“Aparcar los principios por un supuesto ‘pragmatismo’ político no es solo censurable, sino inútil en la lucha contra los enemigos”
El pasado sábado era detenido en Bolivia el comunista y refugiado político italiano Cesare Battisti. Battisti vivía hace años en Brasil sin esconderse. Tras la llegada a la presidencia de Jair Bolsonaro, que manifestó su intención de extraditar a “todos los bandidos terroristas a los que amparó Lula”, decidió abandonar ese país creyendo, posiblemente, quesus derechos como asilado serían respetados por el Gobierno de Evo Morales.
Por JULIO ANDRÉS CAPEY PARA CANARIAS SEMANAL. ORG.–
El pasado sabado, 12 de enero, era detenido en Bolivia el comunista y refugiado político italiano Cesare Battisti. Battisti fue un activo militante revolucionario de los años 70-80 en Italia, donde fue condenado a cadena perpetua en
juicios farsa, por cuatro homicidios y complicidad en otros asesinatos que él siempre negó haber cometido. Vivía hace años en Brasil sin esconderse, después de recibir asilo durante el mandato de Lula Da Silva. Tras la llegada a la presidencia de Jair Bolsonaro, que manifestó su intención de extraditar a “todos los bandidos terroristas a los que amparó Lula”, decidió abandonar ese país para refugiarse en Bolivia.
Posiblemente, Cesare Battisti consideró que, en el actual contexto latinoamericano, el país andino era uno de los pocos donde podría recibir untratamiento adecuado a su estatus de refugiado. Sin embargo, en menos de 24 horas desde su detención, el gobierno boliviano tomó la decisión de extraditarlo a Italia, ignorando diversas peticiones a favor del comunista italiano, sin valorar siquiera su petición de asilo político (*) y recibiendo por ello numerosas críticas dentro del país.
Entre otros, se manifestaron abiertamente en contra de esta decisión Hugo Moldiz, ex ministro en un anterior mandato de Evo Morales, quien afirmó que“se violaron derechos de Battisti al entregarlo y el costo político para el gobierno boliviano será alto” y el defensor del Pueblo, David Tezanos Pinto.
Una de las más duras reprobaciones, sin embargo, llegó del propio hermano del vicepresidente Álvaro García Linera, Raúl García Linera, que se declaró el pasado domingo “avergonzado” del accionar gubernamental, calificando de “cobarde” y “reaccionaria” la entrega de Cesare Battisti al gobierno ultraderechista italiano. Raúl García Linera, que también fue miembro del Ejército Guerrillero Túpac Katari y estuvo encarcelado por ello, expresó su rechazo a la extradición en su cuenta de Facebook y aseguró que éste era “el primer acto contrarrevolucionario” del Gobierno de Bolivia.
Fuera de este país, la extradición también fue duramente criticada por el director de Resumen Latinoamericano Carlos Aznárez, quien puntualizó:
“Se podrá argumentar (seguramente algunos lo harán) que el prófugo era una “papa caliente” en el difícil escenario electoral boliviano, pero lo que no se puede negar en estos casos extremos, es que si un revolucionario no puede ser protegido por sus pares. ¿Quienes lo harán?”
“Creemos que este domingo se ha perdido otra batalla y nos duele por el escenario donde se decidió, el de un gobierno que apoyamos, defendemos y respetamos, pero eso no significa que nos hagamos los distraídos o miremos a un costado. Battisti no debería haber sido extraditado, toda persona detenida tiene derecho a la defensa y mucho más aún cuando se trata de alguien que había solicitado refugio. No sólo no se lo escuchó sino que se lo calificó de “terrorista” y otros epítetos que están fuera del lenguaje entre revolucionarios” – añadió Aznárez.
En el lado contrario del arco político, Evo Morales, que busca la reelección en octubre y no se pronunció sobre el caso Battisti, recibió abiertas felicitaciones de la oposición.
“Digo sin odio pero con firmeza que Bolivia no puede ser refugio de asesinos y terroristas”- afirmó el empresario y líder opositor Samuel Doria Medina.
Por su parte, los gobernantes neofascistas de Brasil e Italia se felicitaron pública y bulliciosamente. El hijo del presidente de Brasil,Eduardo Bolsonaro, envió un entusiasta mensaje a Salvini:
“El regalito está llegando”.
“Brasil – añadió- ya no es tierra de bandidos”.
Y más tarde escribió en su cuenta de twitter: “la izquierda llora”.
El ultraderechista italiano no tardó en agradecer y presentar el caso como resultado de un nuevo orden político de alcance global.
“Mi primer pensamiento es para las víctimas de este asesino (…) protegido por las izquierdas de la mitad del planeta. Se acabó el picnic”.
Esta no es, lamentablemente, la primera ocasión en la que un gobierno progresista cede a las presiones de gobiernos derechistas, entregándoles a revolucionarios que debían recibir de ellos una mínima solidaridad internacionalista. Así lo hizo también el Ejecutivo del difunto líder bolivariano Hugo Chávez, extraditando a Colombia a varios guerrilleros de las FARC y a un periodista del medio independiente AMCOL, en una decisión que coincidió con el inútil intento de mejorar las relaciones de Venezuela con el Gobierno colombiano.
En cualquier caso, y sean cuales sean los cálculos de “oportunidad” del Gobierno boliviano, su cesión a la demanda de extradición que por años venía realizando, infructuosamente, el Estado italiano a Brasil -como la que en su día realizó Hugo Chávez a la oligarquía colombiana– plantea algunos interrogantes esenciales para la izquierda latinoamericana y mundial.
¿Acaso puede prevalecer sobre la solidaridad el mal llamado “realismo de Estado”? ¿Pueden considerarse coherentes para un gobierno progresista decisiones políticas como éstas? ¿Tan lejos quedaron los tiempos en que Salvador Allende acogía a combatientes que huían de la persecución en sus países y les ofrecía asilo? ¿Es que ya está “pasado de moda” este ejemplo de internacionalismo que también ha ejercido durante décadas la Cuba revolucionaria, concediendo refugio y tratamiento médico a exiliados y guerrilleros y rechazando siempre las demandas de extradición?
La realidad es que si el hecho de “aparcar” los principios más básicos de la solidaridad internacionalista, en virtud de un supuesto “pragmatismo” político, ya resulta suficientemente censurable, la historia enseña también que este tipo de concesiones jamás sirven para que los enemigos disminuyan su presión sobre los gobiernos rebeldes, como demuestra la actual ofensiva colombiana contra Venezuela tras el desmantelamiento de las FARC (1).
Esta forma de proceder, sin embargo, sí otorga una injustificada legitimidad a las estrategias represivas de los países demandantes y, lo que es aún más grave, supone asestar un durísimo varapalo a la moral de quienes, en cualquier parte del planeta, arriesgan sus vidas en la lucha por la emancipación de los pueblos.
(1) Hernando Calvo Ospina: “EE.UU. ideó la desmovilización de las FARC para dar un golpe en Venezuela”