señalan los expertos que esas crisis fueron resueltas de manera incompleta y que la firma  del proceso de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en 2016 abrió una caja de pandora de demandas y problemáticas antes prohibidas u ocultadas por la guerra. A lo que se suma la incapacidad de una élite política corrupta e incapaz de construir soluciones, problema de recaudo fiscal para atender déficit en las finanzas públicas, evidencias innegables de grietas insalvables de un modelo económico neoliberal ortodoxo en el manejo de la economía, un descontento generalizado pre-revolucionario expresado en una alianza obrero-campesina-indígena, una política más polarizada y más ideológica, un presidente incompetente y débil, inclusive dentro de su partido, y una élite económica avara e indolente. 

 

¿Qué nos espera? Una sensata solución que no esté teñida de más sangre y dolor para los excluidos.