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Las empresas han utilizado la falsa promesa del reciclaje para aumentar exponencialmente la venta de plástico virgen. Naciones Unidas trabaja en un acuerdo para poner un tope a la producción mundial de este material.

La industria petroquímica produce, cada año, más de 450 millones de toneladas de plástico. Buena parte termina en la basura, pero otra gran cantidad acaba vertida directamente en el medioambiente. Un nuevo estudio cifra esta cantidad en al menos 52 millones de toneladas de macroplásticos al año. Por otro lado, de la basura plástica que sí termina en el contenedor y en los vertederos, solo una pequeña fracción se recicla: menos de un 10% de las 7.000 millones de toneladas de plástico fabricadas en la historia de la humanidad ha acabado teniendo una segunda vida, según datos de la UNEP.

“Este nuevo estudio publicado sobre la contaminación por macroplásticos pone de manifiesto aspectos importantes que deben ser considerados en las negociaciones que se están llevando a cabo para el establecimiento de un tratado internacional sobre los plásticos”, explica Ethel Eljarrat, directora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), en declaraciones recogidas por Science Media Centre España. “La gestión de los residuos plásticos sigue siendo una asignatura pendiente […]. Las tasas de reciclaje son muy bajas y se produce la quema incontrolada de una gran cantidad de residuos, con los problemas medioambientales que ello conlleva”.

El estudio también revela que casi 1.200 millones de personas (el 15% de la población mundial) viven sin acceso a servicios de recolección de residuos. Y que aproximadamente 30 millones de toneladas de plásticos (con datos de 2020) se quemaron en hogares, calles y vertederos, sin ningún control ambiental. Además, en los países que sí disponen de sistemas de recogida, hay otro problema: cada vez más evidencias científicas indican que es muy difícil reciclar todos estos plásticos, por lo que la mayor parte de la basura acaba incinerada o abandonada en el medioambiente.

¿Otro engaño de la industria petroquímica?

Uno de los informes más contundentes sobre las dificultades de reciclar los residuos plásticos fue publicado en febrero por el Center for Climate Integrity (CCI), una organización estadounidense que investiga los impactos de la industria petrolera y sus derivados. En él, sus autores no solo concluyen que es imposible reciclar todo el plástico que producimos de forma adecuada y que la economía circular del plástico es poco menos que una quimera, sino también que los fabricantes de este material (la industria petroquímica) lo saben desde hace décadas se han esforzado en seguir engañando a la gente y a las autoridades.

“En el informe recogemos las pruebas de que [en los años 60 y 70 del siglo pasado] la industria tenía un problema de imagen por la basura plástica que se acumulaba en el medioambiente y que era consciente de que el reciclaje era una parte valiosa de otras industrias. Así que los directivos empezaron a pensar que, si podían demostrar que el plástico era reciclable, resolverían este problema de imagen. Si podían convencer a la gente de que era reciclable, la gente no se preocuparía tanto”, explica Chelsea Lindsay, abogada del Center for Climate Integrity y una de las autoras del informe.

Y eso fue justo lo que hicieron. A partir de la década de 1980, la industria invirtió en el desarrollo de diferentes tecnologías de reciclaje, pero enseguida quedó claro que era una tarea imposible. Hoy lo sigue siendo por muchas razones: no hay mercado para el plástico reciclado, existen miles de plásticos de características muy diferentes, el plástico pierde calidad y se degrada a medida que se recicla y la gran cantidad de aditivos químicos tóxicos de ciertos tipos de plástico impiden que se le pueda dar una segunda vida a estos materiales.

Así, desde 1980, la mayor parte de los fondos para el reciclaje se ha destinado a campañas de publicidad, relaciones públicas y lobby político para convencer al mundo de que lo imposible era posible. El informe señala a todas las grandes petroleras, como ExxonMobil, Shell o Chevron Phillips, como principales impulsoras de esta estrategia.

“Tenemos pruebas de reuniones internas de la industria en las que se reconoce una y otra vez que el reciclaje no va a ser una solución efectiva a gran escala. Y en las que se subraya que el precio del plástico virgen siempre va a ser más competitivo que el del plástico reciclado. Ese es realmente el centro del problema. Mientras la industria petroquímica mantenga su modelo de negocio basado en producir mucho, va a preferir el plástico virgen al plástico reciclado”, añade Lindsay.

El informe va un paso más allá y afirma que las empresas de combustibles fósiles y otras petroquímicas han utilizado la falsa promesa del reciclaje para aumentar exponencialmente la producción de plástico virgen durante las últimas seis décadas. Así, han creado y perpetuado la crisis mundial de residuos plásticos y han impuesto un coste altísimo sobre todos nosotros, que debemos pagar las consecuencias también para nuestra salud. Además, en el camino, han convencido a toda la población de que cada uno es responsable del reciclaje de sus residuos y de que llevar la basura al contenedor amarillo es el gesto más importante para reducir el impacto ambiental del plástico.

“Al igual que han hecho con el cambio climático, quieren hacernos pensar que el problema puede resolverse con acciones individuales. Quieren que cada uno de nosotros se sienta responsable, cuando en realidad el sistema está diseñado para que los productos de plástico sigan produciéndose en grandes cantidades. Al promover el mito del reciclaje, han logrado que las personas sientan que tienen cierto control, pero el problema necesita una solución sistémica”, añade la abogada del Center for Climate Integrity.

Con la mirada puesta en Corea del Sur

En marzo de 2022, la Asamblea de las Naciones Unidas acordó empezar a trabajar para poner fin a la contaminación por plásticos y alcanzar un acuerdo internacional jurídicamente vinculante para 2024. El tiempo ha pasado y todas las miradas están puestas en Busán (Corea del Sur), donde a partir del 25 de noviembre se celebrará la quinta y última gran reunión para intentar cerrar el acuerdo. Los resultados de los encuentros anteriores no dejan mucho espacio al optimismo: aunque hubo avances, las presiones de los países productores de petróleo bloquearon siempre todos los esfuerzos dirigidos a reducir la producción de plástico.

“El problema de la contaminación por plástico debe abordarse desde perspectivas diferentes. El objetivo primordial de este acuerdo debería ser poner un tope a la producción mundial de plástico. No podemos seguir con este crecimiento exponencial en la fabricación de este material”, concluye Ethel Eljarrat. “Después, una vez limitada la producción, deben mejorarse los sistemas de gestión de residuos. Pero no lograremos disponer de una correcta gestión si la generación de residuos sigue creciendo de manera exponencial”.