La noche del miércoles 9 de septiembre se convirtió en la síntesis de la indignación y la manifestación social contra la violencia policial en Colombia. Esta noche fue asesinado Julián González, un joven de 27 años al que le dispararon dos veces en el pecho. Su caso podría ser fundamental para entender el repertorio de violencia en el que ha participado la policía en compañía de algunos ciudadanos durante las últimas manifestaciones.
El asesinato de Javier Ordóñez fue el detonante de una de las noches más violentas en la historia de Bogotá. En distintos puntos de la ciudad, las personas se encontraron para manifestarse y demostrar su descontento social ante el actual contexto local y nacional.
Esa noche se evidenció el abuso policial en varias zonas de la capital, que ha persistido en las protestas convocadas para los días siguientes. Las denuncias de heridos por armas de fuego aumentaban al mismo tiempo en que la noche avanzaba. Asimismo, los videos que evidenciaban golpizas, torturas y disparos de armas de fuego por parte de uniformados acompañados de civiles inundaron las redes sociales.
El saldo fueron diez asesinatos, según cifras oficiales. Uno de ellos fue el de Julián González, un joven de 27 años que fue herido en el Barrio Timiza de la Localidad de Kennedy. Denuncias de primera mano abren paso a múltiples interrogantes frente a este asesinato, particularmente.
Cronología de los hechos
Sobre las 9 de la noche, mientras continuaban las manifestaciones en distintas zonas de la ciudad, en la localidad de Kennedy varios jóvenes también se movilizaban en distintos puntos. Una de esas movilizaciones se encaminaba hacia el Comando de Acción Inmediata -CAI- Timiza; durante el recorrido ya se escuchaban voces que anunciaban que en dicho sitio habían varios «vecinos» protegiendo el CAI.
A las 10:50 p.m cuando los jóvenes llegaron al centro policial donde fueron recibidos por personas que estaban custodiando los alrededores.
Estas personas, también habitantes del barrio, interceptaban de manera amenazante a cualquier persona que se acercara. Además, siendo civiles portaban armas de fuego con las cuales confrontaron a los manifestantes.
En el marco de estos enfrentamientos, Julián fue impactado por dos disparos en el abdomen. Sus amigos lo llevaron rápidamente al hospital de Kennedy, lugar donde falleció en la mañana del 10 de septiembre.
La versión de Ulises Silva, uno de los amigos de Julián que lo llevó al hospital, coincide con la de los otros manifestantes que lo estaban acompañando: todos aseguran que las personas que portaban armas de fuego y hostigaron a los manifestantes eran policías que iban vestidos de civil.
Puntos clave
Hay algunos videos que evidencian que las personas que custodiaban el CAI actuaban de forma violenta contra cualquier persona que se acercaba. Incluso, en uno de los videos se escucha claramente cuando amenazan con quemar la moto a unos jóvenes que cruzaban por la zona, diciendo: “Despéguela, no vaya y por ahí le quemen una moto”.
En otro video se muestra a un hombre vestido de civil que, en una mano tiene un bolillo y en la otra un arma de fuego. Este sujeto apunta y luego señala que se quedó sin munición, cuestión que indica que al parecer el arma ya había sido accionada anteriormente. Esta versión es respalda por los vecinos que aseguran haber escuchado disparos.
Estos hechos ocurrieron a escasos minutos de que llegaran motorizados de la policía quienes aparecen en un tercer video. En este se encuentran reunidos con las personas que custodiaban el CAI, mientras les agradecen y les dicen que en próximas ocasiones deberían tener una cinta que los identifique.
Yesid González, profesor de la Universidad Pedagógica y directivo de la Asociación Distrital de Trabajadores y trabajadoras de la Educación, asegura que la principal implicación de estos hechos “es la deslegitimación del Estado Derecho, ya que se pierde el monopolio de la fuerza física legal, lo que convierte al Estado en delincuente”.
A esto se suman otros videos que han sido grabados en distintas zonas de la ciudad, y que revelan a los uniformados mientras le entregan armas de dotación a civiles para abrir fuego contra manifestantes.
Hicimos un hilo de Twitter con estos videos:
Dada la historia reciente del país, estos actos nos pueden hablar de grupos paramilitares que, con la acción u omisión de la fuerza pública, estarían cometiendo ejecuciones extrajudiciales, tal y como sucedió en la Operación Orión, realizada en el 2002 en la Comuna 13 de Medellín.
Esto también se evidenció con la creación de cooperativas de vigilancia y seguridad ciudadanas, conocidas como las «Convivir», que fueron creadas en 1994. Años después, el Tribunal de Justicia y Paz de Bogotá reconocería la relación que habían tenido con la expansión de grupos paramilitares en Colombia.
González señala que “los mal llamados paramilitares han estado legalizados en Colombia por muchos años, auspiciados en el marco de la doctrina de seguridad nacional que alimenta la idea de que hay un enemigo interno que hoy es indeterminado; esto pone en peligro a cualquier ciudadano”.
Además agrega que “son actuaciones para estatales, más que grupos “paramilitares”, ya que pueden adolecer de organización y dirección, lo que no quiera decir que no tengan una orientación”.
Julián ha sido recordado como uno de los jóvenes que fue asesinados en esta masacre del 9 de septiembre; sin embargo, no es un hecho aislado teniendo en cuenta la cantidad de casos de abuso policial y violaciones de Derechos Humanos por parte de esta institución, que fueron denunciadas durante esta jornada.
La familia de Julián hace un llamado a que este caso no quede en la impunidad, aun más con las evidencias presentadas, y enfatizan en la necesidad de encontrar a los responsables de su muerte.