La carrera por la vacunación contra la covid-19 ha profundizado el inmenso abismo que separa a las potencias mundiales de los países en vías de desarrollo. La noticia esperanzadora que significó para la humanidad el rápido y eficaz desarrollo de vacunas ha sido rápidamente eclipsada por las dificultades de la mayor parte de la población para acceder a los fármacos, en lo que más bien pareciera un esfuerzo del llamado primer mundo por edificar un nuevo muro de separación con el Sur, esta vez construido sobre el argumento del distanciamiento sanitario. ¿Se convirtió la vacuna en el nuevo instrumento de tutelaje?
Donald Trump fue acusado de fascista por sectores progresistas de todo el globo debido a sus planes de construir un nuevo muro de separación entre Estados Unidos y México. Ya hay varios muros que por fracciones dividen esa frontera, también está el muro que divide a Israel de Palestina, y hay muchos muros más. Los poderes fácticos han usado sus aparatos propagandísticos para mostrarse adversos a la política de los muros; no obstante, es desde esos mismos lugares desde donde de forma más discreta se aúpan políticas de apartheid mucho menos evidentes, pero aún más peligrosas. Por ejemplo, la muralla que se está construyendo ahora mismo como consecuencia de las dificultades impuestas a los países del Sur por lograr un acceso justo a las vacunas contra la covid-19, ya sea por motivos coyunturales o estructurales.
Según cifras de la OMS de finales de febrero (citadas por la agencia Anadolu de Turquía), aún 92 países de ingresos bajos y medianos no habían recibido ninguno de los fármacos inmunizadores, mientras que solo potencias ocupan el ranking de países con mayor porcentaje de vacunación y con más vacunas en stock. En total, solo un dos por ciento de la población mundial ha sido vacunada y adivinen en qué hemisferio está el inmenso porcentaje de las personas incluidas dentro de ese selecto grupo.
A ese presente se le suman los esfuerzos políticos y legislativos por labrar un futuro que perpetúe esa desigualdad, convirtiéndola a la postre en un nuevo sistema de dominación, ya no por las armas y tampoco por la ideología, sino por un flanco mucho más cruel y visceral: la salud. Demos un vistazo a esta realidad desde las estadísticas en pleno desarrollo.
Breve mapamundi de la vacunación
“Las dos terceras partes de las vacunas han sido asignadas a los 50 países más poderosos y el 0,1% a los 50 países más pobres”, advirtió Diego Tipping, presidente de la Cruz Roja Argentina, en declaraciones la semana pasada reproducidas por el diario español El País.
Solo por mostrar una de las fotografías que ilustra esa desigualdad: en Estados Unidos casi uno de cada cuatro ciudadanos ya ha recibido la vacuna y dicho por el propio Joe Biden, su stock de dosis supera en números a su población, es decir, tienen más vacunas de las que realmente necesitan. En América Latina, en contracara, a la fecha se han recibido 37 millones de dosis que se deben repartir entre 630 millones de personas, es decir, que hay seis dosis por cada cien habitantes (a razón de dos dosis por persona).
Señalan las cifras de la OMS que desde el principio del proceso de vacunación global y hasta hoy, el país imbatible es Israel, con casi 82 por ciento de su población ya con al menos una de las dos dosis de inmunización y casi 50 con los dos pinchazos administrados.
A Israel se le ha puesto como modelo global por su aparentemente admirable accionar al frente de la pandemia, pero su eficiencia tiene una razón muy simple: son los que mejor pagan. Mientras la Unión Europea paga 12 euros por vacuna, Israel paga a Pfizer 23 euros, así que el compromiso de la farmacéutica con el país hebreo es total y sin demora. Además, como plus, Israel ofrece gratis a la multinacional datos detallados de su proceso de vacunación, que Pfizer usa para fines investigativos del comportamiento de su producto. Es una relación ganar-ganar que ha dejado como resultado que Israel sea, igual que EEUU, otro de los países con excedentes de fármacos.
En el segundo lugar del ranking mundial de vacunación hay un completo outsider: las islas Seychelles, en el océano Índico. El archipiélago —que depende prácticamente al cien por ciento del turismo, así que necesita con urgencia una normalización total del mundo— ya ha logrado inmunizar a 62,4 por ciento de sus habitantes (19,8 por ciento con las dos dosis). Su ventaja es su limitada población de apenas unos cien mil habitantes, una cifra manejable. Además, ha recibido suministros por dos vías: el fármaco chino Sinopharm y el británico de Astra Zeneca.
El siguiente país que sigue en la lista de personas más vacunadas per cápita es Reino Unido con 33,3% por ciento de su población con al menos una dosis. Los ingleses llevan una amplia ventaja en Europa, que como bloque avanza a pasos muy desiguales. De hecho, los países de Europa del Este, históricamente más pobres, como República Checa o Rumania, dependen de donaciones. Empero, una nota publicada la semana pasada por la BBC hace un resumen de la situación en el continente y dice que todos los gobiernos de la región redoblan esfuerzos durante las semanas que corren para avanzar en la inmunización en esta época del año y garantizar así no “perder el verano”, es decir, las entradas económicas por concepto de turismo.
Estados Unidos, por su parte, en el cuarto lugar, ya se encuentra vacunando a un ritmo de más de 2 millones de dosis al día y ha dado luz verde a la inmunización generalizada, y decreta la vuelta a la normalidad para el mes de junio, cuando prevé ya haber logrado la inmunidad del rebaño. Biden dijo el miércoles que evalúan donar el excedente de sus vacunas a países pobres una vez hayan concluido con su meta.
