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La paz, es la bandera central de la lucha de las clases trabajadoras y populares, que históricamente han buscado construir transformaciones necesarias para dignificar la vida de las mayorías, consolidar una democracia real y un proyecto económico y cultural que emancipe la nación

Mientras en el contexto nacional e internacional se viene posicionando la idea que reduce la paz a la finalización del conflicto armado y al silenciamiento de los fusiles. El ataque militar perpetrado por el Ejército de Liberación Nacional -ELN- el 17 de Enero de 2019 en la Escuela de Cadetes de Policía General Francisco de Paula Santader en Bogotá, vuelve a colocar en la opinión pública el debate interno y externo sobre la guerra y la paz. Y aun más importante, sobre la manera de construir la paz que le conviene al pueblo colombiano.

Luego del Acuerdo de La Habana firmado entre las FARC – EP y el Gobierno de Juan Manuel Santos se posicionó en el país la idea del fin del conflicto armado y el inicio de una era de “paz estable y duradera”. Esta paz limitada, permitió que los colombianos y colombianas nos ilusionáramos con una nueva época de reconciliación nacional, olvidando que los factores sociales, políticos y económicos que generaron el conflicto no sufrieron transformación o cambio alguno, y por el contrario en la actualidad se han agudizado.

Así, el permanente y sistemático asesinato de líderes y lideresas sociales, la profundización de la guerra en las regiones, la desposesión y criminalización de las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas, en contraste del intervencionismo militar en los territorios por parte del Estado, que niega sus promesas de inversión social y agudiza las necesidades de los pobres del campo.

Esto sumado al tratamiento de guerra a la protesta social, a las difíciles condiciones de aquellos que en los cordones de miseria de las ciudades no viven dignamente, a las políticas económicas y fiscales de tipo regresivo y al tratamiento belicista que el gobierno Duque ha dado a las iniciativas por superar el conflicto político y militar, limitando aún más los alcances de la paz prometida por los de arriba, son factores que avivan los círculos de violencia y no permiten superar las causas estructurales de la histórica crisis social de nuestra nación.

La paz, es la bandera central de la lucha de las clases trabajadoras y populares, que históricamente han buscado construir transformaciones necesarias para dignificar la vida de las mayorías, consolidar una democracia real y un proyecto económico y cultural que emancipe la nación. Estos deben ser objetivos que convoquen a la unidad popular, nos permitan avanzar en la superación de los problemas estructurales y construir una Colombia libre y soberana.

Debemos lamentar la pérdida de millones de vidas en medio del histórico conflicto político y militar que vive nuestra nación, en el que los pobres han sido la carne de cañón. Puesto que seria erróneo distinguir entre muertos buenos y muertos malos y pensar que la pacificación guerrerista que hoy nos propone Duque, con sus apologías a la guerra y renuncia a trabajar por una solución política al conflicto armado con sentido de justicia social nos permitirá construir un país mejor.

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