Aviso

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La entrada a La Habana del líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, con la Caravana de la Libertad, será evocada hoy al cumplirse 57 años de ese acontecimiento histórico.

Las autoridades, como es tradicional, organizaron el recorrido simbólico en el que participan jóvenes estudiantes y trabajadores de diferentes sectores.

 

El Comandante en Jefe arribó a La Habana un día como hoy de 1959 encima de tanques y otros equipos blindados que se le ocuparon al derrocado Ejército del dictador Fulgencio Batista.

 

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Era acompañado por mil combatientes rebeldes, incluidos los integrantes de la Columna Uno José Martí de la Sierra Maestra.

Al dirigirse al pueblo, el jefe de la Revolución expresó “este es un momento decisivo de nuestra historia. La tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil, quizás en lo adelante todo será más difícil”.

Relata la periodista Marta Rojas, testigo de aquel acontecimiento, que miles de habaneros se lanzaron entonces a las calles a darle la bienvenida al Comandante del Ejército Rebelde que condujo las acciones hasta derrocar la tiranía de Fulgencio Batista, quien prefirió huir a enfrentar su derrota.

Desde el municipio del Cotorro, por donde entraron a la capital, hasta el Palacio Presidencial, y de allí al cuartel militar de Columbia, Fidel y los combatientes de la última gesta independentista en la Isla recibieron una calurosa acogida, cargada de emociones, explicó.

Montados en tanques y camiones, los guerrilleros recibieron un baño de multitud que los aclamaba y dejaba escuchar gritos de Viva Fidel, comentó.

Desde los balcones se lanzaban flores, y por el Paseo del Prado, el Malecón y el Vedado no había espacio vacío desde horas antes, en espera de los luchadores por la libertad, mientras las banderas cubanas y del Movimiento 26 de Julio flameaban desde doquier, describió Rojas.

El vehículo que traía al líder revolucionario y a sus compañeros, entre ellos el comandante de pueblo y sombrero alón, Camilo Cienfuegos, estremecía los corazones de los habaneros, quienes querían abrazar o dar la mano a los caravanistas.