Es bueno aclarar que no se asistió al evento y que no se conocen al detalle las contradicciones internas de la organización. A pesar de estas limitaciones, celebramos la realización de la Asamblea.
La declaración política que de allí surgió recoge acertadamente la realidad del país, en aspectos como la crisis económica y de salud, en la implementación de los acuerdos de paz, el asesinato de los líderes sociales y la guerra que se desarrolla desde el estado contra el pueblo colombiano.
Sin embargo, lo referente al estado interno de la organización, contrasta con lo expresado por otros sectores, como la publicación “26 de marzo” en su edición número cuatro, en la que aparece también la carta de Joaquín Gómez, Victoria Sandino Simanca y Benkos Biohó, que develan la existencia de hondas discrepancias.
Aunque Hegel dice que la contradicción da la dinámica a la historia, es de esperar que no se agudicen hasta el punto de tener que apreciar que, fue más fácil firmar un acuerdo de paz con la oligarquía más sanguinaria de América Latina, que fraternizar con los compañeros con los que se comparte historia de lucha.
Tampoco puede permitirse que los acuerdos de paz, se desarrollen dentro de la estrategia soñada por la derecha: un movimiento desmovilizado, desarmado, desarticulado, dividido, disperso, con sus integrantes asesinados. Una dramática encrucijada en la que, en los caminos, sólo se ven compañeros muertos, cerrados los caminos de la paz, dificultad para volver a las armas, intrigas, maquinaciones.
Como lo expresa el gran Dante Alighieri, en los primeros versos de la Divina Comedia, “en una selva muy oscura me encontraba, por apartarme del camino correcto”, pero ante la aparente sin salida, los revolucionarios contamos con la herramienta más poderosa para corregir los rumbos: la autocrítica.
La lucha social en Colombia, no se puede dar el lujo de despreciar a una organización con más de 13.000 miembros, integrada por personas con más de treinta años de experiencia revolucionaria, templados en confrontaciones, con una historia de sesenta años, que se enraíza con las batallas populares por un mundo mejor. Menos, en momentos en que se recrudece la guerra contra el pueblo, contra los países que construyen la libertad y cuando lo imperativo es la unidad.
También hay que resaltar que los acuerdos de paz no se firmaron para beneficio de la oligarquía, que son el 1 por ciento de la población, sino que corresponden a una necesidad del pueblo colombiano, el 90 por ciento de la ciudadanía.
Las consignas “Proletarios de los países, uníos” y “El pueblo unido Jamás será vencido” son un resumen de la lucha revolucionaria, por lo tanto, son más que sonoros estribillos para ser gritados con inocuidad en las marchas. Así es que, en lugar de discursos, se necesita dar pasos reales y efectivos hacia la convergencia.
Es una responsabilidad urgente, tejer los lazos de la unidad.
Colectivo
Enero 31 de 2021