Ya los próximos años son críticos, resaltan los científicos que asesoran a la ONU, y determinan un límite para actuar: 2030.
“Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre”.
“La solución no puede ser impedir el desarrollo a los que más lo necesitan (…) Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y las tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra (...) Utilícese toda la ciencia necesaria para un desarrollo sostenido sin contaminación”.
Treinta años atrás fueron expresadas estas ideas que algunas personas creyeron exageradas y otros consideraron proféticas. Hoy tienen plena vigencia. Las palabras dieron curso a la intervención del comandante en jefe Fidel Castro Ruz en la Cumbre de la Tierra celebrada en 1992, en Río de Janeiro, Brasil.
En aquel momento advirtió que no era posible culpar de esto a los países del llamado “Tercer Mundo”, antiguas colonias, naciones explotadas y saqueadas por un orden económico y mundial injusto.
Sobre la flagrante violación de la ecología se habla tres decadas después, en el más importante evento sobre el cambio climático. La 27ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas para hacer frente a la emergencia climática incluyó la urgencia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, en adaptación a las inevitables consecuencias y el fortalecimiento de la resiliencia.
Igualmente, el cumplimiento de los compromisos de financiación de la acción climática en los países en vías de desarrollo.
La ONU refiere la promesa incumplida de los países industrializados de aportar 100.000 millones de dólares anuales a los países en desarrollo para financiar los recortes de las emisiones y las altas concentraciones récord de gases de efecto invernadero.
Ante el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos y la creciente crisis energética, se busca renovar la solidaridad entre los países para cumplir el histórico Acuerdo de París en beneficio de los pobladores del planeta.
Recordemos que en el Día de la Tierra -un 22 de abril de 2016- fue firmado por 175 partes en Nueva York, Estados Unidos (EE.UU.), el llamado Acuerdo de París. Es el tratado internacional de mayor participación y al cual se le unieron después otras naciones hasta alcanzar 191.
Fue un paso teórico de avance. Al día de hoy, según un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), las pérdidas económicas derivadas de las crecidas, los deslizamientos de tierra y la sequía se han disparado con agravantes para millones de personas.
“Existe claramente una falta de confianza entre Norte y el Sur”, expresó el secretario general de la ONU, António Guterres. ¿Por qué será? -añadimos- cuando 130 países reclaman un nuevo fondo para minimizar daños y pérdidas y los "desarrollados" dicen ‘que se pueden hacer cosas con los fondos existentes’. En tanto, Guterres insiste frente a todos que dejen de culparse y pacten “un acuerdo ambicioso y creíble”.
Mientras las noticias negativas son abrumadoras, cerca o lejos de estas salas de conferencias de la COP27, celebrada recientemente en Sharm el-Sheij, Egipto, las asambleas ciudadanas y organizaciones no gubernamentales reclaman por el futuro de la vida sobre esta tierra.
Finanzas, ciencia, juventud y generaciones futuras, descarbonización, adaptación y agricultura, género, agua, aociedad civil, energía, biodiversidad y soluciones, fueron temas abordados en la COP27.
¿La última generación humana?
Ante la creciente desigualdad y degradación ambiental, los propios jóvenes toman conciencia con el reclamo “No queremos ser la última generación”.
A esa expectativa responde el secretario general de la ONU al decir que “a pesar del empeoramiento de la crisis climática, mantengo la esperanza, debido a los jóvenes que han sido incansables en hacer que los tomadores de decisiones rindan cuentas”.
Los jóvenes “necesitamos ser parte del proceso de toma de decisiones, pero tiene que ser de una manera significativa, no simbólica”, dijo la joven egipcia Omnia el Omrani. “La juventud está recibiendo el impacto más desproporcionado” del cambio climático y son “el grupo demográfico más afectado en la Tierra”, enfatizó en la cumbre.
Irónicamente, aumenta la presencia de las compañías de combustibles fósiles en las cumbres del clima. Más de 600 personas vinculadas a las compañías de petróleo, gas y carbón -carburantes utilizados para abastecer al 80 por ciento de la energía mundial- fueron inscritas para participar en la COP27.
La piedra en el fondo del lago
“Incluso cuando la piedra ya está en el fondo del lago, las ondas del cambio siguen propagándose”, dijo la escritora estadounidense Rebecca Solnit, especialista en medioambiente, refiriéndose al efecto de la rebelión por la vida, reclamada por millones de personas en el mundo.
Están listos para hablar de “pérdidas y daños”, pero eso requiere de la voluntad política de los países más responsables de los problemas ambientales acumulados, de la pobreza y la inseguridad alimentaria.
Viven en situación de pobreza 91 países en desarrollo, donde más de 1.500 millones de personas enfrentan carencias. ¿Podría ser sostenible que las 85 personas más acaudaladas del planeta acaparen recursos económicos de los 3.570 millones de habitantes más pobres?
Hablemos de 1.000 millones de niños que corren un riesgo extremadamente alto porque el cambio climático los afecta, dice el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Los niños que son la esperanza, nos observan. Entretanto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que cada año mueren más de un millón de infantes por las condiciones ambientales.
Los fenómenos meteorológicos extremos obligan cada año a unos 22 millones de personas a desplazarse de sus hogares y ciudades. Los desarraigados son más vulnerables a la violencia, el hambre y las enfermedades, afirma la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
La subida del mar provoca que los pobladores de las costas e islas pierdan terreno. El Ártico se desmorona por el deshielo, que obliga a huir de los acantilados. Se trata del permafrost, esa capa de suelo que ha permanecido congelada ininterrumpidamente bajo la superficie de la Tierra, durante dos años consecutivos o quizá exista desde miles de años atrás.
Igualmente, el aumento de las temperaturas provocan un menor rendimiento en los cultivos y se reduce su temporada de crecimiento.
