El pasado Enero tuve a bien firmar “Cuba: ¿en qué aspectos se refleja su riqueza?” como eco de “Cuba es más pobre de lo que indican cifras oficiales, revela estudio” aparecido en el Nuevo Herald a partir de lo publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo con el liderazgo del académico cubano y profesor de la Universidad Javeriana de Colombia, Pavel Vidal Alejandro —lance para desacreditarnos (1). En este momento amplío mi raciocinio, en base a “En este ‘acogedor’ centro para discapacitados de Florida se escondían golpes, violaciones y la muerte” divulgado en el mismo Herald (2).
En el trabajo acerca de discapacitados, el órgano mediático miamense destaca el caso de William James Lamson, un niño que nació con un tipo devastador de autismo que lo llevaba a golpearse con una furia obsesiva y, con el tiempo, el daño que se infligió fue tan severo que se quedó ciego del ojo derecho; que a sus cuidadores del Centro Educativo
Carlton Palms se les dijo que le mantuvieran puesto un casco como los de fútbol para protegerlo de los golpes; y que, en su defecto, el pequeño falleció.
“Cuando el 1 de marzo llamaron a la Policía de Mount Dora para investigar la muerte de Lamson, se les dijo a los agentes que el joven de 26 años ‘se autoagredía y que constantemente se estaba golpeando la cabeza’”. “Pero un informe de la Policía dejó suficientes motivos para el escepticismo: los investigadores ‘no observaron sangre en su habitación’, dijo el informe. Tampoco vieron ‘ninguna lesión obvia’” —refleja el segundo trabajo de el Nuevo Herald.
Lo que acabo de compartir, no solo me causó una inmensa repulsa por su indiscutible cariz antihumano sino que además me retrotrajo a la realidad cubana al respecto y me hizo exclamar en voz baja: ¡Cuán distinta hubiera sido la suerte de William James Lamson, si hubiera podido recibir el correspondiente tratamiento en Cuba!
Recuerdo que a finales de 2010 se publicó “Caracterización epidemiológica de las personas con discapacidad en Cuba”, un estudio realizado a 366 864 hembras y varones con discapacidad en todo el país cuyos resultados evidenciaron que el número casi triplicó al universo inicial de discapacitados registrados, por lo que había una subestimación de la prevalencia real del problema (3). Simultáneamente, se realizó una pesquisa a nivel de las naciones integrantes de la Alianza Bolivariana para Nuestra América con la premisa de las preocupaciones de Fidel Castro (4).
Gracias a esos estudios, significo que la Mayor de las Antillas se ha convertido en “paradigma de inclusión laboral de discapacitados” al contar con estadísticas y brindar atención esmerada a aquellas personas que solicitan empleo. He aquí uno de los resultados por lo que el país fue elegido para la realización de la VI Conferencia de la Red Latinoamericana de Organizaciones No Gubernamentales de Personas con Discapacidad y sus Familias (Riadis), que sesionó en el Palacio de Convenciones de La Habana el año pasado (5).
Y sin querer insinuar que exhibimos una obra perfecta en este orden de ideas, resalto lo manifestado por Victoria Colamarco —Coordinadora de Programas de la oficina de UNICEF en Cuba:
“La atención a las personas con discapacidad es prioritaria en la política social cubana, dirigida a elevar su calidad de vida y la equiparación de oportunidades. El modelo cubano de atención intersectorial a la discapacidad desde la primera infancia, con asesoría y seguimiento a nivel municipal, es de referencia a nivel regional y global. Lograr una verdadera inclusión de los niños, niñas y adolescentes con discapacidad es nuestro reto como sociedad para garantizar el pleno disfrute de sus derechos: para que alcancen su máximo potencial, para que sean protagonistas activos en sus comunidades y disfruten de las mismas oportunidades de desarrollo que cualquier otro niño, niña o adolescente” (6).
Por tanto, me asisten suficientes elementos para sostener que la atención a los discapacitados/as constituye un referente de cuánta riqueza es consustancial a nuestra Revolución, a pesar de la Guerra multilateral Made in USA (7, 8, 9). Entonces, no exagero ni un ápice al acreditar que Cuba se encuentra lejos de Miami en el tema en cuestión, a juzgar por lo develado recientemente en el Nuevo Herald. ¡Enhorabuena!