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Las luchas de la sociedad colombiana en el último año presionan por instaurar otro Gobierno, que sustituya a la dictadura mafiosa de Uribe, insensible a los dolores del pueblo, pero sumisa a los potentados de Estados Unidos (EEUU), a las mafias y a los banqueros.

Hay que recordar entre los cataclismos del último año el asesinato de Dilan Cruz por la policía militarizada mientras participaba en el Paro Nacional del 21 de noviembre de 2019. Llegados a marzo de este año se conoció cómo Uribe dispuso a los Carteles de la cocaína para intimidar y comprar los votos que volvieron Presidente a Duque en 2018, fraude que casi se olvida debido al primer colombiano muerto por Covid-19 el 16 de marzo, que trajo el confinamiento, el hambre y las ayudas del Gobierno a los banqueros.

En mayo fracasó la invasión de mercenarios contra Venezuela lanzada desde territorio colombiano, en seguida tomó fuerza la rebelión antirracista con el rechazo nacional a la violación de una niña indígena Embera por un grupo de soldados de la Brigada 8 del Ejército, por el asesinato del joven afro Anderson Arboleda y por la masacre de 5 jóvenes afros de Llano Verde en Cali.

Tragedias aumentadas con la llegada de más tropas de EEUU en forma de Brigadas SFAB en julio y con la orden de detener a Uribe, que recrudeció la amenaza de sus seguidores de “incendiar al país”, y trajo el incremento del exterminio de líderes sociales y opositores políticos, además del retorno de las masacres contra ellos.

La sublevación del 9 de septiembre contra la brutalidad policial que asesinó a Javier Ordóñez, le recordó al régimen que la estrategia de miedo y terror no detendrá la presión popular por democratizar el país, expresada en las luchas que no cesan de plantear reclamos y propuestas de diálogo que Duque no oye y desprecia, como hizo con la Minga indígena de octubre.

Muchas fuerzas políticas exigen la renuncia de Duque por ilegítimo, mientras Uribe se alista para volver a trampear las elecciones presidenciales de 2022 y colocar a otro de sus peones, lo que recuerda la necesidad de tumbar la hegemonía de la Guerra perpetua que nos impone EEUU, frenar el saqueo de nuestros bienes naturales y expulsar a los corruptos del poder. El Libertador Simón Bolívar enseñó que: “el modo de gobernar bien es emplear hombres honrados, aunque sean enemigos”.

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