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General Roberto González Cárdenas

Caracas, septiembre 14 - Se aproximaba la medianoche del 5 de febrero de 1992 y el teniente coronel Roberto González Cárdenas, comandante del Batallón de infantería Mecanizada Especial Nº 411 “José Antonio Anzoátegui”, intentaba dormir en el puesto de comando fronterizo del estado Táchira, ubicado en un sector de la finca “El Encanto”, luego de una intensa jornada marcada por la insurrección cívico-militar liderada por Hugo Chávez contra el Gobierno de Carlos Andrés Pérez. Súbitamente surgió una novedad que le cambiaría el rumbo a la noche:

“…El guardia de comando me despierta con voz de alarma: ‘¡Mi comandante, tiene una llamada urgente de mi capitán Mota!’. Al otro lado del dispositivo de comunicación, la voz firme del oficial ratifica la emergencia: ‘¡Mi comandante, el ejército de Colombia está intentando cruzar la frontera por el paso Guarumito para invadirnos!’.

“Entre el cansancio y la sorpresa le respondí: ‘¿Tú estás seguro de esa vaina, Mota?, es muy grave lo que estás diciendo’, y el capitán me corrobora la versión con un hecho irrebatible: ‘¡Claro, mi comandante! Tengo presos al comandante y al segundo comandante del grupo Maza, el teniente Murga los detuvo a los dos’”.

El capitán Francisco Mota Rodríguez, comandante de la 2ª Compañía de Operaciones Especiales del 411º Bime (Batallón de Infantería Mecanizada Especial), alertaba sobre un agrupamiento de combate del ejército colombiano que intentaba ingresar al territorio nacional, conformado principalmente por el Grupo de Caballería Mecanizado número 5 “General Hermógenes Maza”, cuya sede se encuentra en la ciudad de Cúcuta, departamento Norte de Santander.

“Detrás del Grupo Maza se encontraba otra unidad de infantería, del otro lado de la frontera se escuchaba el movimiento de tropas”, relató González Cárdenas.
Para tener clara la dimensión del hecho, recurrimos a la definición de “unidad de infantería” que hace el diccionario Oxford: “Es un batallón del ejército integrado por tropas de a pie cuya misión es ocupar y mantener las posiciones sobre el terreno”. Cuando son mecanizadas (unidad de infantería mecanizada) implican el equipamiento de transportes blindados de personal militar y vehículos de combate.

Dos arrestados. 
En la zona limítrofe entre el departamento Norte de Santander y el estado Táchira se producían los hechos. “Allí en el paso del río Guarumito se captura a los dos uniformados, quienes se identificaron como el primer comandante y segundo comandante del Grupo Maza”, relató Roberto González Cárdenas, protagonista de este acontecimiento aún desconocido por los libros de historia.

“El capitán Mota Rodríguez es el que manda a poner la vela (puesto de vigilancia móvil) en el paso de Guarumito, pero sin duda el héroe de esa acción fue el subteniente José Antonio Murga Batista, quien detiene a los invasores” enfatizó.

“Al divisarlos, Murga les gritó fuerte: ‘¡Alto, Ejército venezolano!’, y uno de los oficiales inmediatamente respondió con su particular acento: ‘¡No disparen, comandante del Grupo Maza!’.

”Los agarraron sin posición de combate; se llevaron tremenda sorpresa, nunca se imaginaron que iban a encontrar a alguien allí, suponían una frontera desguarnecida a consecuencia del alzamiento militar del 4 de febrero, pensaron que nuestro ejército estaría desarticulado y podrían entrar sin ninguna resistencia”, reflexionó Roberto González Cárdenas.

Defensa del territorio. Seguidamente a aquella llamada del capitán Mota Rodríguez, cerca de las 12 de la noche y primeras horas de la madrugada, el comandante González Cárdenas, responsable de resguardar esa zona fronteriza, giró instrucciones: “Despliégate en combate, Mota, vamos a movilizar armas de apoyo a Guarumito; eso sí, evita en lo posible algún incidente de tiro (que se vaya algún disparo) si ellos no nos atacan”.

Se prendieron las alarmas y con ellas las inaplazables órdenes. “Levanta a toda la unidad, llama al capitán Peña Melián”, (comandante de la 1ª Compañía de Operaciones Especiales del 411 y encargado del sector Caño del Medio y Camellones), “tomen el río, asegúrense de que no pase nadie por allí”.

“Al capitán Francisco Catarí Meléndez (comandante de la 3ª Compañía de Operaciones Especiales del 411 Bime) le instruí mover su compañía, tomar la población de Orope y desplegarse en defensa”. Todas las unidades militares venezolanas en la frontera fueron activadas para esa operación de resguardo.

González puso en ejecución el “Plan Soberanía” en protección del territorio. Razonó que en medio de las circunstancias generadas por la sublevación del 4 de febrero era imposible contar con apoyo aéreo; decidió el traslado a la zona del conflicto de ametralladoras y tanques, y, mandó a lanzar bengalas para marcar el área de defensa integral.

“La estrategia fue lanzar con todos los morteros de combate disponibles, ráfagas de tres granadas de iluminación, cada 30 o 40 minutos. Teníamos que generarles expectativa sobre la fuerza que poseíamos de nuestro lado de la frontera, en esa tensión pasamos toda la noche”, destacó.

