Cada 26 de agosto se celebra el día del tendero, este oficio barrial que suministra a las familias su alimentación en compras pequeñas, ha «salvado» cientos de familias ante la crisis económica por falta de empleo y empeoramiento de su condición de vida.
No es que la vida del tendero sea fabulosa o tengan grandes rentas por su trabajo, a pesar de vender más del 60% de los alimentos de consumo habitual, haber tenido ventas por $180 billones de pesos en el años 2013[1] y de representar hoy, cifras de la Federación Nacional de Comerciantes FENALCO, doscientos sesenta (260.000) tenderos que se mantienen del menudeo o líchigo como le llaman. Los tenderos no se enriquecen o salen de la pobreza. Están inmersos en el circuito económico de baja renta, la cual funciona al aumentar un poco los precios sobre su costo y cadena productiva que paga: materia prima, mano de obra, lo técnico y la distribución.
Los tenderos son los mayores prestamistas que existen. En cada una de las tiendas siempre hay un libro con el nombre de las familias las cuales recurren al crédito para mercar y pagan cada quincena o al mes. Funcionan siempre al debe, lo que los hace ser personas, en medio de la crisis económica, muy solidarias.
A pesar de ello, este tipo de oficio es un gran motor económico, manejando el 53% del mercado total, al que recurre sobre todo el estrato 1, 2 y 3, en las condiciones antes descritas, superior al que manejan las grandes cadenas a las cuales recurren los estratos 4, 5 y 6 con un 47%. Como se podrán dar cuenta, cuando existe una tienda en los barrios de estratos altos, por lo general sirven para domicilios. Esto no niega la pobreza invisible que también habita en los estratos altos.
FENALCO afirma que «4,25 personas son empleadas en este negocio, siendo mujeres el 55% de las cuales un 40% son cabeza de hogar, siendo la edad promedio de 42 años; en cuanto a los estudios realizados, el 31% adelantaron primaria, el 47% son bachilleres, el 14% técnicos y el 8% son universitarios». Y aunque el ingreso a primera vista suena atractivo como negocio, un tendero es un “gerente” que tiene que pagar: impuestos, servicios, salario a empleados, transporte, y otros, lo que lo hace una economía casi siempre al punto de equilibro en que no se gana pero tampoco se pierde, solo abre para sobrevivir.
Apertura económica y Hard Discount
Haciendo memoria la apertura económica (neoliberal) del expresidente Cesar Gaviria (1990-1994) no fue de buen recibimiento por el gremio, claro, se podría pensar que llegarían más productos para que el “cliente” tenga más opciones de escoger en la canasta familiar; pero empresas multinacionales como Carrefour[2], aceptaron llegar a Colombia si el gobierno respaldaba la idea de que las pequeña tiendas de barrio no pudieran comprar varios tipos de mercancías al por mayor a productores nacionales, pues ellos solos querían manejar esa operación. Y mal que bien, el gobierno aceptó.
Con agravante que a nivel barrial operan las relativas nuevas – tiendas de descuento duro – o Hard Discount (ARA, Justo y Bueno y D1), quienes compiten fuertemente con su musculo financiero, sus dueños son grupos económicos nacionales como el grupo Santo Domingo con D1 y extranjeros.
Las tiendas de barrio son, muchas veces, la única opción económica para los trabajadores que a duras penas llegan a fin de mes. Estos pequeños negocios enfrentan la arremetida de las multinacionales del comercio, que buscan monopolizar el mercadeo en los barrios.
El “vecino”, “vecina”, la “doña”, la “veci” o “seño”, personas de gran calidez y solidaridad, que nos anotan en el cuaderno y amenazan con la cartelera “datacrédito” necesitan mejores condiciones de vida y trabajo. Para esto deben sacurdirse de los gremios patronales como Fenalco, los cuales se aprovechan de organizar grandes cantidades de tenderos para presionar en beneficio de los gigantes del comercio.
[1] Cifra del 2013, por cuanto no se encontraron cifras más actuales sobre el total de ventas del negocio.
[2] Multinacional francesa, luego de operar en Colombia vendió sus operaciones al grupo Chileno Cencosud y las marcas comerciales Jumbo y Metro.