En “Ningún lenguaje es inocente. El inocente es uno, si se lo cree”, hace un par de años, con mucho acierto expresó Fernando Martínez Heredia —esa suerte de Mentor de nuestra Juventud revolucionaria: “[…] es un deber de todos los que tenemos actividades y papeles intelectuales
enfrentarnos con inteligencia y decisión al conjunto de nuestros problemas, a la totalidad del enfrentamiento cultural que existe en Cuba entre el capitalismo y el socialismo, a la tarea de hacer crecer la conciencia y lograr que las transformaciones sociales en curso tengan un saldo positivo para el socialismo. Es esencial enfrentar la situación como una totalidad” —las negritas son mías. He aquí la base con la cual asumo mi examen sobre ¿Regalar profesionales bien formados?, entrega reciente de Harold Cárdenas Lema y Roberto G. Peralo —sin obviar mis cuatro años de experiencia como Profesor contratado en Angola.
Desde ya, advierto a mis lectores/as que con en esta entrega Harold y Peralo revelan una vez más sus esfuerzos por defender la obra justiciera de la Revolución Cubana. En ¿Regalar …?, ello se evidencia cuando señalan que “parte de la labor del revolucionario es señalar lo mal hecho”; y que “El dinero que puede estar ingresando el Estado por concepto de no pagar salarios más justo a sus Recursos Humanos [se refieren puntualmente a Profesores contratados en Angola], por otro lado lo está perdiendo, al no poder disponer más de esa fuerza de trabajo por la cual invirtió gran cantidad de recursos [en caso que decida luego contratarse por su propia cuenta]”; amén de que, cuando responden a la pregunta en cuestión, subrayan un categórico “Jamás”.
Sin embargo, estos jóvenes valores en ¿Regalar …? sostienen algunos argumentos que en mi opinión merecen más precisiones. Me explico.
El asunto que motivó a Harold y Peralo consta en Instalarían maquiladoras de software en Cuba que trascendió desde Cancún, QR, el 24 de Noviembre último, donde se alerta que “Firmas mexicanas podrían aprovechar menores costos” en su proyección ante la Mayor de las Antillas; y se tiene en cuenta que desde esa ciudad azteca se maquila software para Estados Unidos, Canadá y Reino Unido y no poseen todo el personal calificado para hacer que se mantenga en México el ritmo de esa actividad; al paso que en la información trascendida se precisa que la delegación cubana ofreció a la contraparte estudiar la propuesta, al calor de que el sector de las tecnologías de la información está incluido dentro de las ramas económicas en las que la Isla está abierta al capital extranjero.
Según Harold y Peralo, la instalación en causa sería con una empresa estatal cubana que fungirá como intermediaria y representante de los trabajadores cubanos, velaría porque no sean violados los intereses de nuestro personal, negociaría los montos de sus salarios y, de paso, se quedaría con parte del salario acordado. “Algo muy legítimo si no fuera porque su tajada de seguro será mayor que la del propio trabajador” —las negritas son mías. Inexcusablemente, allí radica una falta de argumentos, porque no se explica que la tajada mayor que ellos mencionan NO va para el bolsillo de alguien y SÍ se redistribuye en satisfacer necesidades del pueblo.
Entretanto, de cara al asunto de marras Harold y Peralo resalta: “Vale señalar que estos profesores tienen que estar separados de sus familias por dos años a riesgo de contraer cualquier tipo de enfermedad. Conocemos algunos casos que han perdido la vida” —las negritas son mías. Al respecto, la insuficiencia estriba en que no se dice nada acerca de que los Profesores/as y demás colaboradores/as que contrata el Gobierno cubano en el exterior, específicamente en el caso de Angola, salen a cumplir sus misiones protegidos con vacunas para contrarrestar y/o aminorar las enfermedades más probables, independientemente de contar con un sistema sanitario que vela por cualquier eventualidad en este orden de ideas, incluyendo el retorno a la Patria para ser atendido en situación puntual. Todo, incluido en el contrato Empresa-Colaborador/a.
Por demás, encuentro que en el razonamiento de Harold y Peralo brilla por su ausencia el porqué una firma extranjera pudiera “aprovechar menores costos” en un negocio con el Caimán Verde. Sobre ello, considero indispensable acotar que Estados Unidos aún multa a quien viole el Bloqueo (“El pasado 20 de Enero, en víspera del anuncio de las nuevas regulaciones de los Departamentos de Tesoro y Comercio sobre Cuba, la compañía de diseño norteamericana WATG Holdings Inc., fue penalizada por 140 mil 400 dólares por transgredir el régimen de sanciones unilaterales contra la mayor de las Antillas” —las negritas son de la fuente). Así, ¿cómo pasar por alto que escapa a la responsabilidad de nuestra Administración correr el riesgo de pagar un alto costo por la Guerra Económica Made in USA, y que el proyecto mexicano de maquiladoras en nuestro país no estaría excepto de ser otra víctima?
Tengo la certeza, pues, de que en el tema de Cuba y la contratación de sus profesionales, justo por peliagudo, Harold y Peralos debieron hacerse acompañar de la consideración de todos los factores que rodean el suceso en cuestión y privilegiar la perspectiva de Martínez Heredia según la cual hemos de “enfrentarnos con inteligencia y decisión al conjunto de nuestros problemas” sin pasar por alto que “Es esencial enfrentar la situación como una totalidad” —so pena de pecar en el lance.