“Vamos a asegurar que cuidamos primero de los estadounidenses, y después vamos a intentar ayudar al resto del mundo”, zanjó.
En cuanto a los gigantes más allá del mundo occidental, China ya ha vacunado a cuatro personas por cada cien habitantes y espera haber vacunado al 40 por ciento de su población de 1.400 millones para finales de junio. Rusia, por su parte, al 10 de febrero había inmunizado a 2,7 de su población e India al 18 febrero a 0,7 por ciento, según datos recogidos por Our World in Data publicados por Rtve. Los tres países son productores de vacuna y han priorizado las exportaciones. En total, de acuerdo con la misma fuente, se han administrado en el mundo más de 335 millones de inyecciones en más de cien países. Pero para ver la desigualdad, en el caso de África, por ejemplo, solo hay 14 territorios que han comenzado la campaña.
Así vamos en América Latina
América Latina es un modelo a escala de lo que pasa en el mundo. Las grandes economías de la región acaparan muchas más vacunas que los países pequeños, aunque en algunos casos como Brasil el plan de vacunación vaya retrasado, con obstáculos y pésimo pronóstico.
Sin embargo, en la región hay otro factor que entra en juego: la participación mayoritaria de las vacunas chinas y rusa, así como la próxima aprobación de cinco proyectos de vacuna cubanos, dos de los cuales ya están en fase III de ensayos clínicos. De modo que este panorama está parcialmente sujeto a otras reglas y se perfila a mediano plazo con otro pronóstico.
A la fecha, en la región Chile encabeza, y de hecho se ubica en un lugar aventajado del ranking mundial, con 12,4 por ciento de su población ya vacunada con al menos una dosis (al 16 de febrero). Le sigue Brasil con 2,9 por ciento de personas inmunizadas (al 18 de febrero).
En cuando a stock, en Latinoamérica 87% de las dosis ya adquiridas están en manos de solo cuatro países: Brasil (15 millones), Chile (8,6 millones), México y Argentina (4 millones). Mientras que Honduras, por ejemplo, aún no ha recibido vacunas y otros apenas cuentan con cantidades irrisorias, como Paraguay (4.000), Ecuador (73.000) o El Salvador (20.000).
Venezuela se ubica en un nivel medio gracias a las vacunas recibidas de Rusia y China. En detalle, ya se aplican 100.000 vacunas de la Sputnik V, de un total de 10 millones acordadas con Moscú, y 500.000 de la china Sinopharm.
“Catastrófico fracaso moral”
Es imposible ocultar una realidad que está a simple vista. La propia OMS reconoce que la distribución de las vacunas y el desarrollo de los procesos de vacunación ha sido desigual y ha otorgado ventajas inauditas.
“Tengo que ser franco: el mundo está al borde de un catastrófico fracaso moral, y el precio de este fracaso se pagará con vidas y medios de subsistencia en los países más pobres del mundo”, clamó el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, el pasado mes de febrero.
Aunque la OMS propició una iniciativa desde abril de 2020 para garantizar el acceso igualitario a los fármacos por parte de los países con mayor vulnerabilidad, el hecho es que el poder económico de las grandes potencias y los intereses políticos de las multinacionales farmacéuticas que han puesto las vacunas a la orden del libre mercado son factores que han ido encausando el camino de la inmunización hacia el escenario que hoy se vive.
“Aunque las vacunas traen esperanza a algunos, se convierten en otro ladrillo en el muro de la desigualdad entre los que tienen y los que no tienen. Se han administrado más de 39 millones de dosis de vacuna en al menos 49 países de ingresos más altos. Solo se han administrado 25 dosis en países de ingresos más bajos. No 25 millones, ni 25.000, (sino) 25”, lamentó, durante la inauguración de la 148ª reunión de la junta ejecutiva del organismo de salud.
Pronóstico postpandémico
No faltan las iniciativas legales y políticas para hacer más evidente y duradero el muro sanitario. Europa aprobó una legislación que frena las exportaciones desde sus territorios, sea cual sea el destino, si las farmacéuticas tienen deudas con sus cuotas. Y ya Italia aplicó esta normativa expropiando esta semana a Astra Zeneca un cargamento de 250.000 vacunas ofrecidas en su territorio que tenían como destino Australia, debido al retraso de la farmacéutica con Roma.
Por otro lado, el viejo continente también discute en el seno de su parlamento y entre sus gobiernos la aplicación o no de un pasaporte sanitario con el cual solo podrían entrar y circular en sus territorios personas ya vacunadas, lo cual, de aprobarse, sería un nuevo obstáculo para la migración. Los países que se oponen temen que redunde en pérdidas por concepto de turismo.
En Estados Unidos también se ha hablado de implementar una restricción parecida.
Por otro lado, someter a los países pobres a una donación por parte de las grandes potencias es otro método de chantaje. Israel, por ejemplo, solo donará a los países que reconocen a Jerusalén como capital de Israel.
Toda esta historia para contar que con la vacunación se reedita lo que pasa en el mundo con la repartición de la riqueza y con los derechos humanos básicos. Grandes contra pequeños, dominación conta resistencia, muros contra puentes, mercado contra humanidad.