El presidente colombiano Iván Duque ha propuesto recientemente la creación de una instancia sudamericana alternativa a la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR). Ha promovido la creación de la “Prosur” como una instancia de “defensa de la integración y de la democracia de mercado”.
La eventual formulación de esta instancia ejecutiva subregional, intenta desplazar a Venezuela dejando en extenuación a la UNASUR, que fue promovida principalmente por Hugo Chávez y Luis Inácio Lula da Silva en tiempos del ciclo progresista regional. Evidentemente, esta instancia promovería el ostracismo político de Venezuela en continuidad a la agenda del Grupo de Lima, como grupo no vinculante, pero que orquesta la política estadounidense de cerco a la nación petrolera.
La evolución del desmembramiento de los procesos genuinamente integracionistas en sudamerica, tiene un nudo critico desde las acciones de bloqueo a las gestiones por el ingreso de Venezuela al Mercado Común del Sur (MERCOSUR). Este periplo tuvo el episodio del parlamento paraguayo dejando en inanición el ingreso de Venezuela como miembro pleno durante años.
Pero luego vino el golpe de Estado contra Fernando Lugo en el año 2012. Este evento inhabilitó circunstancialmente a la nación guaraní del bloque y Venezuela ingresó a plenitud a dicha instancia. Sin embargo, al iniciar el año 2013 con Venezuela en el MERCOSUR y en plenas funciones de la UNASUR, era evidente que las rupturas ordenadas a los procesos integracionistas tenía el foco sobre Venezuela.
En el año 2016 el hackeo al correo personal de Hillary Clinton facilitó la filtración de comunicaciones entre la jefa del Departamento de Estado de la gestión de Barack Obama y otros agentes de la política regional, donde se promovía “contener a Chávez” desde 2010 y se aupaban las rupturas y cercos diplomáticos contra Venezuela.
En 2016 ya estaba consumado el golpe de Estado a Dilma Rousseff en Brasil y además tenía lugar el ascenso de Mauricio Macri en Argentina. Al mismo tiempo el derechista Horacio Cartes estaba al mando en Paraguay. De esta manera, se veta el derecho de Venezuela a asumir la presidencia anual del MERCOSUR ese año y se promovió la inhabilitación del país petrolero en el bloque mediante el cabildeo y presiones al gobierno del Frente Amplio de progresismo moderado con Tabaré Vasquez en ejercicio del poder en Uruguay.
Para 2017 Ernesto Samper culminaba sus gestiones en la Secretaría General de la UNASUR y los señalamientos políticamente teledirigidos contra Venezuela en la trama de cerco, inhabilitaron las posibilidades de consensos para elegir un nuevo Secretario General. Hechos que podrían considerarse como acciones claramente formuladas para dejar sin efecto a la unión de países.
La Alianza Pacífico, conocido como otro espacio para la promoción de la política de mercado en el continente, estuvo siempre acompañando el enfoque común de alterar el cuadro integracionista gestado en el ciclo progresista. Desde ese bloque se promovieron agendas conexas que debilitaron las posiciones unánimes del bloque sudamericano desde el año 2012 hasta el 2016. Es otro factor a considerar, pues sirvió de plataforma para la promoción de Colombia como factor modulador de la política regional una vez pierde su apresto político con la disolución del Pacto Andino desde 2005.
Desde la Alianza Pacífico, Colombia asumió un rol cada vez más activo en señalar el “acotamiento” de la UNASUR.
Desde 2017 Colombia bajo la magistratura de Juan Manuel Santos, hizo gestos de abandonar el bloque. Al mismo tiempo, la derecha asumió el control de Ecuador sin necesidad de ganar las elecciones y se propicia otro golpe a la integración, empleando a Lenín Moreno, evidentemente cooptado por factores adversos a la Revolución Ciudadana, quien en 2018 solicitó desmembrar la sede física de la UNASUR en Quito.
El recrudecimiento de las tensiones regionales y el direccionamiento de una retórica hiperpropagandizada, cada vez más visceral, contra el Presidente Maduro y la institucionalidad venezolana, se permitió en varias oportunidades señalar la necesidad de desmembrar la UNASUR por ser una creación de Chávez y de Lula (señalado como corrupto y quien es actualmente un preso político en su país).
El cuadro sudamericano actualmente es de abierta y deliberada disolución de los consensos políticos que otrora, habían pensado a la región sudamericana como una subregión amalgamada mediante la gobernanza política y económica desde un enfoque disruptivo, estratégico y propio.
Entretanto, Jair Bolsonaro en Brasil y Mauricio Macri en Argentina, han dado nuevos reveses a la política exterior de sus países confinándolas a la hegemonía política y económica estadounidense, mientras que a Colombia, la política estratégica norteamericana le esta delegando un rol de aparente liderazgo, pero que en términos prácticos es bastante vasallo, para crear una franquicia pseudo-integradora en sudamérica bajo factura del Departamento de Estado gringo.
Dicho así, la evolución de las relaciones internacionales en sudamérica, que están marcadas este 2019 entre avalar o no el injerencismo contra Venezuela, tiene la nueva variante de diluir a la UNASUR y promover Prosur, donde sólo tendrá acceso Venezuela, si el poder deja de ser bolivariano y chavista.
Dicho de otra manera, se promueve un cerco político que intenta tener el rostro ejecutivo e institucional que no tiene el Grupo de Lima y que no tendría el desgaste de la Organización de Estados Americanos (OEA).
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