Alvaro Uribe velez no ocupa ningún cargo constitucional en Colombia; por el contrario, tuvo que renunciar para evadir a la justicia. No tiene por qué estar dando órdenes a las fuerzas armadas. El para estado cada día actúa con mayor desfachatez.
Todos los crímenes sociales del país conducen hacia alvaro Uribe; su vida es un acumulado de sangre y muerte, una macabra trayectoria ensangrentada; un prontuario impune.
Ante el desborde de las protestas sociales en Colombia, lanza un llamado lastimero a sus compinches de la derecha mundial para compartir el peso de su crueldad, diciendo que está siendo atacado por una revolución comunista. No entiende que la crisis actual es una consecuencia de su accionar criminal en el país.
Es falso que la población colombiana, se esté movilizando por unos objetivos comunistas. Sería bueno que, él desde su "infinita sabiduría" defina cuál es tal programa, porque ni los comunistas lo tienen claro.
Para protegerse, arrastra hacia el crimen a algunos sectores de la sociedad. Cruel rutina la de los policías rasos que todos los días tienen que salir de un barrio popular, ir al comando, disfrazarse, salir a linchar a los pobres de otro sector, servir de carne de cañón mientras un oficial comete sus fechorías, para luego escoltarlo hasta una residencia de clase alta custodiada y exclusiva para oficiales y después de "trabajar", regresar temblorosos a su vecindario, donde comparten penurias con los habitantes de los estratos bajos.
Muchas veces se habla de "pasión por lo que se hace" y los policiales colombianos sí que lo aplican a cabalidad; porque se tiene que ser muy desalmado para asesinar a punta de garrote a personas desarmadas y "presentar el trabuco y matar a sangre fría". Crímenes de lesa humanidad que algún día serán juzgados.
El mundo entero los repudia, pero nada los detiene en su marcha sangrienta; hasta el Papa se pronunció, pero éste tampoco puede hacer nada porque uribe, quien da la orden, es dios. Los colombianos con sus impuestos tienen que pagar el costoso anillo de seguridad de este criminal. El pueblo mismo paga la violación de los derechos humanos de la cual es víctima; crueldad desbordada por que le dicen: pague la bala con la que lo voy a matar, la camioneta en la que voy a desaparecer a su familiar y el sueldo a los victimarios.
Bien harían sus guardaespaldas si lo presentaran ante la JEP, de inmediato el país se pacificaría, serían vistos como héroes por la humanidad y pasarían a la historia como un hito, de esos que sorprenden y perduran. También le harían un favor a su protegido, pues evitarían que corra la suerte de Mussolini. Una vida por la de miles; tal como sucede ahora, pero esta vez al contrario para proteger a la mayoría.
Los secuaces del uribismo en ciudad jardín, en Cali, deben entender que ese supuesto ataque de los indígenas es apenas un anuncio, de que en el conflicto hay mucha gente que no tiene nada que perder, ni camionetas de alta gama, ni casinos, ni prostíbulos y que la vida en Miami, es sólo para patrones de patrones.
Es necesario pacificar el país –pero no con cimbronazos, al estilo zapateiro- porque las guerras tienden hacia lo peor y la sufren los civiles. La represión se guía por un formato ya predefinido: promover actos vandálicos, echar la culpa a los manifestantes, dar noticias falsas, hablar de defensa del orden, de defensa de los "ciudadanos de bien"; si resisten, bloquear la entrada de alimentos, como en Venezuela.
Si el pueblo avanza y los derrota, llamarán al comando sur para que pare el complot comunista mundial, para que profundice su accionar y tome el control del país, con la posibilidad de incrementar los ataques contra Venezuela; se generaría una guerra de carácter internacional con escenario en Colombia; no habrá elecciones; las familias y las viviendas serán bombardeadas como daños colaterales. Entonces, el capo en su lecho de muerte, en la decrepitud dirá: logré salvar mi pellejo.
Los gritos del pueblo colombiano, retumbarán victoriosos.
Los colombianos y los pueblos del mundo tenemos derecho a vivir en paz, protegidos y en condiciones de vida digna.
Mayo 12 de 2021