
La irracionalidad humana se hace patente en la historia de la humanidad desde que desaparece la propiedad comunal y tiene su aparición la propiedad privada de los medios de producción. Desde ese momento la humanidad atraviesa diferentes períodos en donde unos pocos se apropian los bienes y servicios creados con el trabajo de la mayoría social.
El marco general del capitalismo viene determinado por dos componentes fundamentales. Por un lado, la burguesía y pequeña burguesía, propietarias del capital y, por otro, la clase obrera, propietaria de la fuerza de trabajo. Mientras unos poseen los medios de producción (tierras, industrias, dinero) otros sólo dependen de la venta de su fuerza de trabajo.
En las sociedades capitalistas, la clase trabajadora que es la inmensa mayoría produce los bienes y servicios que se los apropia una minoría. Ésta se enriquece, aumentando su capital y poder social; mientras que quienes viven de la esclavitud asalariada reciben migajas, lo mínimo imprescindible para satisfacer sus necesidades básicas y las de su familia.
En este complejo mundo de relaciones sociales, la esencia que determina el movimiento de la sociedad está en la lucha por el reparto de la riqueza social producida. La distribución de la misma es muy desigual, siempre favorable a los dueños del capital. Esto es así, porque tienen la ventaja de que controlan todos los aparatos del Estado, gobierno, policía, ejército, burocracia, justicia, dinero, leyes, etc.
Esta situación de poder permite que personas o grupos relacionados directa o indirectamente con las clases ricas, puedan llevarse la mayor parte del valor de los bienes que ha producido la sociedad; en muchas ocasiones los procedimientos que siguen las clases bordean o salvan la propia legalidad que ellas mismas establecen cuando dan el visto bueno a las leyes que se aprueban en los parlamentos burgueses.
Las clases ricas manejan con sus gobiernos las herramientas que forman parte del Estado y que ejercen por medio de los partidos políticos. Estos garantizan la estabilidad del sistema. En nuestro país, los pilares de la monarquía que adopta la democracia burguesa son principalmente el PP y el PSOE; éste último tiene el apoyo en el congreso de los diputados del conglomerado de organizaciones que forman SUMAR y de otras con arraigo en las nacionalidades del Estado que se auto asignan características progresistas, aunque no las tienen.
En la lucha por el poder surgen los continuos enfrentamientos entre el PSOE y el PP que como estamos viendo atraviesan diferentes aparatos del estado, conflictos en la policía, en el terreno judicial, etc. Ahora, cuando varios ministros, altos cargos y simpatizantes del PP están en procesos judiciales, Feijoo dice iniciar una campaña contra la corrupción que se está dando en el entorno y en el propio gobierno de Pedro Sánchez.
Otro ejemplo de estas contradicciones y choques de intereses, es lo que ocurre en IU que presenta una campaña contra los gastos militares del gobierno, cuando esta organización política forma parte de SUMAR que es miembro del gobierno de coalición. La campaña, lo hará junto a otras organizaciones bajo el lema “Gastos militares para fines sociales. No al rearme”. La campaña alega que están en contra de quienes organizan la guerra que están “imponiendo un incremento inasumible del gasto en armamento, mientras se dejan a un lado las demandas mayoritarias de la ciudanía para mejorar sus vidas a través de la educación, sanidad, cuidados, vivienda o servicios sociales públicos de calidad y bien dotados». También, dicen estar en contra de la reunión que está organizando la OTAN al que pertenece su gobierno en el mes de junio. Esta es la táctica y la estrategia electoral para recabar voto, “sí, pero no”.
En el caso de SUMAR, cuya caída electoral parece irreversible se agarra como salvavidas a los éxitos que dice haber obtenido con anterioridad en el período de Yolanda Díaz como ministra.
Sin embargo, los datos de la Encuesta Anual de Estructura Salarial del Instituto Nacional de Estadística (INE), del Estado español de 2023, muestran que los salarios han crecido solo en términos nominales, ya que no han conseguido recuperar el poder adquisitivo perdido en los últimos años. Según estos datos los salarios crecieron entre 2018 y 2023 casi un 17 %, sin embargo, la inflación acumulada superó el 19 %, lo que supuso una pérdida de casi el 2 % del ingreso neto de los trabajadores. La subida en 2023 del SMI no fue suficiente para compensar la inflación. Según el INE, en 2023 los precios de productos básicos como el aceite de oliva (+54,6%), el azúcar (+44,9%) o la leche (+31%) siguieron aumentando con fuerza, lo que anuló sobradamente el impacto real de las “subidas” salariales. En términos generales, el poder adquisitivo de la clase obrera no deja de contraerse.
No obstante, a esta propaganda sobre las subidas salariales que los hechos objetivos desmienten se suman su pasividad e inacción ante decisiones del Consejo de Ministros que en nada son favorables a las clases trabajadoras. Un caso muy particular es como el gobierno está aumentando descaradamente los gastos militares sin reacciones internas de los miembros del gabinete, incluido los de SUMAR. Toda la parafernalia que estamos escuchando de los guiños al pacifismo que en la actualidad provienen de personas ligadas a este grupo político, es pura retórica y cinismo que ya no engaña a nadie. A el espíritu militarista que se quiere difundir en la sociedad española se suman los sindicatos de su majestad, CCOO y UGT. Con todo el descaro del mundo, el secretario general de la UCT anda pidiendo la imposición de un impuesto a la ciudadanía para pagar las políticas de defensa y seguridad del estado, este señor entiende que para nada se va a detraer este dinero de los servicios públicos tan necesarios para un buen número de millones de familias que tienen necesidad en este país.
El gobierno y sus apoyos con los gastos millonarios para el desempeño guerrerista están hipotecando nuestro futuro más de lo que ya está hipotecado. Para equilibrar unos presupuestos enormemente deficitarios seguirá creciendo la deuda a la vez que los intereses seguirán incrementando la enorme carga económica que deberán soportar las generaciones futuras. Estas tienen que comprender que no les queda más remedio que acabar con el gobierno del Capital y optar por el Socialismo.