A través de un comunicado público, el Comando Central del Ejército de Liberación Nacional de Colombia, ELN, recordó que el próximo 9 de abril se conmemora una vez más el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, fecha que lleva por nombre Día de las Víctimas y que este año se evoca en medio de una brutal masacre perpetrada el reciente 28 de marzo por el ejército estatal en Puerto Leguízamo, Putumayo, donde fueron ultimados 11 campesinos e indígenas inermes.
La insurgencia denunció que el gobierno de Duque/Uribe, por enésima ocasión, mintió a la población y al mundo, afirmando que se trató de un “enfrentamiento con disidencias de la Farc” con el fin de ganarse unos puntos ante el Pentágono en su guerra antisubversiva, cuando en realidad se trató de una nuevo crimen de lesa humanidad y falso positivo.
El ELN resumió que, desde los acuerdos en La Habana en 2016, ya han sido asesinados 320 exguerrilleros firmantes del tratado y 1.334 dirigentes sociales y de derechos humanos.
Como “Genocidio continuado” caracterizó la organización rojinegra el comportamiento criminal del Estado oligarca de Colombia y las administraciones estadounidenses desde ese nefasto 9 de abril de 1948. Entonces, las clases dominantes vieron en peligro sus prebendas e intereses ante un Frente Unido fundado por el sacerdote revolucionario Camilo Torres. Tras su caída, el Estado colombiano prosiguió su vocación de exterminio, destruyendo militarmente a la Unión Patriótica, al Frente Popular y A Luchar, y eliminando física y sucesivamente a los candidatos presidenciales opositores Luis Carlos Galán en 1989, y Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro en 1990.
En los 1980 se consolidó la alianza de las Fuerzas Armadas con el narcoparamilitarismo de Pablo Escobar con el objetivo de asesinar al pueblo organizado y contrario al régimen. Posteriormente, con Álvaro Uribe, la oligarquía y su Estado ejecutaron a más de 6 mil personas, haciéndolas pasar por guerrilleros.
La organización política y militar manifestó que el arribo del Día de las Víctimas, encuentra a una Colombia con una disposición y convicción más profunda para protagonizar los cambios que se requieren para la paz con justicia social.