Comparar a un país cercado criminalmente por el imperialismo norteamericano, como lo es la República Bolivariana de Venezuela, con el país que destruye Álvaro Uribe (hoy con detención domiciliaria), es un despropósito. Así esa comparación la hagan algunos dirigentes de la izquierda colombiana, con total desenfoque.
El modelo económico de independencia frente a los monopolios estadounidenses y las oligarquías internas en Venezuela desató el odio y toda la ofensiva criminal del imperialismo norteamericano y de sus lacayos desde el mismo momento en que asumió el gobierno el comandante Hugo Chávez.
(¿Recuerdan el golpe de Estado promovido por EE.UU., derrotado entre el 11 y el 13 de abril de 2002, contra el presidente Chávez y todas las agresiones posteriores?).
Es la política de reacción criminal automática de los halcones de la Casa Blanca contra todos los procesos independentistas en el mundo.
Lo han hecho a lo largo de toda la historia. No es sino mirar hacia atrás. Los ejemplos pululan.
En consecuencia, el principal enemigo de los pueblos hoy, como ayer, es el imperialismo norteamericano, al que obedecen sus lacayos internos, tipo Duque, Guaidó y demás títeres.
Derrotar a las oligarquías internas pasa por enfrentar al imperialismo, su amo y protector.
Lo demás es un cuento.
Todo proceso de cambio verdadero encontrará, automáticamente, la agresión del imperialismo norteamericano, del cual muchos en la “izquierda” ya no hablan, pero que sigue invadiendo y destruyendo pueblos.
Hoy, como ayer, los procesos revolucionarios deben saber que lo primero es prepararse para esa agresión.
Bolivia es un ejemplo palpable y actual de lo que pasa cuando no se entiende esa amenaza latente y se confía en el sistema jurídico y militar de la burguesía.
Creer que Biden es diferente a Trump es otro desenfoque. Tanto “republicanos” como “demócratas” son propulsores de las políticas imperialistas de agresión, invasión y sometimiento económico, cultural y militar de los pueblos que no se les arrodillan.
Por eso es tan importante la pluralidad en las relaciones internacionales para romper con la dependencia de Estados Unidos y de las potencias occidentales.
Por eso es tan importante la solidaridad internacionalista que tantos aprendimos desde jóvenes, y que muchos jóvenes de hoy no valoran.
Creo, en suma, que el antiimperialismo, que algunos niegan y/o esconden, está a la orden del día en la lucha del pueblo colombiano, a propósito de cumplirse hoy el aniversario 201 de la Batalla de Boyacá, el 7 de agosto de 1819.
La primera independencia que comandó nuestro Simón Bolívar contra el imperio español sigue esperando la segunda liberación, la del yugo del imperialismo norteamericano y de sus adláteres apátridas.
Cali, Colombia, viernes 7 de agosto de 2020