Con una serie de planes en su mayoría realizados por EE.UU. para hacer un golpe petrolero en contra del difunto presidente Hugo Chávez, la nación venezolana no dudó en brindar su apoyo al comandante y el petróleo pasó a estar bajo el pleno control del Gobierno.
Venezuela es uno de los miembros principales de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Tiempo atrás, antes de la llegada al poder de Hugo Chávez, Venezuela era un país cuyo ministro de Petróleo decidía hacer algo en el marco de esta organización y el dirigente de Petróleos de Venezuela (PDVSA) actuaba de modo contrario.
El comandante Chávez, que en 1999 ya había llegado al poder, muy irritado por las acciones de la empresa petrolera venezolana, expulsó a los opositores a la OPEP de dicha empresa.
Entonces, un 7 de abril de 2002, el presidente y los miembros del sindicato de PDVSA hicieron una huelga para expulsar a los detractores de la OPEP.
Estos obreros eran conocidos por ser fieles a los viejos partidos políticos que habían sido expulsados del sistema después de la elección de Chávez como presidente del país.
Ellos consideraban en contra de sus intereses económicos el apoyo del nuevo presidente a los productos de la OPEP y la reducción de la inversión extranjera, sin tener en cuenta que los altos precios del petróleo, en general, beneficiaban al país.
El 12 de abril, Chávez fue detenido por los militares rebeldes y trasladados a un lugar desconocido y secreto. Desde allí se proclamó que el presidente había renunciado.
Pedro Carmona, que fue designado por los golpistas como nuevo presidente del país de manera inmediata, anunció la disolución de la Asamblea Nacional (AN) de Venezuela y la eliminación de todas las reformas económicas y sociales realizadas por Chávez.
Según el medio escrito Financial Times, mencionaba que el gobierno de facto pretendía plenamente abolir la escasa producción petrolera en el marco de la decisión de la OPEP y también descartar las restricciones financieras emitidas a los inversores extranjeros, en especial a las empresas estadounidenses.
Los esfuerzos golpistas contra Venezuela estaban dirigidos a neutralizar ese país caribeño como actor activo en la OPEP; debido a las actividades de PDVSA, tanto en la región como en el mundo. Ya, para aquel entonces, Venezuela, en la primera década del siglo XXI, era el quinto exportador mundial de crudo.
Mientras que el Gobierno norteamericano ocultaba difícilmente su satisfacción por deponer a Chávez, reconoció implícitamente al nuevo gobierno de facto, considerándolo un gobierno civil provisional.
Pero el gobierno dictatorial solo duró un día. Los paracaidistas fieles a Chávez encerraron al presidente golpista en el palacio presidencial y exigieron la inmediata liberación de Chávez.
Después del fracaso del golpe, Chávez pidió a Alí Rodríguez Araque volver de la sede de la OPEP en Viena y asumir el cargo de PDVSA.
Lo que molestaba a Chávez era la desobediencia de la empresa petrolera.
Rodríguez logró rápidamente granjearse el apoyo de muchos de los obreros y algunos dirigentes de nivel medio de esta empresa estatal. Pero los partidos y los grupos opuestos todavía intentaban derrocar a Chávez.
Con una serie de planes en su mayoría realizados por EE.UU. para hacer un golpe petrolero en contra de Chávez, la nación venezolana no dudó en brindar su apoyo al comandante y el petróleo pasó a estar completamente bajo el control del Gobierno.
A pesar de la presión que existía sobre Chávez y la feroz oposición a sus políticas, en 2006 PDVSA poseía no menos del 51 % del control de los 32 acuerdos firmados con empresas privadas en la década de los 90.
Y ahora le tocó a Donald Trump apoyar otra vez una serie de planes desestabilizadores en contra del Gobierno legítimo de Venezuela, mediante la palanca de sanciones y el bloqueo de petróleo.
El plan de EE.UU. es eliminar a ese participante activo de la OPEP que tiene mucha iniciativa y, mediante un gobierno títere, lograr una reducción a los precios del petróleo.
Washington ha impuesto estrictas restricciones a PDVSA a pesar de que un tercio del petróleo venezolano se procesaba en refinerías estadounidenses, lo que les permitió buscar fuentes alternativas de crudo pesado.
Según Bloomberg, las refinerías de Louisiana y Texas se ven muy afectadas por las sanciones, y el más afectado es el brazo de refinación de PDVSA, Citgo Petroleum Corp., con sede en Estados Unidos: la principal fuente de ingresos extranjeros de Caracas.
Además de eso, EE.UU. no dejaba llegar a Venezuela los aditivos y equipamientos necesarios para las refinerías de este país, principal motivo para la escasez de gasolina.
El año pasado, el entonces consejero de Seguridad Nacional de EE.UU., John Bolton, anunció que la Casa Blanca había bloqueado todos los activos de PDVSA bajo su jurisdicción y que había prohibido cualquier acuerdo con la compañía.
Bolton también declaró que Washington estaba congelando activos de PDVSA por un valor de 7000 millones de dólares.
Es así que EE.UU. pretende robar la empresa Citgo Petroleum e imponer presión contra PDVSA, pero hasta ahora no ha llegado a su objetivo principal pues Venezuela aún se ve firme ante los embates norteamericanos.
Un documental producido por: segundopaso.es