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Las tropelías y crímenes de las Fuerzas Armadas en contra de la sociedad colombiana son propias de una fuerza degradada; ellas reflejan los viles medios e infames propósitos de la Guerra perpetua que los Estados Unidos alientan en nuestro país.

Todo en el universo y en el planeta tiene un nacimiento y una muerte, para los imperios también es una ley ineludible; nacen, llegan a su apogeo, y al final el colapso o tragedia; a veces se demoran, pero terminan cayendo, llámense Egipto, Persia, Macedonia o Roma. Otros han tenido una vida más efímera: Francia, Inglaterra, y ahora los Estados Unidos. Todo parece indicar que la “estrella del norte”, está con los síntomas del colapso.

Como aconteció con Roma, se extendió tanto que luego no pudo proteger sus dominios, el gasto en seguridad fue muy superior a lo que saqueaba o robaba, otros dirían las riquezas que producía. Los economistas hablan de déficit fiscal, o de endeudamiento; que para el caso de los Estados Unidos, la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO) dice que la deuda pública federal llegó al 80 por ciento del PIB en 2019, y por efectos de la pandemia se disparará para finales del 2021 a 108 por ciento del PIB, el más alto de todos los tiempos.

Para cuidar sus dominios y tener controladas las amenazas de orden estratégico, los EEUU, aparte de las tropas que tiene en todo el continente americano, cuenta con 7.000 efectivos en África, 13.000 en el Golfo Pérsico, 65.000 en Europa y 80.000 en Asia. Sostener estas tropas es un gasto considerable, así como lo son sus gestiones diplomáticas y de asistencia en todo el mundo.

Esta realidad en medio de una guerra comercial con China y tensiones militares con Rusia se vuelve traumática, sobre todo cuando Rusia le lleva la delantera en desarrollos tecnológicos de armamento estratégico, misiles hipersónicos y nuevos sistemas de defensas antimisiles, donde EEUU aún necesita algunos años para nivelarse. De igual manera China avanza, de manera significativa, con su fuerza naval en el control de sus mares.

Desde antes del ataque a las Torres Gemelas, en 2001, Bush hijo ya quería recoger las tropas regadas por el mundo, por lo onerosas que resultaban; pero los atentados no se lo permitieron. Otro tanto quiso hacer Obama retirando las tropas de Irak y Afganistán. En la actualidad Trump se ha visto obligado a recoger, en septiembre de este año, 9.500 soldados de Alemania, la tercera parte de las tropas que mantiene en ese país, principal base gringa en Europa.

Cuando los imperios entran en crisis, también se desajusta el tipo de civilización en la que se fundamentan. En este caso la “civilización occidental” entrará en desvanecimiento, donde sus instituciones inician su desacople, ya Trump lo hace expreso con la OTAN, así como lo ha hecho con el rompimiento de una serie de acuerdos de todo tipo: económicos, políticos, ecológicos, entre otros; para iniciar su repliegue hacia su propio entorno.

En este contexto debemos entender lo acontecido con el envío de tropas gringas a suelo colombiano, que algunos han querido disfrazar, diciendo que la SFAB (Brigada de Asistencia de Fuerza de Seguridad) es tan sólo una brigada de asistencia humanitaria, como si fuesen angelitos.

Esa SFAB, funciona en Fort Benning, son parte de un programa aprobado a principios de julio de 2017 por el Secretario de Defensa y el jefe del Estado Mayor del Ejército, y anunciado por el Brigadier General Brian Mennes el 16 de octubre de 2017, como el despliegue acelerado de las dos primeras SFABs. Estos militares serían capacitados en idiomas, cómo trabajar con intérpretes, y equipados con tecnologías y armas de última generación, comunicaciones y sistemas de aeronaves no tripuladas, para apoyar a países socios.

Las SFABs están integradas por oficiales y suboficiales experimentados que son seleccionados en todo el Ejército, y que se ofrecen voluntariamente para dichas unidades. No son 800 soldaditos que vienen a enseñar la urbanidad de Carreño, sino una fuerza especializada, con equipos y tecnología para capacitar a las unidades del Ejército colombiano y prepararlo para una confrontación contra Venezuela, por eso dichas unidades están recostadas sobre la frontera.

Las SFABs son una fuerza de intervención, que toman el mando y control de las Fuerzas Armadas colombianas, trazan los nuevos lineamientos operacionales, se encargan de instruir a la jefatura colombiana de acuerdo a los planes del Pentágono, y asumen el desarrollo de operaciones militares en el terreno, como ya lo estamos viendo.

Estamos ante una intervención militar extranjera en Colombia, ha sido pisoteada la soberanía nacional; el Presidente Duque violó la Constitución Nacional de manera flagrante al no consultar al parlamento, y para que pasara inadvertido, nada mejor que hacerlo en tiempos de pandemia.

Esta SFAB, que llegó a Colombia, estuvo desplegada cumpliendo misiones en Afganistán desde febrero de 2018, hasta noviembre, cuando regresó a Fort Benning. El 7 de julio 2018, murió el cabo José Maciel, adscrito al segundo Batallón de la primera SFAB, en un ataque en la provincia de Uruzgan, Afganistán.

Los colombianos no podemos permitir la violación de la soberanía nacional disfrazada de apoyo para la lucha contra el narcotráfico. Es un cuento chimbo que se repite sin evaluarse, como aconteció con el “Plan Colombia”, que era para combatir el mismo narcotráfico hace más de 20 años y seguimos en lo mismo; para repetir el mismo cuento de la “erradicación”, o la fumigación con Glifosato. Cuando el narcotráfico es la principal herramienta que tiene el Pentágono para financiar los ejércitos irregulares en todas las partes del mundo.

Ahora, si se trata que esta SFAB viene a ayudar a derrotar a la guerrilla, entonces dónde queda el cuento que ya estamos en el “post-conflicto”, o que la guerra ya la ganó el Gobierno y sus Fuerzas Militares, y lo que quedan son sólo los GAO o los GAO residuales. No nos comemos esas mentiras.

El repliegue de Estados Unidos hacia su patio trasero empezó, y se está montando un escenario para una disputa mayor. Se trata entonces que Venezuela no está a la vuelta de la esquina como se pensaba, y que hay otras fuerzas internacionales que podrían disputarle su hegemonía en el continente, no sólo en Venezuela. No es un escenario para mañana, pero ya está en camino.

Con la presencia de esta SFAB en Colombia, comienza la intervención militar contra Venezuela; pues la crisis del Fracking hace más apetecible para los gringos las principales reservas mundiales de petróleo.