También entre 2017 y 2021 -en comparación con el 2000-2004- las muertes vinculadas al calor extremo en los mayores de 65 años aumentaron un 68 por ciento, refiere The Lancet Countdown.
Causa y consecuencia
“Nosotros fuimos quienes financiamos la revolución industrial con nuestra sangre, sudor y lágrimas (...) y ahora ¿tenemos que afrontar la doble penalización de pagar también el coste del aumento de las emisiones? Eso es fundamentalmente injusto”, criticó la primera ministra de Barbados, Mia Amor Mottley, en la COP27.
Los pequeños países insulares del Caribe, el Atlántico y el Pacífico, generan menos del 1 por ciento de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) de todo el planeta, por lo que la Alianza de Pequeños Estados Insulares (Aosis, por su sigla en inglés) exigió más recursos económicos para enfrentar las consecuencias del calentamiento global que no causan, pero sufren, tanto sobre sus territorios con una capacidad limitada de reconstrucción y recuperación, como con su seguridad alimentaria.
En un reciente encuentro convocado paralelamente a la 77 Asamblea General dela ONU, entre 28 jefes de Estado y ministros de las regiones del Caribe, el Pacífico, África, entre otras, fue lanzada esta convocatoria urgente, respaldada por el secretario general de Naciones Unidas.
“Necesitamos una respuesta global específica y ambiciosa, que incluya la forma de financiar las pérdidas y los daños, más allá de nuestra capacidad de adaptación. Los contaminadores deben pagar”, insistió en su mensaje grabado.
Ahora o nunca
Cómo no reconocer que es imprescindible poner fin a la irracionalidad de los patrones de producción y consumo del capitalismo. “Es ahora o nunca”.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC, por su sigal en inglés) exigió la necesidad de limitar aún más el calentamiento global a 1,5 º. No se podrá frenar el aumento de la temperatura si no se logra reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de forma inmediata.
Ya los próximos años son críticos, resaltan los científicos que asesoran a la ONU, y determinan un límite para actuar: 2030. Para reducir el metano en alrededor de un tercio y las emisiones de gases de efecto invernadero en un 43 por ciento. Mejorar la eficiencia energética, utilizar combustibles alternativos (como el hidrógeno), minimizar el uso de los combustibles fósiles y extender la electrificación con energía renovable.
Las ciudades y otras zonas urbanas ofrecen importantes oportunidades para reducir emisiones, a través de un menor consumo de energía. Creando urbes caminables, combinando el transporte electrificado de forma renovable, con fuentes de energía de baja emisión y el uso de biocombustibles sostenibles en el transporte marítimo, la aviación o el transporte terrestre pesado.
Lo anterior refleja un método para una mayor absorción y almacenamiento de carbono a través de la naturaleza. Por otra parte, los expertos creen que la agricultura y la silvicultura pueden reducir las emisiones, así como eliminar y almacenar dióxido de carbono a gran escala. Para que la temperatura del planeta no aumente más de 1,5 °C, las emisiones de CO2 o dióxido de carbono deben caer en un 45 por ciento.
Infierno climático
"Estamos en una autopista hacia un infierno climático y con el pie en el acelerador", advirtió el secretario de Naciones Unidas, Antonio Guterres al comienzo de la COP27.
Las probabilidades de tener un océano Ártico sin hielo durante el verano disminuirán a una vez por siglo, en lugar de una vez por década, con el máximo en 1,5ºC, si el límite se establece en los 2ºC.
Los arrecifes de coral disminuirían entre un 70 y 90 por ciento con un calentamiento global de 1,5 °C, mientras que con 2ºC se perderían prácticamente todos (el 99 por ciento). Indica el informe de 2021, “Cambio Climático 2021: Bases físicas”, del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU.
Por primera vez se incluyó en la agenda de una cumbre de cambio climático el tema de: “pérdidas y daños”, con el objetivo de avanzar hacia mecanismos de financiamiento, que no hagan más grande el endeudamiento que ya tienen los países.
"Daños", por ejemplo se refiere a cosechas destruidas que pueden volver a plantarse. "Pérdidas", lo que no puede recuperarse, por ejemplo ‘el derretimiento de un glaciar’.
¿Qué responsabilidad tienen los países ricos, que emitieron grandes cantidades de gases de invernadero para desarrollar sus economías, hacia los países en desarrollo, azotados por el cambio climático?
“La solución no puede ser impedir el desarrollo a los que más lo necesitan. Lo real es que todo lo que contribuya hoy al subdesarrollo y la pobreza constituye una violación flagrante de la ecología. Decenas de millones de hombres, mujeres y niños mueren cada año en el Tercer Mundo a consecuencia de esto, más que en cada una de las dos guerras mundiales. El intercambio desigual, el proteccionismo y la deuda externa agreden la ecología y propician la destrucción del medio ambiente”.
“Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra. No más transferencias al Tercer Mundo de estilos de vida y hábitos de consumo que arruinan el medio ambiente. Hágase más racional la vida humana. Aplíquese un orden económico internacional justo. Utilícese toda la ciencia necesaria para un desarrollo sostenido sin contaminación. Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa. Desaparezca el hambre y no el hombre”.
“Cuando las supuestas amenazas del comunismo han desaparecido y no quedan ya pretextos para guerras frías, carreras armamentistas y gastos militares, ¿qué es lo que impide dedicar de inmediato esos recursos a promover el desarrollo del Tercer Mundo y combatir la amenaza de destrucción ecológica del planeta?”
“Cesen los egoísmos, cesen los hegemonismos, cesen la insensibilidad, la irresponsabilidad y el engaño. Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo”.
Fidel Castro. Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, 12 junio de 1992.