A propósito de la efemérides que comparto con mis lectores/as en esta oportunidad (20 de Octubre, Día de la Cultura Cubana: festejo establecido como homenaje al mismo día que en 1868, en medio de la lucha independentista contra el colonialismo español, patriotas
bayameses entonaron las notas del Himno Nacional por primera vez), reflexiono en base a algunos conceptos que expuse en Amamantar la Identidad Nacional Cubana, justo seis años atrás, y otros aspectos contenidos en Cuba: aporta la emigración a su Identidad 36 meses después.
Así, una vez más significo el papel de la Identidad Nacional Cubana (INC —o Cultural, si así se prefiere) para enfrentar las amenazas internas y las provocadas por el desorden mundial: me refiero, desde el punto de vista conceptual, al proceso que sintetiza y tipifica a nuestro pueblo (por su Cultura, lenguaje, idiosincrasia, autorreconocimiento, sentido de pertenencia…), de acuerdo con los Valores que están en juego en un momento histórico dado (materiales y espirituales), lo que simultáneamente se distingue y asimila lo global, lo universal (la transculturación necesaria e inevitable).
También, reitero que asumo por Cultura al resultado y quehacer continuo de la obra humana a favor del bien de las personas contra instintos animales, todo lo cual ha sido legado de generaciones en generaciones desde tiempos remotos atendiendo a cada trama histórico-concreto, cuya función radica en satisfacer las necesidades materiales y espirituales de los individuos en un medio que privilegie armonía con la sociedad y la naturaleza; destacando que su núcleo duro debe ser la lucha por la Fraternidad, la Dignidad, la Equidad y la Felicidad de todos los pueblos, en contracorriente con la degradación de nuestra especie.
Igualmente, insisto en que identifico por Valores al conjunto de ideas que, al tiempo que permiten convivir en el marco de la decencia, contribuyen a la positiva transformación de la sociedad toda vez que se haga conciencia de ellas y, más aún, se incorporen a la actuación del sujeto, a tenor con las exigencias de cada contexto específico —amén de la estima por el patrimonio tangible. En su expresión práctica, evidencian la utilidad de la virtud —en consonancia con el Héroe Nacional de Cuba, José Martí.
Asimismo, subrayo que debemos tener en cuenta que la INC, según el sabio cubano Don Fernando Ortiz, incluye dos médulas fundamentales: una, la Cubanidad, entendida como la principal peculiaridad de la Cultura de Cuba; otra, la Cubanía, asumida como la Cubanidad plena y responsable, sentida y deseada conscientemente. Son elementos que sirven de buena compañía, tanto en el quehacer al interior de todo nuestro archipiélago como en el comportamiento de la diáspora cubana.
Al respecto, no dudo en reconocer que la mayoría de mis compatriotas del Caimán Verde tienen un comportamiento que alimenta/honra en la cotidianidad, por la general, la Cultura de Cuba. No hay que esforzarse mucho para darle crédito a tal sentencia. ¿O cómo explicar que, a pesar de la Guerra mediática Made in USA y eso que llaman la Yanquimanía (lo bueno es de “afuera” —para decirlo de un modo) nuestro pueblo acompañe/haga día a día su Revolución? Así, me permito obviar más argumentos en esta sentido.
No obstante, sí deseo resaltar que aprecio a la mayoría de cubanas y cubanos que allende el mar son depositarios de nuestra Identidad más allá del placer por el Congrí, la Carne de puerco frita, la Yuca con moho, la Cerveza, el Ron, la Pelota, el Son, el Dominó… A vuelo de pájaro, pregunto también: ¿cómo dejar de sentir orgullo por los éxitos de nuestros paisanos desde otras latitudes en la Música, el Ballet, las Artes Plásticas, el Deporte o en cualquiera otra manifestación? ¿Será que cubano/a alguno deja de sentir emoción cuando percibe que el nombre de la Patria recorre el mundo gracias a una actitud de un oriundo de nuestra Nación?
Simultáneamente, considero que existen no pocas manifestaciones que desde dentro o más allá de nuestras fronteras se alejan marcadamente de la necesidad de defender-enriquecer a diario eso que llaman lo Cubano.En nuestros predios, no debemos menos que repudiar cualquier manifestación de chapucería, de exposición atentatoria de la mejor convivencia/prosperidad de nuestro pueblo. Allende el Mar, merece desprecio la postura de quienes se suman al bochinche anticubano, las más de las veces como mercenarios.
Sin obviar el antagonismo ideológico, tengo la convicción de que hemos de estimular siempre el Derechos de los seres humanos encuadrados en los deberes personales y el respeto por la diferencia en el marco de la civilización. En cualquier caso, aquellas desgracias devenidas obstáculos para la mejor realización del Socialismo en la Mayor de las Antillas, incluyendo la “cacería de brujas”, hay que mandarlas la basurero de la Historia.
Con todo, pienso a propósito del Día de la Cultura Nacional en Cuba que nos sobran razones para sentirnos orgullosos tanto desde la Isla como desde nuestra comunidad residente en el exterior —sin descartar el puntapié que requieren las miserias.