Los morteros utilizados fueron de 60, 81 y 120 milímetros, con los cuales lograban iluminar una gran extensión del terreno. “Esas bengalas se hacen visibles a kilómetros de distancia y pueden tener un efecto disuasivo en el enemigo”, explicó González Cárdenas.

“También solicité al comandante del Teatro de Operaciones que la Unidad de Operaciones Especiales pasara a mi mando y se posicionara en el aeropuerto de La Fría, en Táchira. Les pedí que identificaran bien las aeronaves que iban a aterrizar allí para evitar que los invasores pudieran tomar ese aeropuerto, lo que les podía servir de centro logístico de operaciones en medio de la potencial confrontación”, razonó.

Según la página especializada en temas militares Fav-Club Venezuela, la unidad de operaciones especiales es definida como “las fuerzas con tropas seleccionadas, con un entrenamiento particular para ejecutar delicadas tareas tanto en la guerra convencional como en la ‘paz-violenta’, enfrentando guerrillas y grupos terroristas”.

El comandante de la Unidad Especial Mecanizada refirió que, adicionalmente a sus pertrechos reglamentarios, contaban con una gran cantidad de municiones y granadas de iluminación para morteros, que habían traído desde Carora porque estaban a punto de vencerse. “Por eso teníamos mayor capacidad de fuego y combate” señaló.

Considera que es una jugada magistral de la vida que él estuviera en la frontera el día de esos acontecimientos. Asegura haber estado comprometido con el alzamiento cívico-militar del 4-F y gracias a que Chávez quemó la orden de operaciones donde aparecía su nombre, no lo metieron preso.
Este relato está basado íntegramente en el testimonio de Roberto González Cárdenas, quien actualmente es general de brigada del Ejército en situación de reserva activa.

Desde La Fría hasta El Vigía. 
Según el testimonio de los oficiales colombianos capturados en territorio nacional, las órdenes de invadir provenían del presidente de la República, César Gaviria. “Fueron interrogados y esa fue su versión”, afirmó el general González Cárdenas.

Al trascender el paso limítrofe del río Guarumito a tierras venezolanas, los dos efectivos se identificaron como el comandante y segundo comandante del Maza, un grupo de caballería mecanizado, ubicado en Cúcuta. “Ellos insistieron en que cumplían órdenes de Gaviria y en que eso estaba hablado con el presidente Carlos Andrés Pérez”.

“Plantearon que el plan inicial era tomar el aeropuerto de La Fría, en el estado Táchira, y de allí avanzar hasta El Vigía, Mérida, por lo que deducimos que la idea era morder todo el Sur del Lago y anexarlo a Colombia”, interpretó el general González Cárdenas.

Tensión en la madrugada

En medio de la activación del “Plan Soberanía”, el comandante González recuerda que llamó al general José Francisco Quintana Biscochea, comandante del Teatro de Operaciones del Norte del Táchira, Suroeste de Mérida y Sur del Zulia, a quien dio parte de la situación y le ratificó: “Mi general, nos intentan invadir, pero por aquí no van a pasar, por encima de nuestros cadáveres entran esos Cdsm…”.

Quintana Biscochea le dijo que reportaría la novedad a Caracas y se despidió con esta frase: “Juicio y criterio, González Cárdenas… Y que Dios te bendiga”.

“Como a la 00:30 de la madrugada me llama el comandante general del Ejército, Pedro Remigio Rangel Rojas, y me dice que tome todas las medidas y evalúe antes de dar inicio a cualquier enfrentamiento de combate”. “Que no seas tú el que provoque la refriega”, le instruyó.

“Pudimos cerciorarnos del movimiento de tropas que había del otro lado de la frontera y nos desplegamos en combate”.

“Al paso de Guarumito, lugar donde se desarrollaba la novedad, fueron movilizadas tropas, tanques, ametralladoras y morteros”.

“Ese era el único lugar de la zona por la que podían acceder a Venezuela, por nada del mundo iban a pasar por allí”.

“Nosotros nos preparamos para la embestida, teníamos una amplia zona iluminada con bengalas, varias unidades de ametralladoras, defensa en profundidad, armamento antitanques”.

“Como a las 2:00 am llamó el ministro de la defensa, Enrique Ochoa Antich, para saber qué estaba pasando, y no lo atendí por las ocupaciones del momento”.

“Pasamos la noche esperando la reacción de Colombia; estábamos a la expectativa, sin órdenes desde Caracas ni respuesta de Colombia a pesar de que teníamos a los dos oficiales detenidos en el paso fronterizo”.

“Cuando ya estaba amaneciendo, y ante la ausencia de líneas, decidí liberar a los oficiales detenidos. Le dije a Mota: ‘Mándalos de regreso a su país y dile a esos HDP… Cdsm… que no se les ocurra más nunca pensar que van a penetrar a Venezuela’”.

Los uniformados del Ejército neogranadino retornaron al departamento Norte de Santander con sus armas de reglamento. El incidente concluyó, silenciado por el estruendo de la insurrección cívico-militar del 4 de febrero (1992). Lo que ha podido ser un escándalo de dimensiones internacionales, aún es parte de la historia por escribirse.