¿Qué dimensión alcanzó la represión franquista en el País Valenciano? Permite una sencilla aproximación la línea de subvenciones promovida por la Diputació de València en 2024; por ejemplo, para las obras de rehabilitación del panteón dedicado a los republicanos españoles víctimas del fascismo en Alzira (municipio de 46.400 habitantes, Valencia); construido a finales de los años 70/principios de los 80 del siglo pasado, se trasladaron al Panteón los restos de 50 fosas comunes (200 personas).
Asimismo para la identificación de 54 personas asesinadas –entre mayo y julio de 1939- en el municipio de Sueca (28.000 habitantes, Valencia); las víctimas fueron ya exhumadas de la fosa común 126 del cementerio.
También a Acció Ciutadana contra la Impunitat del Franquisme, para el proyecto de divulgación sobre los trabajos forzados -durante los primeros años de la dictadura-, que hicieron posible la construcción del Pantano de Benagéber (participaron cerca de 600 presos políticos).
Otra consecuencia de las represalias franquistas fue el exilio; en este contexto, el pasado 17 y 18 de abril la Biblioteca Valenciana Nicolau Primitiu organizó las VIII Jornadas Laberintos, con título de Les dones de l’exili republicà de 1939.
Las jornadas se celebraron en el Monasterio de Sant Miquel dels Reis (cárcel para presos políticos durante la guerra de 1936 y la posguerra) y la Facultat de Geografia i Història de la Universitat de València (UV).
Editada por la Generalitat Valenciana, la revista Laberintos surgió en 2002, y tiene como objetivo la difusión de los exilios culturales españoles; en 2023 se publicó el número 25, cuyo dosier central estuvo dedicado a Las revistas del exilio republicano de 1939; ejerce como director de Laberintos el catedrático de Literatura Española Contemporánea en la Universitat Autònoma de Barcelona, Manuel Aznar Soler, quien explica:
“Nuestros exiliados crearon numerosas revistas en sus respectivos países de acogida, que se publicaron en las cuatro lenguas de la República literaria; igualmente, colaboraron en los periódicos y revistas de estos mismos países, un medio esencial para su supervivencia profesional”.
Las revistas sirvieron, por ejemplo, para poder comunicarse con intelectuales de los países a los que se exiliaron, y como “puente de diálogo con la cultura antifranquista del interior”; parte de las obras realizadas por los escritores desterrados, a menudo olvidada, se halla en las publicaciones citadas.
En esta idea profundiza el artículo Las revistas del exilio republicano: punto de encuentro y desencuentro entre escritores, de Ana González Neira (Universidade da Coruña); así, en cuanto a la difusión, es posible que fueran más del mil las revistas, periódicos y boletines que vieron la luz entre 1936 y 1977, principalmente en México y Francia (los países más importantes de acogimiento, además otros como Chile y República Dominicana).
Ana González Neira detalla que la primera de las publicaciones –en 1936- fue Euzko Deya, promovida en Francia por el Gobierno vasco; la investigadora da cuenta de la diversidad de emplazamientos: Claridades cambió de sede –de México a Cuba- en 1940; y también de la variedad de contenidos; las más conocidas, de carácter político y cultural, pero también se editaron infantiles (Ayuda o El Ramillete); satíricas (Aquelarre, en 1954, en Francia); o científicas (Anales del ateneo Ramón y Cajal, en 1943, en México).
Respecto a las condiciones precarias de publicación, “en sus páginas es frecuente comprobar, incluso tras más de una década del fin de la Guerra Civil, que los redactores solicitaran apoyo económico a los propios lectores (…)”; el texto de González Neira menciona ejemplos de estas peticiones en Asturias (México, 1942); Adelante (Marsella, 1944) o Acción Socialista (París, 1950).
Otro texto publicado en el número 25 de Laberintos –De “España con honra” a “República española”: un viaje por la prensa del republicanismo en el exilio de 1939– tiene como autor a Jorge de Hoyos Puente, del Departamento de Historia Contemporánea de la UNED; el autor analiza, entre otras publicaciones, España con Honra, editada entre 1941 y 1943; era el medio de expresión –mensual o bimensual- de Acción Republicana Española (ARE).
Los autores de los textos criticaban, entre otros puntos, los acuerdos a los que la dictadura estaba llegando con la Alemania nazi y la Italia fascista, y que valoraban como una “intromisión inaceptable” en la soberanía nacional.
Jorge de Hoyos examina, asimismo, el recorrido de España, órgano de la Junta Española de Liberación (JEL), impresa entre enero de 1944 y septiembre de 1945; fueron editados 82 números semanales; en la JEL participaron diferentes grupos republicanos, también sectores del socialismo y nacionalistas; desempeñó la dirección el periodista (socialista) Manuel Albar.
Un estudio de interés es Puentes entre el exilio y el interior: las revistas de Max Aub Los Sesenta y Sala de Espera, a cargo de Javier Sánchez Zapatero (Universidad de Salamanca); el autor de El laberinto mágico y La gallina ciega promovió las dos revistas durante su exilio en México (tuvo que abandonar España en 1939); la revista Los Sesenta, publicada en el periodo 1964-1966, incluía textos de Max Aub y de autores como Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén, Rafael Alberti o León Felipe.
A estos artículos se suma Fora de camp: altres veus de la premsa cultural de l’exili español republicà de 1939, por Yasmina Yousfi López (universidades de Barcelona y Alicante); la investigación da cuenta de las publicaciones en Perú, Bolivia, Chile, Paraguay, Costa Rica, Panamá y Guatemala; uno de los casos remarcados es el del periodista Corpus Barga, exiliado en Perú, quien fundó y ejerció la dirección, entre 1964 y 1967, del mensual Gaceta sanmarquina (boletín oficial de la Escuela de Periodismo).
Además, durante las jornadas celebradas en Valencia, Laberintos hizo difusión del volumen Epistolario. Pío Baroja-Eduardo Ranch Fuster, de 400 páginas (Ed. Vicent Llorens, 1998); la obra recopila 95 cartas -56 con la firma del pianista, compositor, crítico musical y bibliófilo, de ideario republicano y valencianista; y otras 39 firmadas por el novelista vasco-; las cartas comprenden el periodo 1933-1955; en una de las últimas misivas (14 de mayo de 1955), escribía Eduardo Ranch:
“Poco tiempo después de terminada nuestra guerra, visitamos aquí, un amigo y yo, una editorial y nos dijeron que las obras de Blasco Ibáñez estaban prohibidas por la censura”.